sábado, 18 de febrero de 2017

Estrategia narrativa en Crimen y castigo.




CRIMEN Y CASTIGO.

La miseria, la opresión, la inestabilidad emocional y el idealismo como precursores del crimen cometido por Raskolnokov.

Pretendo llegar con este estudio-análisis de las circunstancias que rodean al protagonista de esta obra a la motivación que le impulsa a cometer el crimen de la vieja usurera. También analizar las estrategias narrativas utilizadas por el autor para conducirnos al hecho puntual del crimen.

Crimen y castigo novela de Fiódor Dostoievski, publicada por primera vez en el 1866 en la revista El mensajero ruso en doce partes, y más tarde como novela; su composición en el formato libro es de seis partes más epílogo. La novela comienza in media res. El autor nos va situando en un ambiente de opresión ya desde el principio utilizando para ello una descripción del tiempo y de la habitación del protagonista:

“A principios de julio, en un tiempo extraordinariamente caluroso (…), un joven salió de la pequeña habitación que ocupaba como realquilado. (…) Su habitación estaba situada justamente bajo el tejado de una casa de cinco pisos y más parecía un armario que un desván”[1].
El último piso de cinco, cerca del tejado, lo cual quiere decir mucho calor en verano y mucho frío en invierno.
La madre del protagonista en una visita que hace a la habitación de su hijo comenta: “– ¡Qué mala habitación tienes, Rodia! ¡Cualquiera diría que es un ataúd!
– exclamó de pronto Pulqueria Alexandrovna [la madre de Raskolnikov], interrumpiendo ese pesado silencio –. Estoy segura de que este alojamiento tiene buena parte de culpa de tu melancolía”.[2]

El narrador nos muestra un personaje taciturno, hipocondríaco que está agobiado por su pobreza, que le enferma su situación: “no era un hombre perezoso ni se dejaba abatir. (…) Pero desde hacía algún tiempo hallábase en un estado de tal tensión e irritación que frisaba la hipocondría estaba tan sumido en sí mismo y tan aislado del mundo que temía incluso encontrarse con nadie, (…) Sentíase abrumado por su pobreza “[3].

Un personaje que huye de su patrona a la que debe varios meses de alquiler, aunque él cree que lo del dinero es una trivialidad: “En el fondo no había patrona que lo atemorizase. (…) pero detenerse en la escalera, escuchar toda clase de tonterías de las zarandajas de cada día que no le importaban lo más mínimo, todas esas reclamaciones de dinero, amenazas y lamentaciones, (…) no podía soportarlo, era mejor deslizarse como un gato por la escalera y eclipsarse sin que nadie lo viese”.[4]

El narrador nos dibuja un personaje que tiene muchas cavilaciones, ensoñaciones diurnas, con humor cambiante, donde su aspecto personal le importa poco, aunque aún guarda una altanería burguesa. Raskolnikov pertenece a esa pequeña burguesía rural rusa venida a menos que por diferentes motivos se dio en la segunda mitad del S.XIX en la Rusia de los zares. Para mostrarnos la dejadez incluso “mental”(es decir no quiere pensar en nada transcendental) del protagonista Dostoievski nos dibuja una persona apática, pasota e incluso irritable:“En este último mes – dice Raskolnikov – no he sabido hacer otra cosa que charlar, tumbado días enteros en mi cuchitril pensando…en las musarañas[5] (…) se despertó después de un sueño tormentoso. Con este sueño no había logrado el descanso. Se despertó bilioso, irritable, de mal humor, y miró con odio su pequeña habitación”.[6]

El narrador nos describe la habitación con detalle, para darnos un punto realista y para que nos hagamos a la idea del espacio reducido en que vive, un espacio que en diferentes pasajes de la obra es ocupado por cuatro o cinco personas. Es cierto que el espacio se abre porque la puerta de la habitación está abierta y hay mucha vida en los espacios intersticiales, con una clara falta de intimidad; el autor muestra el interior de las vivienda (habitación, porque no es más que una habitación) y lo que pasa en ella (de hecho todos los personajes viven en habitaciones y la gran mayoría de ellos compartidas con otras personas).

[La habitación]”Era una jaula minúscula, de unos seis pasos de largo, que tenía un miserable aspecto con su papel amarillo polvoriento, despegándose por todas partes. Era tan baja de techo que una persona un poco alta se sentiría incomoda: siempre tendría la impresión de que su cabeza iba a chocar con el techo. El mobiliario respondía al local: tres viejas sillas que no estaban en perfecto estado, en un rincón una mesa de madera pintada, con varios cuadernos y libros. Estaban cubiertos de polvo y se comprendía que desde hacía tiempo nadie los había tocado. Por último un gran sofá deforme, que ocupaba casi toda la anchura de la pared y la mitad de la extensión de la pieza, que ya antes había sido forrado de indiana, pero que ahora estaba hecha jirones y servía de lecho a Raskolnikov. Con frecuencia dormía allí sin desnudarse, sin sábanas, cubriéndose con un viejo capote de estudiante, con un pequeño cojín a la cabecera, bajo la cual ponía todo lo que poseía de ropa limpia o sucia, para que levantara más la cabeza. Ante el sofá había una mesita.

