jueves, 4 de febrero de 2016

TRABAJO SOBRE LAS SOLEDADES DE GÓNGORA




LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE

Soledades.

Luis de Góngora y Argote nace en Córdoba el 11 de julio de 1561 y muere ibídem, 23 de mayo 1627, después de haber recorrido prácticamente toda España.

Clérigo desde los catorce años, estudió en la Universidad de Salamanca Leyes (1576-1580) aunque no acaba sus estudios. Empieza la producción poética muy joven y ya con diecinueve años goza de un cierto prestigio como poeta (sus versos circulaban manuscritos como era costumbre en la época, ya que la obra se publicaba póstumamente), es elogiado por ejemplo por Juan Rufo y Miguel de Cervantes.

Con una brillante producción poética, compuesta en su mayoría de Sonetos (ciento sesenta y siete reconocidos y cincuenta atribuidos, representan, además  un documento de toda una época y la encarnación de una las poéticas prevalecientes de su tiempo), donde cultiva el culteranismo (referencias Mitológicas Greco-latinas, Bestiario Medieval, Geografía poética y Neoplatonismo) sobre todo, aunque también el conceptismo dando mucha importancia al “yo” poético. Lleva las referencias cultas a romances y canciones populares además de los Sonetos. También utiliza la sátira en algunos de sus versos. Podríamos decir que Góngora es un clásico que cuestiona y ridiculiza el clasicismo, pero que se nutre de él, mientras trata de renovar sus formas desgastadas.

En 1613 llega a la culminación de su obra con la producción de la Fábula de  Polifemo y Galatea, y esa grandiosa obra,  Las soledades, obra inacabada de una ornamentalidad Barroca exuberante.

Las soledades: obra compuesta en Silvas, construcción poética  sin número de versos determinado, género cuya métrica consiste en mezclar versos endecasílabos y heptasílabos de forma aleatoria con rima consonante, aunque pueden quedar versos sueltos. La combinación de rimas es libre, pero no deben estar muy separados los versos que rimen entre sí.

El poema nació como un proyecto dividido en cuatro partes que iban a llamarse Soledad de los campos, Soledad de las riberas, Soledad de las selvas y Soledad del yermo. De este proyecto inmenso solo concluyó la Dedicatoria  al Duque de Béjar y las dos primeras Soledades, dejando inconclusa la segunda, Soledad de las riberas, a esta última fueron añadidos aún por el poeta, en época posterior cuarenta y tres versos a instancia de un amigo que le animaba a concluir la obra.

Lo que poseemos de las soledades es, exactamente: 1º La dedicatoria al Duque de Béjar (37 versos). 2º La soledad primera (1091 versos, según la edición de la Bibliotheca Hispánica, o 1098, según Dámaso Alonso). 3ºun fragmento de la soledad segunda (979 versos). Indudablemente medio algún tiempo entre la divulgación de la primera y de lo que de primera intención de componer la segunda. El día 11 de mayo de 1613 Góngora envía desde Córdoba “las soledades” y el Polifemo a un amigo en Madrid, Pedro Valencia, no sabemos si trataba de las dos, o solamente de la primera, en su contestación Valencia habla de “las soledades” pero solo se citan versos de la primera.

Al igual que el Antídoto de Juan de Jáuregui que fue escrito cuando solo se había divulgado la primera Soledad, el texto mismo del Antídoto, la contestación a este por el Abad de Rute (Francisco Fernández de Córdoba) y la fecha que hemos dado, no puede, pues, más adjudicarse con certeza a la primera Soledad.

Góngora en las soledades se aparta del Petrarquismo, lo utiliza como tema subsidiario. Aquel lenguaje hecho para expresar los sentimientos y las introspecciones más soliloquias, resultan abstractas e inadecuadas a su postura personal, más epicúrea que platónica. Justamente por este recato en hablar de sí, por este pudor a la intimidad tan contrario del habitual exhibicionismo de lírico. Se puede decir de Góngora que se aparta de sus predecesores y contemporáneos más en el fondo que en la forma: entre ellos es  el menos sentimental, aunque no menos sensible.  Podríamos decir que Góngora es manierista con una “cierta exaltación, una predilección por lo refinado, extraño y exagerado, por el caso excepcional siempre incitante, por el gusto insólito estimulante del paladar, por atrevido y provocador” (el manierismo, ed. Esp., 1965, pág. 40. Hauser. Trad. F. González Vícén. Edit. Guadarrama, Madrid, 1965).

