Weimar como
capital cultural en contraposición a París.
El
clasicismo de Weimar fue un movimiento cultural y literario europeo, todo
empezó con la idea de la Duquesa Ana Amalia de Brunswich-wolfenbüttel que creó
un círculo de poetas y pensadores. A estos poetas y pensadores pidió que
trasladaran a vivir a esta pequeña ciudad bajo su mecenazgo, algunos de estos
poetas y pensadores todavía no habían alcanzado gran renombre en las letras
alemanas y por ende europeas. Las principales
figuras del clasismo de Weimar fueron Goethe y Schiller, el primero tomo
la idea de la Duquesa Ana Amalia de Brunswich-wolfenbüttel como suya y se
entregó a la tarea con entusiasmo. Podemos decir que con la muerte de Goethe,
muere la idea primigenia de hacer una ciudad cultural de ámbito europeo y
aglutinadora de la cultura y el pensamiento alemán. Se podría afirmar que el
periodo que va desde 1788 a la muerte de Goethe en 1832, es el periodo que
conocemos como Clasicismo de Weimar, es decir, desde el regreso del viaje a
Italia de Goethe hasta su muerte.
El
estatus de Weimar como movimiento clásico ha sido cuestionado por algunos
académicos e historiadores, sobre todo fuera de Alemania. Su creciente
importancia inmediata precipitó una mayor conciencia dentro de los
participantes del movimiento y los estudios alemanes, Schiller y Goethe con su
visión de la antigüedad clásica fueron precursores “prematuros” de este
movimiento en busca de los ideales estéticos (sobre todo) y el espíritu
nacional de la antigua Grecia y Roma, para tomarlos de ejemplo para la
emergente nación alemana. Goethe pretende hacer de Weimar un símbolo de la
cultural de la nacionalidad alemana, y de ahí le creación de la nación alemana,
que no existía como tal. Todo ello en contraposición a un París capital de la
mundial a una Francia bien delimitada en sus fronteras, exportadora de su
cultura con la expansión imperialista de Napoleón.
Sus
esfuerzos calaron e influenciaron en la filosofía, la ciencia, la psicología,
el arte y literatura, con un retorno al clasicismo estético.
La
ilustración alemana con un fuerte carácter neoclásico, supuso la síntesis del
empirismo y racionalismo, aunque como unidades independientes sin un concepto
de nación, sí de nacionalidad, pero no de nación.
En los movimientos
filosóficos con un marcado aire empirista y racionalista encontramos las obras
de Christian Thomasius (1655-1728) y Christian Wolf (1679-1754) hacen que la
filosofía sea ampliamente divulgada (Popularphilosophen),
en muchas revistas (moralische Wocheuschriften),
periódicos, enciclopedias, diccionarios junto a su oposición; el pietismo,
movimiento Luterano fundado por Philipp Jakob Spener durante el S.XVII,
movimiento muy influyente a través del Protestantismo y el Anabaptismo, este
movimiento empezó en Leipzig. Esto provocó
la expansión de la lengua alemana y de la cultura europea.
La imposibilidad de una visión de sentido común, de unir
“sentimiento” y pensamiento, así como de cuerpo y mente, conduce a Kant a hacer
una serie de críticas dividiendo las ciencias, la estética y la moral.
La estética como ya hemos comentado fue la principal
fuente de preocupación para los filósofos. El término estética fue acuñado por
Alexander Baumgarten (1714-1762), en 1735 y lo definió en su Aesthetica de 1750, con connotaciones de
ciencias de bajas facultades, en referencias a el sentimiento, sensaciones… Que
habían sido negadas por los ilustrados. A pesar de todo, la confusión con el
término latino debido a su uso de acuerdo a las interpretaciones alemanas
llevaron a subestimar su logro. No era la búsqueda de sensaciones positivas,
sino una forma de conocimiento. El énfasis de Baumgarten en la necesidad de
conocimiento “sensible” es el punto de partida de los prerrománticos alemanes,
formando el movimiento conocido como Sturm
und Drang (Tormenta e ímpetu) en
1765, del que Goethe, Schiller y Herder fueron miembros ilustres.