Era difícil caer más bajo”.[7]

El narrador nos da a entender que ya está cansado de los convencionalismos de la sociedad, de los libros, la universidad, es cierto que la ha dejado por no poder pagarla, pero él ha abandonado los libros porque ya no le interesa lo que encuentra en ellos, hay una separación de todo lo que significan los libros: cultura, sociedad, universidad. También el aspecto del cuidado personal e incluso el no desvestirse para dormir, son muestra ese intento de ruptura con todo; Dostoievski nos da ya pistas con el nombre del protagonista Raskolnikov, del ruso rascol,[8] escisión, ruptura. El narrador hace hincapié al final del párrafo en la situación tan extrema en la que se encuentra el personaje, “Era difícil caer más bajo”, en verdad es la ante sala a los hechos que van a ocurrir, porque claro que cae más bajo, delinquiendo, es decir cometiendo un crimen.

La dejadez también en el aspecto personal, para ahondar más aún en todo lo que estamos comentando, el narrador nos sitúa a Raskolnikov en un contexto que no resalta por su aspecto de pobreza extrema, no se diferencia de los demás, porque la miseria es común a la mayoría de los habitantes de Petersburgo:

“Iba tan mal vestido que otro cualquiera, aunque estuviese acostumbrado, se habría sentido incómodo mostrándose a pleno día con semejantes andrajos. Bien es verdad que aquel barrio no le sorprendía nada en cuestión de vestir. La proximidad del Mercado del Heno, la abundancia de ciertos establecimientos y la población formada sobre todo por obreros y artesanos, que se amontonaban en las calles y callejas del centro de Petersburgo, componía un panorama general tan abigarrado que lo raro habría sido sorprenderse de encontrar una figura pintoresca. Pero había ya tanto desprecio acumulado en el alma del joven que, a pesar de toda susceptibilidad, a veces muy juvenil, no le molestaba lo más mínimo el hecho de salir a la calle vestido de andrajos. Hubiera sido diferente de haberse encontrado con ciertas personas conocidas o bien con viejos camaradas, a quien de una manera general, no le gustaría encontrar”.[9]

La frase que he resaltado en negrita es para mostrar como el narrador nos va guiando hacia el carácter del personaje, que tiene odio acumulado hacia la sociedad que le rodea; y nos dice que es “susceptible”, es decir impulsivo, e irracional que lo indica con el adjetivo ”juvenil”, es decir inmaduro y fantasioso.

El narrador nos quiere mostrar una ciudad caótica, mal oliente, con callejones estrechos. Como el ambiente de una ciudad puede influir en sus habitantes, como puede marcar el carácter y afectar a su conducta la sensación de agobio, y más sí el terreno en donde ocurre esto es terreno abonado, es decir, como en el caso de nuestro protagonista donde la inestabilidad emocional es patente:

“En la calle el calor era espantoso, y además el tráfico, el ruido, en todas partes cal, andamios, ladrillos, polvo y ese hedor característico del verano, tan conocido de todo petersburgués que no tiene la posibilidad de alquilar una villa en el campo, todo ello desquiciaba desagradablemente los nervios ya alterados del joven. El olor insoportable que escapaba de las tabernas, especialmente numerosas en aquella parte de la ciudad, y los borrachos con quienes se encontraba a cada instante, aunque fuese de día y hora de trabajo completaban el colorido melancólico y repelente del cuadro”.[10]

El protagonista conoce un funcionario en paro (Marmeladov), al que han echado del trabajo por bebedor, es un viudo con una hija (Sonia), casado en segundas nupcias con una viuda con tres hijos. Ella perteneciente a una familia pequeño burguesa, que tras la muerte de su primer marido cayó en desgracia, ahora viven los seis en la más absoluta miseria, tanto es así que la hija mayor, Sonia, se tiene que prostituir para mantener a su familia. El funcionario es tan ruin que roba el dinero de su hija y de su mujer, incluso quitándole la posibilidad de comer a los niños pequeños. El protagonista, Raskolnikov, acompaña al funcionario a su “casa”. Hay una discusión entre la pareja, porque como siempre el funcionario llega borracho a su casa, su mujer le recrimina que se haya bebido el dinero que tenían para comer. Raskolnikov en un acto de altruismo se saca las pocas monedas que le quedan del empeño de un anillo que le regaló su hermana y las deja en el alféizar de la ventana sin que nadie lo perciba; luego se la menta de ello, porque su situación no es mucho mejor que la de la familia de Marmeladov:

“Menuda tontería he cometido – pensó –, ellos tienen a Sonia y yo necesito el dinero”.

<<Pero habiendo decidido que era imposible ahora recuperar las monedas, y que de todos modos tampoco las habría recogido>>, (…) “También Sonia lo necesita para sus pomadas – continuó mientras caminaba por la calle, riendo perversamente –, su componerse le cuesta dinero… ¡Hum! Y además la pequeña Sonia es posible que hoy no haya tenido suerte, porque también ella tiene un riesgo, la caza de la bestia rara…la caza de la pepita de oro…y si es así, mañana, sin mi dinero, habría que verlos… ¡Vaya, Sonia! Han sabido encontrar un bonito filón, que digamos. Y se aprovechan de él. Porque se aprovechan. Y se han acostumbrado. Habrían llorado un poco, pero se han habituado. Nuestros canallas semejantes se acostumbran a todo”.

<<Reflexionó>>.

“¿Y sí me equivocara? – se dijo de pronto a pesar suyo –. ¿Y si el hombre no fuera un canalla, quiero decir el hombre en general, toda la raza humana? ¿Y si todo no fuera más que prejuicios, temores inspirados y no hubiese nada prohibido, y que realmente es así como deben ser las cosas?”[11]

El narrador muestra con este gesto de nuevo el carácter impulsivo e idealista de Raskolnokov; hay como un momento de arrepentimiento irónico, pero prevalece el idealismo y cierto aire de superioridad.