 El argumento de las Soledades es difícil de definir, pues al ser una obra inconclusa no se tiene todos los datos para poder definir el argumento, aunque podemos decir que es un clásico “menosprecio de la corte” y exaltación de la vida campestre más sencilla. Su protagonista es un personaje un tanto misterioso, Góngora proyectaba ir revelando poco a poco los detalles de su historia y, si bien se conoce los más sustanciales, lo cierto es que nos hemos quedado sin conocer pequeños de talles, por ejemplo el nombre del protagonista, al que Góngora se refiere como el “Pelegrino” y con ese nombre se le conoce a falta de otro mejor. Es un supuesto cortesano que, desdeñado por la mujer a que ama, decide desterrarse y vivir errante. Un naufragio lo arroja a las costas de una región campestre y ahí comienza la soledad primera. El pelegrino es acogido por unos cabreros (como en la poesía bucólica de los poetas clásicos, que se desarrolla entre cabreros y en ambiente campestre, Góngora ambientará su soledad primera) y al día siguiente por unos serranos que lo invitan a acompañarlo a una boda que va a tener lugar en pueblo vecino. La boda se celebra al tercer día, con el final de  esta jornada termina la primera parte del poema. A lo largo de las dos jornadas y media que transcurren antes de la boda, el Peregrino podrá admirar y disfrutar de las maravillas de la vida campestre: conocerá la hospitalidad de las gentes del lugar, la buena comida, hermosos paisajes y mujeres hermosas, oír historias de algunos personajes, y no faltarán ocasiones para comparar la vida campestre y sus gentes como mundo ideal, con la vida en la cortesana repleta de infinidad de intereses e intrigas.

Vamos a ver algunos versos de este genial autor maestro del artificio lingüístico, acusado de oscurantismo por algunos de sus contemporáneos, que lejos de serlo, sí que no se puede negar la dificultad de poemas, solo aptos para personas doctas y eruditas. También se le acusó de poca o escasa consistencia de la trama, por ello suscitó un debate encarnizado cuando empezaron a circular sus versos por la corte. Empieza también a circular el  Antídoto contra la pestilente poesía de las Soledades, de Juan de Jáuregui, donde dice que:” había un Góngora antes de las soledades y un nuevo Góngora de oscura extravagancia, que derrocha hipérboles y formas remotas, que tiene la ambición de volar por encima de los demás” (Antídoto, pág.24).  Circula también una carta cuya autoría se le atribuye a Lope de Vega, fechada 13/09/1613, criticando las Soledades, a la que contesto Góngora con otra carta tan solo quince días de loa datación de la primera carta, 30/09/ 1613, concluyendo con un rotundo: “considero que ha sido honrosa esta poesía; si entendida para los doctos, causarme ha autoridad, siendo lance forzoso venerar que nuestra lengua a costa de mi trabajo haya llegado a la perfección y alteza de la latina (…)”. Pero el orgullo de Góngora no solo nace de haber conseguido hacerse oscuro a los ignorantes, sino también de haber dado un paso más, el paso decisivo, en la lucha emprendida por varios eruditos y poetas para enaltecer la lengua vulgar. En defensa de las Soledades Andrés de Mendoza publica Advertencias para inteligencia de las Soledades, es una defensa de los rasgos estilísticos usados por Góngora y criticados por sus detractores. Pretende ser una explicación de los pasajes más oscuros (se sospecha que está Góngora detrás de este escrito de defensa), recurre a abundantes citas eruditas como refuerzo de sus argumentos lo hace en un tono altivo y despectivo. Lo que pretende Andrés de Mendoza es que los detractores de las Soledades pongan por escrito sus críticas, que le parecen injustificadas y de falta de erudición.

Podríamos decir que se crearon dos bandos: los que entendían la poesía de Góngora y los que no; aunque también huelga decir que hay quien la entiende, pero por una enemistad personal que va más allá de la poesía la critican, entre ellos Lope de Vega y Quevedo.

Cojamos como muestra  estos versos de la soledad primera:




Recordó1 al sol, no, de su espuma cana,                 705
        la dulce de las aves armonía,
        sino los dos topacios que batía2,
        orientales aldabas, Himeneo.
        Del carro, pues, febeo3
        el luminoso tiro,                                                      710
        mordiendo oro, el eclíptico zafiro
        pisar quería, cuando el populoso
        lugarillo el serrano
        con su huésped, que admira cortesano,
a pesar del estambre y de la seda4,                           715
        el que tapiz frondoso
        tejió de verdes hojas la arboleda,
        y los que por las calles espaciosas
        fabrican arcos, rosas,
oblicuos nuevos, pénsiles jardines5,                       720
de tantos como víolas jazmines.
Al galán novio el montañés presenta
su forastero; luego al venerable
padre de la que en sí bella esconde
con ceño dulce, y, con silencio afable6,                   725
beldad parlera, gracia muda ostenta:
cual del rizado verde botón donde7
abrevia su hermosura virgen rosa´
la cisuras cairela8
un color que la púrpura que cela                            730
por brújula concede vergonzosa9.



    1   Recordó: despertó.

2  2  Topacios: piedras preciosas de color amarillo; el Abad de Rute supone el palacio del Sol.

3  3  Febeo: es un sobrenombre de Helios, dios del Sol.

4  4  Estambre: El estambre es un hilo de lana que se usaba, entre otras cosas para la confección de tapices.