Todos estos movimientos culturales y publicaciones
pusieron la primera piedra de una lucha cultural (Kulturkampf) que sería conocida posteriormente como el periodo de
Clasicismo de Weimar.
Goethe comenta la dificultad que tiene cohesionar
al pueblo alemán como nación.
“También nosotros, en el centro de Alemania, hemos tenido que esforzarnos para adquirir una brizna de sabiduría. Por cuanto, en el fondo, todos hemos
llevado un vivir aislado
y miserable. Del verdadero pueblo, muy poca cultura
nos proviene, y todos nuestros talentos, nuestras cabezas más firmes, aparecen diseminadas
por toda Alemania. Uno de estos
talentos lo encontramos en Berlín, el otro, en Viena, hay otro en Königsberg, y aunque uno en Bonn o en
Düsseldorf, cada uno, separado de los
demás por cincuenta o cien
millas, de tal forma
que los contactos personales y el
intercambio personal de ideas
son aquí una excepción.
Como iría todo
si las cosas no fueran así... (Conversaciones con Goethe J.P. Eckermann,
jueves 3 de mayo 1827).
Una
figura clave en el Clasicismo de Weimar es Wilhelm von Humboldt (Potsdam 22 de
junio de 1767, 8 de abril de 1835 en Tegel, Berlín), aunque algunos autores lo
consideran un socio menor (Berglar, Wilhelm von Humboldt.
Rowohlt-Verlag,
Reinbeck 1970, ISBN 3-499-50161-9). Wilhelm von Humboldt conoce a Friedrich Schiller y
Goethe en las navidades de 1789 en Weimar donde va a pasar unos días con su
prometida, después de haber estado en el
París revolucionario con un antiguo profesor Joachim Heinrich Campe.
Conocedor de la cultura y la filosofía griega, se
traslada a Jena en 1794 donde trabaja con Schiller. El papel que tendrá a
partir de ese momento, inicialmente frente a Schiller y posteriormente frente a
Goethe, ere el de un análisis agudo, una crítica constructiva y un consejo
versado que tuvo gran influencia tanto en las baladas y el Wallenstein de Schiller, como en el Herrmann und Dorothea de Goethe. Años más tarde Goethe en sus
conversaciones con Eckermann comenta sobre las influencias recibidas en su obra
y en su manera de pensar: “si yo pudiera nombrar
todo lo que debo a mis antecesores y contemporáneos, poca cosa quedaría. Y por
esta razón no es, en absoluto, indiferente en que época de la vida hemos
recibido la influencia de una gran personalidad que nos era remota. Que
Lessing, Winckelmann i Kant fuesen más viejos que yo, y que los dos primeros
ejercieran gran influencia sobre mi juventud, el último sobre mi vejez, fueron
realidades de importancia decisiva en mi vida. Y aunque, Schiller fuera más
joven que yo y lleno de jovial ímpetu en el momento que yo comenzaba a sentirme
hastiado del mundo, y que los hermanos Humboldt y los hermanos Schlegel
comenzaran a ascender delante de mis ojos, fue todo junto de la mayor
transcendencia. Por tanto, me produjeron incontables ventajas”. (Conversaciones con Goethe en los últimos
años de su vida, J.P. Eckermann, jueves 12 de mayo 1825).
Sobre el conocimiento idealizado de la antigua Grecia de
Humboldt y su posterior influencia en el sistema educativo alemán, Peter Berglar comenta: “aunque
Humboldt no puede comparársele de lejos en profundidad con Goethe, en dinamismo
con Schiller y en creatividad con ambos, quizá haya ejercido mayor influencia
que ambos y con seguridad ha ejercido la influencia más duradera sobre el
desarrollo alemán”.
Hasta 1797 Humboldt mantuvo una estrecha relación con
Schiller en Jena. La relación fue interrumpida en 1795/96 y termino con la
muerte de Elisabeth von Humboldt, la madre, cuyo capital pasó a manos de sus
hijos y esto hizo que se volvieran totalmente independientes.