También en un juego literario, Dostoievski hace que el amigo de Raskolnikov, Razumikhin (que hace de contrapunto de Raskolnikov, pues es pragmático, racional, optimista e intenta ayudarlo ofreciéndole trabajo dando clases), a petición de la madre y la hermana de este, describa su comportamiento en los últimos meses, que explique lo que ha podido ocurrir, pues lo han encontrado muy cambiado, y dice Razumikhin:

“Imagínense ustedes cómo habrán ido las cosas durante estos tres años de separación. Además ¿qué decir? Hace año y medio que conozco a Rodion [Raskolnikov]: es severo, sombrío, altivo y orgulloso. En sus últimos tiempos (y quizá un poco antes) era susceptible e hipocondríaco. Es generoso y bueno. No le gusta expresar sus sentimientos y cometería más bien cualquier acto de crueldad antes de descubrir su corazón. A veces, por otra parte no es del todo hipocondríaco, sino frío e insensible hasta ser inhumano. Realmente se podía decir que en él hay dos caracteres opuestos que se suceden uno a otro. A veces es terriblemente taciturno: todo le fastidia, toda la gente le molesta, se mete en la cama y no hace nada. No es bromista y no porque le falte ingenio, pero se diría que le falta tiempo para futilidades. No escucha hasta el final lo que le dicen. No se interesa nunca por las cosas que, en un momento dado, interesa a todos los demás. Tiene una gran opinión de sí mismo, y sin duda tiene derecho a ello”.[12]

El autor por boca de uno de sus personajes, nos muestra con adjetivos y con frases lapidarias el carácter cambiante, melómano y egocéntrico del protagonista, capaz de cometer “actos crueles”, dice; aunque no le niega una cierta inteligencia “Tiene una gran opinión de sí mismo y sin duda tiene derecho a ello” comenta. Todo esto nos predispone a creerlo capaz de asesinar, y a que a pesar de que las circunstancias que le rodean podrían ser atenuantes de su crimen: porque la miseria, la opresión y el agobio de una ciudad infesta, pudieran provocar en un ser inestable como Raskolnikov, el cometer dicho crimen por una locura transitoria; el autor con adjetivos como “siniestros” o una frase como “frio e insensible hasta ser inhumano” en boca de Razumikhin, está buscando que lo juzguemos severamente.

El narrador por ejemplo en principio nos describe a la anciana como:

“una pobre viejecilla flaca y minúscula, de unas sesenta años, con ojillos agudos y malignos, nariz corta y puntiaguda y la cabeza descubierta. Sus cabellos, apenas canosos, más bien rubios, estaban abundantemente engrasados. En torno a su cuello largo y delgado, semejante a una pata de gallina, enrollábase una especie de cordón de franela, y sobre sus hombros, a pesar del calor, se estremecía un chal de piel amarilla y pelada. La vieja tosía y gimoteaba constantemente”.[13]

Parece que nos la quiera demostrar como un ser indefenso ante el impulso del joven Raskolnikov, para acentuar más si cabe lo horrendo del crimen que va a cometer el joven. Pero más adelante nos da otra visión de la anciana y esta vez la descripción no la hace solamente el narrador, sino que se ayuda primero de unos tenderos del mercado y después de un estudiante que está en una taberna hablando con un oficial del ejército, al cual le decía que él la mataría y robaría a la vieja y sin el menor escrúpulo.

Estas conversaciones las está escuchando Raskolnikov que ya albergaba ideas homicidas hacia la vieja.

El narrador antes de conducirnos hasta la taberna nos presenta otro personaje Lizabeta, la hermana menor de la usurera y a través del trato que la hermana mayor da a su hermana menor, y nos empieza a dar la otra visión de la vieja usurera. Nos dice el narrador:

“Hacía ya mucho tiempo que conocía la historia de Lizabeta [Raskolnikov], y ella también lo conocía un poco. Era una mujer alta, torpe, tranquila y tímida, casi idiota, una solterona de treinta y cinco años, que estaba completamente dominada por su hermana, para quien trabajaba noche y día, temblaba ante ella e incluso a veces recibía algún golpe”.[14]

Nos muestra a Lizabeta como una persona sin maldad, inocente pocas luces y de un carácter “simple”. Continúa el autor poniéndonos al corriente del carácter de la hermana pero ahora hablan la mujer del tendero:

“– ¡Qué aterrorizada la tiene a usted Alena Ivanovna [la usurera]! – dijo la mujer del tendero, una comadre bastante echada para delante –. Cuando la miro, me da la impresión de una niña. Además, no se trata de su verdadera hermana, sino de su hermanastra, y que tenga sobre usted semejante autoridad…”[15]

Y para acabar con esta polifonía de descripciones de la vieja usurara, la que hace el estudiante en la taberna al militar, donde también está como ya hemos dicho Raskolnikov, el estudiante lo que hace es contra poner las dos hermanas para llegar a la conclusión de que son dos caracteres completamente antagónicos, la usurera acumula de lo que desde el punto de vista cristiano llamaríamos pecados capitales (avaricia, orgullo, pereza, envidia…) y Lizabeta un alma bondadosa, opinión que también tiene Sonia de ella, es decir el autor utiliza diferentes voces para describir lo mismo como pretendiendo dar más veracidad a las descripciones o para incidir más, tanto en las personalidad de los personajes, como en la visión de los espacios, por ejemplo la habitación de Raskolnikov todos la ven como una ratonera.