5  5  Pénsiles o pensiles: colgantes (lat.), como los famosos jardines de Babilonia. “Parece que los mismos versos, con las trasposiciones de las voces, dicen lo entretejido de los árboles y forman los arcos que refiere estaban fabricados de rosas”. Los jazmines y violetas forman nuevos jardines colgantes.

6  6 “Hay que destacar el juego de palabras logrado con la restitución del sentido etimológico de afable (=lat. Affabilis, ‘al cual se le puede hablar’)”

7  7  Botón: los capullos de las rosas modernos son lisos, pero los antiguos estaban cubiertos de un vello rizado, lo que explica el calificativo” rizado Botón”

8  8 Cariela: adorna los bordes. Caireles  flecos que adornan la ropa, servir de adorno a modo de fleco.

9  9 Por brújula: por un resquicio. Brújula era el punto de mira de una escopeta y por extensión de cualquier ranura estrecha.





Prosificación.

No despertó el Sol de su [lecho de] espuma cana dulce armonía de las aves, sino los topacios, aldabas orientales, que batía Himeneo. El luminoso tiro del carro febeo quería, pues, pisar mordiendo oro el zafiro eclíptico cuando [a la vez que] el serrano [quería pisar] el populoso lugarillo con su huésped, que admira cortesano, a pesar del estambre y la seda el tapiz frondoso que la arboleda tejió de verdes hojas y los arcos que [las] rosas fabrican por las calles espaciosas: oblicuos, nuevos jardines pénsiles, de tanto jazmines como víolas.

El montañés presenta a su forastero al galán novio, luego [lo presenta] al venerable padre de la que, bella se esconde en sí [misma] con ceño dulce y ostenta con silencio afable beldad parlera y gracia muda, cual [como] un color cairela las cisuras del rizado verde botón donde [una] virgen rosa abrevia su hermosura, que [el cual, el color] la púrpura  que [el botón] cela concede por brújula vergonzosa.





Comentario.

No despertó al Sol de su lecho de blanca espuma el dulce canto de las aves, sino el cuidado del dios de las bodas Himeneo que estaba impaciente por celebrar la boda de los aldeanos, llamando a la puerta de oriente con dos topacios por aldabas (primeros rayos rojizos del sol). Los luminosos caballos del carro del Sol (rayos solares), mordiendo sus frenos de oro (bocado), querían iniciar su viaje por el cielo (amanecer) siguiendo la trayectoria del Sol, al mismo que el serrano quería salir con su huésped a las calles del lugarillo (antes que amaneciera, posiblemente habían pasado las noche en una choza de la alameda, en las afueras del pueblo). Allí admira el joven el frondoso tapiz de hojas verdes que formaba la arboleda, sin que tenga que envidiar nada a los tapices finos que él ha visto hechos con estambres y seda. Loa arcos hechos de rosas, jazmines y violetas forman nuevos jardines colgantes (como en la antigua Babilonia) con un complejo entramado están entretejidas las flores.

El viejo montañés presenta su forastero huésped al galán novio, después al venerable padre de la novia, la cual parece que, recatada, poniendo dulce ceño (entrecejo), quiere esconderse de si misma, pero sin que esto sea signo de enojo (alguien enfadado puede huir del trato), es su timidez, que habla a todos sin necesidad de palabras, ostenta un silencio afable, es decir, con un silencio que invita a hablarle, beldad parlera y gracia muda. Normalmente la beldad es muda(es algo que se ve, no se oye) y la gracia habladora (se desprende de su forma de hablar), pero la belleza de la novia habla por sí misma, mientras su gracia se adivina a pesar de su timidez que la mantiene callada. Ese silencio tímido hace que solo se entrevean sus virtudes, como un capullo (en que una rosa resume su hermosura), dejando entrever por sus cisuras, como si fueran flecos, el hermoso color de la púrpura que esconde.







Bibliografía:

Luis de Góngora, Antología poética (Polifemo, Soledad primera, Fábula de Píramo y Tisbe y otros poemas).Comentarios de Antonio Carreira, Edit. Castalia, 1986. I.S.B.N.: 84-7039-478-9

Luis de Góngora, Sonetos Completos. Edición, introducción y notas de Biruté Ciplijauskaité.

 Edit. Castalia, S.A, 1985. I.S.B.N.: 84-7039-086-4

Universitat de València, Argumento de las soledades.


Soledades, es.wikipedia.org/wiki/Soledades

Mercedes Blanco Morel, Góngora: la extrañeza inextinguible, magnitud estética y universo contemporáneo/ Coord. Por Joaquín Rosas Lozano, 2012, I.S.B.N.: 978-84-15272-30-4.

(La extrañeza sublime de las Soledades, págs. 125-137)

David Viñas Piquer, Historia de la crítica literaria (págs. 164-168).

Edit. Planeta, S.A. 2015. I.S.B.N.:978-84-344-2512-5

Luis de Góngora Soledades Editadas por Dámaso Alonso. Alianza Editorial, S.A., 1982.

I.S.B.N.: 84-206-1927-2 (Revista de Occidente, S.A. Madrid, 1927)




































 




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