Tras la muerte de su madre no le fue posible trasladarse a
la hacienda de Tegel, por la campaña de Napoleón en Italia, ya que el lugar era
inseguro. Wilhelm se trasladó a París junto con su familia, un París que aún
vivía tiempos revolucionarios, allí conoció a varios personajes importantes de
la época, como el Abate Sieyès o Madame de Staël. En el verano de 1801 regresa
a Tegel con su familia pero solo durante un corto periodo, en la primavera de
1802 le surge la oportunidad de viajar a roma como Representante de Prusia ante
la Santa Sede. En Roma convierte la sede diplomática en un lugar de encuentro
cultural, allí fueron huéspedes Luciano Bonaparte (hermano de Napoleón), el
todavía príncipe Luis I de Baviera, los escultores Bertel Thorvaldsen y
Christian Daniel Rauch, además del joven Karl Friedrich Schinkel, Ludwig Tieck
y August Wilhelm Shlegel junto con Madame de Staël.
La fascinación que Roma provoca en Humboldt y que
justifica su estancia en la ciudad durante seis años, la resume la carta a Goethe
del 23 de agosto de 1804:
“Roma es el lugar en el
que, en nuestra opinión, se resume toda la Antigüedad. (...) Sin duda, la mayor
parte de esta impresión es subjetiva, pero no es sólo el sentimentalismo de
encontrarse donde estuvo ese o aquel gran hombre. Es una violenta fascinación
que, aunque causada por una ilusión, nos arrastra a un pasado que percibimos
como más precioso y elevado, una fuerza que, incluso quien quisiera, no puede
resistir, porque tanto el yermo en que dejan el país sus actuales habitantes,
como la increíble cantidad de ruinas atraen la vista hacia allí. (...) Pero es
solo una ilusión que nosotros mismos queramos ser habitantes de Atenas o Roma.
Sólo desde la distancia, separados de todo lo vulgar, sólo como pasado tiene
que aparecernos la Antigüedad”.
Pero
todas estas ideas e influencias nos llevan al gran ideólogo de Weimar como
centro instigador del pensamiento alemán, no solo como nacionalidad, sino
también como nación.
Cómo
llega Goethe a Weimar y como se plantea dar replica a la aplastante literatura
francesa que era encentro de la literatura mundial.
Goethe
llega a la corte Weimar en 1775, para entrar al servicio de Carlos Augusto de
Sajonia-Weimar-Eisenach heredero del ducado de Sajonia-Weimar e hijo de la
Duquesa Ana Amalia.
Abandona
la literatura durante prácticamente 10 años, empieza su servicio al ducado como
consejero y acaba como una especie de ministro supremo. Deja la literatura
aparcada, pero empieza una importante actividad científica; con estudios de
óptica, geología, química y osteología (rama en la que descubrió el hueso
intermaxilar, que pone una de las primeras piedras en la teoría de la evolución
del hombre).
Cuando
Goethe llega a Weimar se encuentra con el poeta, traductor y editor Christoph
Martin Wieland, (poeta contrario al movimiento “Sturm und Drang”) que
hace las funciones de preceptor del heredero Carlos Augusto y su hermano.
Wieland,
había fundado una revista en literaria en Weimar “Der teutsche Merkur” que durante su dirección (1773-1789), se
convertiría en la revista más influyente de Alemania. Wieland también fijó su
residencia en Weimar hasta su muerte (1813).
Por
Weimar, también pasaron figuras de la cultura como el filósofo y teólogo Johann
Gottfried Herder, o más fugazmente el poeta Jakob Michael Reinhold Lenz o el
escritor Friedrich Maximilian Klinger todos pertenecientes al movimiento “sturm und Drang”.
Herder,
coincidió con Goethe en Estrasburgo (que por entonces era alemana) 1770, e influyo
en este como en los románticos alemanes. En 1776 con la ayuda de Goethe
consigue un cargo estatal en Weimar. Allí desarrolló su obra más importante “Ideas para una filosofía de la Historia de
la humanidad” y un “Ensayo sobre el
origen de la lengua”. Al final de su vida rompió con Goethe y el Clasicismo
alemán. Murió en Weimar en 1803.