El narrador toma las palabras del estudiante:

“Se puso a contar cuán perversa y caprichosa era [la usurera], pues bastaba el retraso de un día para que ella vendiera el objeto empeñado. Daba cuatro veces menos de lo que la prenda valía, y como interés, cobraba el cinco y aún el siete por ciento al mes, etc.

El estudiante tenía ganas de hablar y dijo además que la vieja tenía una hermana, Lizabeta, a la que pegaba constantemente, ella tan pequeña y desagradable, y que la tenía completamente esclavizada, como si fuera un niño, mientras que Lizabeta medía por lo menos metro ochenta”.[16]

El narrador nos insiste en que Raskolnikov no se pierde una palabra de la conversación entre el estudiante y el militar. Vuelve a tomar las palabras del estudiante para continuar describiendo la relación y el carácter de las dos hermanas:

“Raskolnikov no se perdía una sola palabra y a poco lo supo todo: Lizabeta era la hermana menor que eran hijas de madres diferentes, y tenía ya treinta y cinco años. Trabajaba para su hermana día y noche, hacía la limpieza de la casa, la cocina y la colada, además cosía para particulares, e incluso iba a fregar suelos y todo el dinero se lo daba a la hermana. Jamás se permitía hacer un encargo o un trabajo sin el permiso de la vieja. Esta había hecho ya su testamento, lo que Lizabeta sabía perfectamente y a quien no dejaba ni un copec, excepto el mobiliario, las sillas y lo demás. Todo el dinero lo destinaba a un monasterio de la provincia de N., para el reposo eterno de su alma.

Lizabeta era de la casta de los ciudadanas, y no del orden de los funcionarios [la usurera era viuda de un funcionario], no estaba casada era terriblemente deforme, excesivamente alta, con enormes y largas piernas como de pato y calzábase siempre con zapatos de piel de cabrito y tacones distraídos, pero siempre iba limpia”.[17]

Con todo esto lo que ha hecho el autor es jugar con nosotros, nos pinta primero una vieja débil, para que sintamos pena por su vida y una vez ahí, nos hace un cambio radical y nos la muestra como un monstruo que maltrata a su hermana. Llegados a este punto, podrimos justificar la muerte de la usurera, pero como su pretensión es que juzguemos severamente al protagonista, este también matará a la hermana inocente.

Aquí también hemos visto un ejemplo de como el autor ha utilizado la estrategia literaria de los binomios; la obra está llena de estos, algunos como Lizabeta y su hermana la vieja usurera; otro por tener circunstancias que los equiparan en las situaciones que el devenir de la vida los ha colocado, por ejemplo: Sonia y Dunia (hermana de Raskolnikov), las dos se sacrifican por sus respectivas familias; y otros que podemos decir por su diferentes formas de pensamiento, uno más idealista Raskolnikov y otro más racional Razumikhin (no olvidemos que Razumikhin viene del ruso rázun,[18] razón, inteligencia), otros por la miseria, no económica, sino moral: Svidrigailov (antiguo jefe de Dunia) y Lujin (prometido de Dunia).

Hay una polifonía muy marcada en la obra donde el narrador no parece controlarlo todo, parece una voz más de las muchas que opinan de las diferentes situaciones que ocurren en la novela.

Otro aspecto del protagonista que el autor nos quiere remarcar el del narcisismo i idealista, el hecho de que se crea un hombre “extraordinario” un “elegido” entre todos los mortales para llevar acabo grandes cosas, como un Napoleón o un Julio Cesar; donde para poder realizar su proyecto no importa el sacrificio de vidas humanas “ordinarias”, lo que llamaríamos el sacrificio de la masa.

El autor nos muestra este punto utilizando también otro personaje, es decir no lo hace directamente el narrador, lo hace en diferido por boca de otro personaje. El autor nos sitúa en la casa del juez donde Raskolnikov y Porfiri Petrovic (el juez) mantienen una conversación:

“A propósito de todos estos problemas, los crímenes, el medio, la chiquilla, me ha venido de pronto a la memoria (además siempre me ha interesado) un pequeño artículo suyo titulado Sobre el crimen... O ¿cúal es su título exacto? Lo he olvidado, ya no lo recuerdo. Tuve el placer de leerlo hace dos meses (…) – ¿Un artículo mío? (…) – preguntó con asombro Raskolnikov –. En efecto, hace seis meses cuando dejé la universidad, escribí a propósito de un libro, un artículo (…) apareció hace dos meses [dice Porfiri] ¿No lo sabía usted?

Raskolnikov, en efecto no sabía nada.

– Pues ya ve usted que podría reclamarle algún dinero por el artículo. Realmente tiene usted un carácter singular: vive tan solitario que hasta ignoran las cosas que le conciernen. Esto es una realidad.

El autor nos insiste en la idea de la solitud y dejadez del protagonista, que como dice muestra poco interés hasta por las cosas que particularmente le conciernen.

Continúa el autor por boca de Porfiri mostrando el pensamiento de Raskolnikov:

(…) – Sí, e insistía usted sobre el hecho de que la ejecución del crimen está siempre acompañada de una enfermedad. Es muy original, mucho, pero… Lo que más me interesó no es esta parte del artículo, sino cierta idea que usted insinuó hacia el final, pero que por desgracia se limitó simplemente a aludir, no muy claramente… En fin, si usted lo recuerda, hay cierta alusión al hecho de que en esta tierra, según usted, existen ciertos individuos capaces…, es decir, no capaces, pero que poseen el derecho absoluto de llevar a cabo toda clase de desórdenes y crimines, para quienes, según usted, no están hechas las leyes”. (…) Toda esta cuestión es que el artículo del señor todos los hombres parecen estar divididos en dos: los <<ordinarios>> y los <<extraordinarios>>. Los hombres ordinarios deben vivir en la obediencia y no tienen derecho a transgredir las leyes, porque, ya ve usted, son ordinarios. Los hombres extraordinarios tienen el derecho de cometer todos los crímenes y transgredir todas las formas de leyes, por la única razón de que son extraordinarios”.[19]

Este narcisismo idealista es el que hace que no acepte con agrado la ayuda de los demás, incluso la de su propia madre, por ejemplo la madre le da dinero y él a pesar de su situación, se lo da todo a la familia de Marmeladov para que paguen el entierro de este que se ha suicidado. Este idealismo narcisista hace que no pueda tolerar el sacrificio de su hermana por él, prometiéndose con un ser ruin como Lujin, comprensible en cierto modo, aunque parece que los motivos que suscitan en el este rechazo tiene que ver más con el sentimiento de incapacidad, de impotencia de no poder ser él el baluarte de la familia, que con la empatía hacia su hermana. Este sacrificio de Dunia Raskolnikov lo compara con el que hace Sonia por su familia:

“Somos así y todo está claro como la luz del día. Y está claro que aquí no hay nadie más que Rodión Romanovitch Raskolnikov, que es de quien se trata y ocupa por tanto el primer plano. ¿Cómo, pues, se puede hacer su felicidad, lograr que continúe en la universidad, asociarlo en un bufete de abogado, asegurar su porvenir? Quizá logre ser así un ricachón, honrado y respetado, quizá llegue incluso a ser célebre. Pero ¿Y su madre? No se trata de Rodia, el adorado Rodia, el primogénito. Entonces ¿Cómo no sacrificar una muchacha así por ese primogénito? ¡Oh, corazones queridos e inicuos!

Pero qué: en semejante caso ni siquiera, en rigor, rechazaremos la suerte de una Sonia. La pequeña Sonia, Sonia Marmeladovna, Sonia eterna desde que el mundo es mundo. Y el sacrificio, el sacrificio, ¿lo medisteis las dos? ¿De veras? ¿Es soportable? ¿Es útil? ¿Es razonable? ¿Sabes mi pequeña Dunia, que la suerte de una Sonia en nada es peor que la tuya con el señor Lujin?”[20]

Hay que tener en cuenta que la madre y la hermana de Raskolnikov, también están en la miseria, el autor lo remarca para hacer hincapié el sacrificio que ellas están dispuestas a llegar por su hijo y hermano:

“Vestía [la madre] un traje de tela ligera y de color oscuro, con un echarpe blanco transparente rodeándole el cuello. Por muchas señales Razumikhin observó que el estado económico de ambas mujeres era extremadamente miserable”.[21]

Todas estas circunstancias hacen que Raskolnikov, que como ya hemos dicho antes, su orgullo y su ego hacen que le cueste mucho aceptar ayuda, no pueda tolerar el compromiso de la hermana, haciendo mella en su carácter ya perturbado.

También el autor simbólicamente, nos cuenta un sueño de Raskolnikov, donde va con su padre de la mano y ambos presencian como un borracho golpea una yegua hasta la muerte, él pide a su padre que haga algo para evitar la tortura del pobre animal, pero el padre la dice que así son las cosas e incluso se marcha y lo deja solo, luego se reencuentran y el padre quiere irse rápidamente para su casa. Parece que este episodio haya influenciado en Raskolnikov de tal manera que él sí al contrario de su padre es capaz de actuar y no quedarse impávido ante los problemas: Su padre para él es un hombre “ordinario”, mientras que él puede revelarse ante la injusticia.

El narrador nos explica el sueño de Raskolnikov:

“Y he aquí lo que vio en el sueño: él y su padre se dirigían al cementerio y pasaban por delante de la taberna. Su padre lo llevaba de la mano y él, de reojo, miraba la taberna. Una circunstancia particular atrajo su atención: celebrábase allí en esta ocasión una especie de fiesta popular, una multitud endomingada de mujeres del campo y de la aldea con sus maridos y toda clase de gente. Todos estaban ebrios, todos cantaban, y ante la escalera de la taberna, habíase detenido un carro, pero un carro especial.

Era uno de esos grandes carros a los que enganchaban grandes percherones y que sirven para cargar mercancías (…) A él le gustaba contemplar aquellos enormes caballos de largas crines y fuertes patas (…) Pero ahora, cosa extraña, aquel enorme carro estaba tirado por un pobre caballo ruano, un caballo de campesino, flaco y paticorto”[22]

El narrador nos pone en guardia, como preparándonos hacia una tragedia. Va narrando el estado de enajenación del dueño de la yegua y de los que le rodean:

– ¡Sube! ¡Subid todos! – gritaba Nikola [el dueño de la yegua] –. Os llevará a todos. ¡Aunque caiga bajos los golpes!

Y seguía fustigándola, no sabiendo, en su exasperación, cómo golpearla mejor.

– Papá, papá – dijo el niño a su padre –. Papá, ¿qué hacen? Papá, están pegando al pobre caballo.

– ¡Vámonos, vámonos! – dijo el padre –. Esos imbéciles están borrachos y no saben lo que hacen. Vámonos y no mires.

Y quiso llevárselo. Pero él se desprendió de su mano y, fuera de sí, echó a correr hacia el caballo. Pero ya el desgraciado animal estaba al cabo de sus fuerzas. Se ahogaba, se detenía, y tiraba de nuevo, a punto de desplomarse.