La
unidad cultural alemana, al mismo tiempo permitía la consolidación de esa misma
literatura alemana; las que reúnen las ideas de Herder y Goethe, a pesar de sus
diferencias, es la certeza que una literatura alemana nacional no puede
constituirse más que en relación con un principio universal denominado por
Herder “Boferdung der humanität” es
decir, en relación con la promoción de la idea de humanidad (A. Martí Monterde.
Teoría Literaria y Literatura Comparada. Edit. Ariel. Pág. 336. Sobre una cita
de Manfre Naumann; Entre realité et
utopie: <<Goethe et sa notion de la “Weltliteratur”>>, en Gerald
Gillespie (ed.), Littérature
comparée/Littérature mondiale. Comparative Littérature/world Literature. Actes
du Xème Congrès de l’Association internacionale de Littérature Comparée (París,
198), vol. V, París, Nueva
York-Frankfurt-Berna, Peter Lang, 1991, pág. 26)
En
los territorios del Ducado de Sajonia-Weimar, en Jena Friedrich Schiller había
conseguido la catedra, pero sin sueldo. Enseñó historia a pesar de ser
catedrático en filosofía; la noticia de que iba a dar clases en Jena llevó a
que en su primera lección magistral, a tener que buscar un aula más grande de
la prevista por la cantidad de asistentes a dicha clase el título de la charla
fue ¿Qué significa y a qué fin se estudia
Historia Universal? Tuvo un éxito
rotundo. Ese mismo año Schiller entablo amistad con Wilhelm von Humboldt y
empezarían una estrecha relación en pos de conseguir una unificación
lingüística, cultural y política Alemana.
En
1794 Schiller conoce al editor Friedrich Cotta, que está dispuesto a editar la
revista mensual Die Horen (una
revista cultural y literaria) y el Musenalmanach (Almanaque de las musas).
Schiller
Consigue que Goethe acepte participar en la revista Die Horen, y se desarrolla un intercambio de correspondencia entre
los dos. En 1794 Schiller pasa dos semanas en casa de Goethe en Weimar. En
1788, después del regreso de Goethe de Italia, en Rudolstadt fue cuando se conocieron Goethe y Schiller,
pero no entablaron amistad, por suerte unos cuantos años más tarde, la
colaboración entre ambos puso las letras alemanas en el primer nivel Europeo.
En
1795 apareció por vez primera la revista mensual Die Horen y empieza una fructífera colaboración con Von Goethe. En
esta revista colaboraron autores como Herder, Johann Gottlie Fichte, August
Wilhelm Schlegel, Wilhelm von Humboldt, Alexander Von Humboldt (hermano de
Wilhelm), Johann Heinrich voss, Friedrich Hölderlin y Goethe.
De
1796 a 1800 Schiller edita la revista Musenalmanach,
donde también colaboran Goethe, Herder, Luwig Tieck, Hölderlin y Schlegel.
En
1797 aparece en el Musenalmanach für das
Jahr 1797 (Almanaque de las musas para 1797) las Xenien, en las que Schiller y Goethe se burlan de las
desgracias literarias.
Recordando
la complicidad entre Goethe y Schiller; Goethe años más tarde en sus con
versaciones con E. P. Eckermann del Martes, 16 de diciembre 1828 comenta:
“Los alemanes, no
consiguen deshacerse de su espíritu filisteo. Se entretienen en disputas sobre
algunas dísticos impresos en la obra de Schiller o en las mías, y tienen como
cosa importante descubrir cuales son realmente obra de Schiller y cuales míos.
Como si eso tuviera un interés real, como si fuésemos a ganar algo, como sí no
fuese suficiente ¡qué los tales dísticos existan!
Amigos unidos durante
muchos años por una buena amistad, con intereses idénticos, en cotidiano
contacto y constante intercambio, Schiller y yo vivíamos tan identificados el
uno con el otro que, en general, no hacía falta dilucidar sí determinados
pensamientos aislados pertenecían al uno o al otro. Muchos de aquellos dísticos
habían estados creados en común; a menudo, yo había aportado la idea, y
Schiller los versos, otras veces fue al contrario; en ocasiones, Schiller hacía
un verso y yo el otro. ¿Cómo podríamos hablar de mío y tuyo? Tendríamos que
haber caído muy adentro del Filisteísmo para dar importancia alguna a la
resolución de tales dudas”. (Conversaciones con Goethe en los últimos años de su vida. J.P.
Eckermann. 16 de diciembre 1828)
Schiller
se instala en Weimar a finales 1799 y allí vivirá hasta su repentina muerte en
1805.
En
París, que es como decir Francia, pues hasta los franceses consideraban que
París era el centro del mundo y el resto periferia, habían voces discordantes
sobre la manera de concebir la literatura y la cultura por parte de las
autoridades imperiales y de ciertos literatos e intelectuales, donde Le Grande France! es indiscutible, donde
el chovinismo francés campa a sus anchas. En este escenario aparece Madame de
Staël, una mujer con espíritu crítico.
Madame de Staël (Anne Louise Germaine Necker, Baronesa
Staël-Holstein por matrimonio), en el salón de su madre conoció entre otras
personalidades a D’Ambert, Buffon, Chamfort y Grimm. Tras su matrimonio con el
Barón de Staël-Holtein, y en plena Revolución Francesa convirtió su salón de la rué du Bac, en uno de los principales
centros literarios y culturales de la capital francesa, donde se hablaba de
política y filosofía sobre todo. Su apoyo a Talleyrand y la posterior caída de
la monarquía, hicieron que tuviera que abandonar Francia en 1792.
En 1793 viaja a Gran Bretaña y a Suiza 1794 donde conoció
a Benjamin Constant.
Regresó a París en 1795, con ideas republicanas y sueña
con una democracia para Francia como la de E.EU.U. Reabre su salón para exponer
sus ideas, esto le costó un nuevo exilio a Suiza.
En 1797 regresa a París de exilio y reabre el salón,
donde expone su proyecto para Francia. Recibe en su salón a un joven Napoleón
victorioso de la campaña de Italia. Ambos se causan buena impresión, pero un
poco de desconfianza por parte de Napoleón. Cuando es nombrado Napoleón Primer cónsul
y tras unos escritos satíricos (De la
literatura) en contra del gobierno de Napoleón, este decide cerrar el salón
de Madame de Staël y ordenar su destierro.
Viajó a Weimar 1804 y allí conoció a Goethe y Schiller
causando en este último una agradable impresión.
En su exilio Suizo reabrió su salón y escribió varias
obras entre ellas Alemania (1810) una obra donde hace una comparativa de
la literatura alemana con la francesa, aunque en principio parece que analice
las dos literaturas desde una óptica objetiva, lo que en verdad hace es
criticar el inmovilismo de la literatura Francesa instalada en el despotismo
imperial y en la creencia de que la Literatura es la francesa y otras son
intentos de aparecerse a ella, pero sin llegar a conseguirlo. Napoleón mando
destruir este libro. Madame de Staël
Comenta:
“Los alemanes,
tanto en la literatura como en la política, tienen demasiada con sideración
para los extranjeros, en cambio carecen de los necesarios prejuicios nacionales
(…) la buena opinión que los franceses tienen de sí mismos ha contribuido mucho
a su ascendiente sobre Europa (…) En general los alemanes son sinceros y
fieles; casi nunca faltan a su palabra y desconocen la falsedad (…) La
capacidad de trabajo y de reflexión es otro de los rangos distintivos de la
nación alemana.(…)No hay un país donde los hombres de letras, donde los jóvenes
que estudian en las Universidades, conozcan mejor las lenguas muertas y la
antigüedad;(…)Los recuerdos de Grecia, el gusto por las bellas artes parecen
haber llegado allí por innata disposición.(…) Los franceses ganarían más en
concebir el genio alemán, que los alemanes en someterse al buen gusto
francés.(…) si se quiere disciplinar a los escritores alemanes según las leyes
prohibitivas de la literatura francesa, no sabrían navegar por entre los
escollos que se les hubiera indicado; añorarían la alta mar, y sus espíritus
estarían más turbados que iluminados”
(Madame de Staël, Alemán).