– ¡Golpeadla hasta que se muera! – gritaba Nikola –. ¡No vale para nada! ¡Que se muera! (…) De pronto las risas se convirtieron en salvas que no dejaron oír nada. La yegua no había podido soportar los redoblados golpes y comenzó en su impotencia a cocear. (…) El niño corrió hacia el caballo y vio cómo lo fustigaban en los ojos, precisamente en los ojos. Se echó a llorar. Su corazón se sublevó y las lágrimas le resbalaban por la cara. Uno de los que azotaban a la yegua le golpeó en el rostro, pero no lo sintió. Se retorcía las manos y gritaba. Lanzóse hacia el anciano de cabellos blancos y barba blanca que había bajado la cabeza y condenaba todo aquello. Una buena mujer lo cogió de la mano y quiso llevárselo, pero él se soltó de nuevo y corrió otra vez al lado de la yegua. El pobre animal había llegado al límite de su resistencia y volvía a cocear.

– ¡Que el diablo te lleve! – gritó Nikola, lleno de furor. (…) – ¡La va a matar! – gritaron por todas partes.

¡La matará!

– ¡Es mía! – gritaba Nikola.

(…) – ¡Cómo resiste! – gritaban todos.

– ¡El hacha! ¡Acabemos con ella de un solo golpe!

(….) Mientras tanto, el pobre niño no había podido dominarse. Lanzo un grito se abrió camino entre la multitud y besó a la yegua muerta, la besó en el morro sangrante, en los ojos, en los belfos…Luego, de pronto, se incorporó y avanzando los puños se lanzó furiosamente contra Nikola. En ese momento su padre, que hacía rato trataba de acercarse a él, lo cogió de un brazo y se lo llevó.

– ¡Vámonos, vámonos! – le dijo –. Volvamos a casa.

– ¡Papá! ¿Por qué… han matado… al pobre caballo? – decía llorando, pero le faltaba la respiración y las palabras salían como gritos de su pecho oprimido.

– Están borrachos y cometen salvajadas. No es cosa nuestra, vámonos – dijo el padre –. El chiquillo estrechó a su padre con sus pequeños brazos, pero sentía una tremenda opresión en el pecho. Hizo un esfuerzo para respirar y lanzar un grito. Entonces se despertó.”[23]

Es curioso que el arma definitiva para acabar con la yegua, sea un hacha, como el arma que utiliza Raskolnikov para acabar con la vida de la anciana y la hermana de esta, y que el borracho que mata la yegua se llame Nikola, como el pintor borracho que se incrimina delante del juez por el homicidio de las hermanas.

El Raskolnikov niño se queda muy afectado por la muerte injusta de la yegua y por la nula actuación de su padre para evitarla, ni siquiera protesta, al contrario de su hijo, y además tampoco protege a su hijo que se le escapa de la mano y lo golpean cuando se acerca a proteger la yegua, de echo el único que interviene en contra del maltrato de una forma física es él, hay gente que interpela a Nikola, pero lo hacen verbalmente, nadie mueve un dedo por salvar el pobre animal, excepto Raskolnikov niño; su padre ni verbalmente actúa contra los que están matando a la pobre yegua, solo quiere irse de allí, se puede decir que el padre se resigna, no levanta aunque este frente de una injusticia; al contrario que su hijo.

En la confesión que hace a Sonia de los motivos por los cuales ha cometido el crimen encontramos todas particularidades que hemos estado comentando del carácter de Raskolnikov, pero ahora el autor hace que las explique el propio Raskolnikov, para seguir con esa polifonía descriptiva. Su comparación un hombre “ilustre” de la historia:

“– Todo empezó así: un día me hice esta pregunta: ¿qué sucedería sí, por ejemplo, Napoleón se hubiera encontrado en mi lugar y no hubiese tenido, para empezar su carrera, ni Tolón ni Egipto, ni el paso del Mont Blanc; sí, en lugar de todas esas cosas bellas y monumentales, se hubiese encontrado simplemente ante sí mismo solo a una ridícula y perversa vieja, viuda de un secretario insignificante, a quien por añadidura hubiese tenido que matar para robarle el dinero del baúl (para su carrera, ¿comprendes?). Pues bien, ¿se habría decidido si no hubiera encontrado otra salida? Nada le hubiese repugnado porque esto resultase demasiado poco monumental y… y… ¿criminal? Bueno, debo confesarte que esta <<pregunta>> me atormentó terriblemente durante mucho tiempo y aun sentí una terrible vergüenza cuando adiviné por último (creo que de pronto) que no le hubiese repugnado lo más mínimo y que ni siquiera se le hubiese ocurrido la idea que resultaba demasiado poco monumental… ni tampoco habría comprendido del todo lo que en ello había de repugnante. Por tanto, si no hubiera tenido otro medio, la habría estrangulado sin la menor vacilación… Pues bien, yo también acabé con mis vacilaciones y, siguiendo su ejemplo, la maté…[24]

La pobreza de su madre y su hermana; y la renuncia de él a ser un hombre “corriente” según su criterio:

“Ya sabes que mi madre apenas posee nada. Mi hermana, que recibió una buena educación, se ve obligada a vegetar como institutriz. Yo constituía todas sus esperanzas. He estudiado, pero no tenía nada para mantenerme en la universidad y me vi obligado a dejarla provisionalmente. Si las cosas hubiesen durado, al cabo de diez o doce años quizá, (…) hubiese podido confiar en convertirme maestro de escuela o en pequeño funcionario con mil rublos de sueldo. (…) Cuando hubiese llegado ese momento, a mi madre le habrían consumido las preocupaciones y las penas, y yo ni siquiera habría podido proporcionarle la tranquilidad. En cuanto a mi hermana… Además, ¿qué placer tendría yo en pasar toda la vida al margen de todo y volviendo la espalda a todo, olvidando la suerte de mi madre y soportando respetuosamente, por ejemplo la ofensa infligida a mi hermana? ¿Para qué? ¿Para después de haber enterrado a las dos hacer nuevos desgraciados, una mujer y un hijo, y dejarles sin un céntimo, sin un pedazo de pan? Entonces, entonces yo decidí apoderarme del dinero de la vieja, vivir con él unos años, sin atormentar a mi madre, para pagar los gastos de la universidad, y luego para dar los primeros pasos una vez hubiese terminado la carrera”.[25]

Ante la incomprensión por parte de Sonia de los motivos por los cuales él ha cometido el crimen y de cómo habla de la anciana, tratándola de parásito, Raskolnikov saca todo lo que lleva dentro. El autor le quita la careta para mostrarnos más claramente todo lo que ya ha ido insinuando durante todo el relato, y lo hace, como ya hemos dicho, el propio Raskolnikov.

“– No, Sonia, no es eso – comenzó de nuevo, levantando la cabeza como si sus ideas hubiesen tomado un giro imprevisto y se excitara de nuevo –, no es eso. Mejor dicho, suponte (…) suponte que soy orgulloso, envidioso, malvado, canalla, vengativo… y tal vez, además, propenso a la locura. (…) Te he dicho que me vi obligado a abandonar la universidad. Pues bien, tienes que saber que acaso hubiese podido continuar en ella. Mi madre me habría enviado lo que hubiese necesitado, y para vestirme, calzarme y comer, yo podría ganar lo que fuera preciso, es cierto. Se me ofrecían lecciones a medio rublo. ¿Acaso Razumikhin no trabaja? Pero yo estaba desesperado y no quería. Estaba desesperado precisamente, la palabra justa. Me encerré en mi rincón como una araña. Tú ya estuviste en mi escondrijo, ya conoces aquello. Pues bien, tienes que saber, Sonia que los techos bajos y las habitaciones estrechas encogen el alma y el espíritu. ¡Oh cómo detesto ese cuartucho! Y, sin embargo no quería salir de él. (…) Me pasaba días enteros sin salir y no quería trabajar, ni siquiera quería comer y permanecía todo el tiempo acostado… (…) permanecía acostado en la oscuridad, y ni siquiera quería ganar el dinero necesario para comprar velas. Había que estudiar, pero vendí mis libros. Mi mesa, mis notas, mis cuadernos todavía están cubiertos de un dedo de polvo. Prefería estar acostado y pensar. (…) Fue entonces cuando empecé a preguntarme por qué era tan estúpido que viendo y sabiendo que otros eran tan idiotas, no quería ser más inteligente. Luego supe, Sonia, que si uno ha de esperar a que todos sean inteligentes, ha de aguardar demasiado tiempo. Más tarde aún supe también que esto no sucedería nunca, que los hombres no cambian jamás, que a nadie correspondía transformarlos y que no valía la pena intentarlo. (…) ¡Es verdad! Y sé ahora, Sonia, que aquel que tenga el corazón y el espíritu más firmes y fuertes, ese será el dueño. El más audaz siempre tiene para ellos razón. (…) el que es capaz de atreverse más que todos tiene siempre más razón que nadie. Eso es, ha sido y será siempre. (…) – Sonia, en ese momento adiviné – continuó con la misma exaltación – que el poder se le da solo aquel que se atreve a inclinarse a él y tomarlo. Para esto no existe más que una condición, una sola: únicamente es preciso atreverse. (…) Yo… yo he querido atreverme y he matado… Solamente he querido atreverme, Sonia, esto es todo”.[26]

Como vemos las circunstancias tanto ambientales como personales: inestabilidad emocional, miseria, ese idealismo impetuoso, juvenil, que nos ha pintado el autor; el narcisismo tan marcado en su carácter que le hace el no poder soportar ser ayudado por los otros; querer hacer las cosas por sí mismo y que la más mínima ayuda le enferma. Todo esto es lo que le hace cometer el crimen de la vieja usurera, crimen del que él no se arrepiente, porque a pesar de todo hasta el final sigue manteniendo que hizo un bien a la sociedad eliminando ese “piojo” como él llama a la vieja usurera. El asesinato de Lizabeta es lo que hoy en día algunos políticos llamarían un daño colateral.





Bibliografía

Fiódor Dostoievski, Crimen y castigo. Ediciones Toray, S.A. (1962) II Vol. Traducción del francés: Fernando Gutiérrez



Jorge Martín Gálvez



Crimen y castigo

[1] Capítulo 1º 1ª parte. p.5, vol. I. He utilizado una edición del año 1962 de Ediciones Toray, S.A. Esta edición se presentó en dos volúmenes, divididas en tres partes el primer volumen y tres partes más epílogo el segundo volumen.