Madame de Staël
aboga por una literatura universal (europea), desde un punto
comparativista, para un mayor enriquecimiento de las literaturas nacionales,
pero todas desde una igualdad:
“¡Oh, Francia!
¡Tierra de gloria y de amor! Si el entusiasmo se extinguiera un día sobre
vuestro suelo, sí el cálculo lo dispusiera todo, y la razón no inspirara más
que el menosprecio de los peligros, ¿de qué os serviría vuestro bello cielo, y
vuestros espíritus tan brillantes, y vuestra naturaleza tan fecunda? Una
inteligencia activa, una impetuosidad sabia os rendirían los maestros del
mundo; pero no dejareis más que el trazo de los torrentes de arena, terribles
con la marea, áridas con el desierto
(Madame de Staël, De l’Allemangne, (1813)
cron. E intr. De Simone Balayé. 2 vols. París, Garmier-Flammarion.1968. vol.
II. Pág.316))
...El exilio
me ha hecho perder mis raíces en Paris, y me he convertido en europea (Carta a Mme. De Berg, fechada en Londres el 5 de mayo
de 1814).
… es necesario
que en nuestros tiempos modernos, tener espíritu europeo (Mme. de Staël, De l’Allemagne;
vol. II, Pág. 50)
<<Porque
no queremos, imagino, hacer en el entorno de Francia la gran muralla China, que
impida de penetrar las ideas del exterior>> (Mme. de Staël. De l’Allemagne;
Vol. I pág. 47)
No se puede
juzgar, sino comparar (Mme. de Staël. De la litterature…Pág 25)
Las ideas de Madame de Staël, fueron recogidas por los
editores de la revista Le globe, Abel-François Villeman i Jean
Jacques Ampere. Y a través de la lectura de esta revista por Goethe y su
interés en poner la literatura alemana a nivel de cualquier literatura europea
o incluso por encima de cualquier otra (motivo principal por el cual se
constituyó el movimiento del Clasicismo de Weimar), hizo que el 31 enero de
1827 Goethe acuñara el neologismo Weltliteratur (Literatura
Univesal) donde la literatura alemana según Goethe tenía un papel primordial.
Conseguir el
nivel universal requiere gracia y suerte, y hoy nos podemos sentir orgullosos
de tener las dos. Ya qué, durante muchos años, hemos favorecido de manera
fehaciente estos estadios sucesivos, pero hace falta alguna cosa más para
cumplir aquello que ahora vemos. La unión de todos los círculos de cultura, que
ahora nada más se tocan, la convicción de un único propósito, y de cómo es
necesario estar al corriente del curso del mundo contemporáneo en el sentido
ideal y real. Las literaturas extranjeras se sitúan en el plano de igualdad con
la nuestra, y nosotros no quedamos detrás en la circulación mundial. (J. W. von Goethe. Épocas
del desarrollo social. Discurso inaugural del museo de la lectura de
Weimar, en presencia del canciller Müller, pronunciado el 25 de abril de 1831).
Bibliografía:
-
Antoni Marí (30/11/2011)
-
https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Wolfgang_von_Goethe
-
es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Schiller
-
es.wikipedia.org/wiki/Herder
-
J.P Eckermann (Converses amb Goethe, en els darrers anys de la seva vida.
Trad. J. Bofill i Ferro. Edit. Columna)
-
J. LLovet- N. Catelli- A. Martí Monterde- D. Viñas Piquer (Teoría Literaria
y Literatura Comparada. Edt. Ariel. ISBN. 978-84-344-7055-2)
-
www.biografiasyvidas.com/biografia/s/stael.htm
-
historiaybiografias.com › Grandes Biografías
-
es.wikipedia.org/wiki/Anne-Louise_Germaine_Necke
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