[2] Capitulo 3º 3ª parte. p. 271, vol. I


[3] Capítulo 1º 1ª parte. p.5, vol. I


[4] Capítulo 1º 1ª parte. p. 6, vol. I


[5] Capítulo 1º 1ª parte. p. 6, vol. I


[6] Capítulo 3º 1ª parte. p. 35, vol. I


[7] Capítulo 3º 1ª parte. p.35, vol. I


[8] es.wikipedia.org/…_Rom%C3%A1novich_Rask%C3%B3lnikov


[9] Capítulo 1º 1ª parte. p. 6, vol. I


[10] Capítulo 1º 1ª parte. p. 6, vol. I


[11] Capítulo 2º 1ª parte. pp. 33,34, vol. I


[12] Capítulo 2º 3ª parte. p. 252, vol. I


[13] Capítulo 1º 1ª parte. p. 9, vol. I


[14] Capítulo 5º 1ª parte. p. 74, vol. I


[15] Capítulo 5º 1ª parte. p. 75, vol. I


[16] Capítulo 6º 1ª parte. p. 78, vol. I


[17] Capítulo 6º 1ª parte. p. 79, vol. I


[18] es.wikipedia.org/wiki/Crimen_y_castigo.


[19] Capítulo 5º 3ª parte. pp. 301,302,303, vol. I


[20] Capítulo 4º 1ª parte. p.54, vol. I


[21] Capítulo 2º 3ª parte. p. 253, vol. I


[22] Capítulo 5º 1ª parte. p.67, vol. I


[23] Capítulo 5º 1ª parte. pp. de la 69 a la 72, vol. I


[24] Capítulo 4º 5ª parte. p. 156, vol. II


[25] Capítulo 4º 5ª parte. p.157, vol. II


[26] Capítulo 4º 5ª parte. pp 158,159, vol. II

martes, 7 de febrero de 2017

Análisis de "Crimen y castigo"




ANÁLISIS DEL PERSONAJE CENTRAL DE LA OBRA  CRIMEN Y CASTIGO    DE FIÓDOR DOSTOIEVSKI
El narrador presenta al protagonista Raskolnikov como una persona inestable casi esquizofrénico, con sueños diurnos (fantasías), con ideas fijas y obsesivas. Con arrebatos de ira (pulsiones de muerte) que combina con un altruismo extremo que luego el mismo se recrimina, Por ejemplo después de darle el dinero a Marmeladov (viejo funcionario en paro, padre de la prostituta Sonia) comenta: “menuda tontería he cometido, ellos tienen a Sonia y yo necesito el dinero”.  Podríamos decir que  el principio de realidad  lo tiene muy atenuado y no porque sea un iluso, pero sí que es un idealista, que se mueve más por el principio del placer. Es posible que la figura paterna no la tenga muy presente, es decir la figura de la ley, que es la que representa el padre, su madre viuda y su hermana más pequeña, hacen que predomine en su carácter el principio del placer, lo cual también provocaría en él esa inclinación a las letras, él estudia derecho, pero tiene dotes literarias, por ejemplo ha escrito en un artículo en una revista donde habla de los hombres extraordinarios, a los cuales se les puede permitir ciertas licencias que a los hombres ordinarios no, por supuesto él se siente uno de estos hombres extraordinarios.
Como hemos dicho más arriba Raskolnikov se comporta de una forma esquizoide con una actitud de omnipotencia que le hace creerse superior a la mayoría de los mortales; tiene una actitud de desapego y aislamiento; una preocupación por la realidad interna, ya Dostoievski con el nombre del protagonista nos da una pista, el nombre Raskolnikov viene de rascol  que en ruso significa  separación, escisión es decir que quiere vivir escindido, separado de la sociedad. Se puede decir que tiene disociaciones en el Yo, que le hace dudar de las motivaciones por las cual comete el crimen, o le hacen adoptar  una actitud narcisista como forma de defensa ante la ansiedad que le provoca sentir amenazado su ideal del yo, este ideal del yo le produce infelicidad, ya que se siente incomprendido. También el hecho de tener que vivir con la ayuda de su madre y su hermana producen en él un sentimiento de culpabilidad, agraviado  por la carta que le envía su madre con el futuro matrimonio de su hermana (Dunia),  lo que él cree que es un sacrificio por parte de su hermana, sacrificio por él. Sacrificio que él compara al que hace Sonia que se prostituye para ayudar a su padre y sus hermanastros. Dice Raskolnikov en un soliloquio: “Entonces, ¿cómo no sacrificar a una muchacha por ese primogénito? ¡Oh, Corazones queridos e inicuos! Pero qué: en semejante caso ni siquiera, en rigor, rechazaremos la suerte de una Sonia, Sonia Marmeladovna, Sonia eterna desde que el mundo es mundo. Y el sacrificio, el sacrificio, ¿lo medisteis las dos? ¿De veras? ¿Es soportable? ¿Es útil? ¿Es razonable? ¿Sabes, mi pequeña Dunia, que la suerte de una Sonia en nada es peor que la tuya con el señor Lujin?”
El Narrador llegado a este punto nos dibuja un Raskolnikov que se plantea que podría hacer él para evitar ese casamiento por dinero.  Recuerda que conoce una vieja usurera que vive con su hermana a la que maltrata, decide llevarle una sortija que le regaló su hermana para empeñarla, y empieza a tener ideas homicidas hacia la vieja.
Curiosamente entra en una taberna y siente una conversación entre un estudiante y un oficial del ejército que hablan sobre la vieja, lo mala persona que es, que es como un “parasito”, que no quiere a nadie, que incluso maltrata a una hermana menor, que al contrario de ella es muy buena persona; el estudiante llega a decir que la mataría; Claro que al final de la conversación dicen  que todo es una broma (fantasía escondida detrás de la comicidad o el chiste  según Freud, se verbaliza la fantasía en medio de una broma ocultado la verdadera intención) y que las cosas son como son y no se pueden evitar. Pero Raskolnikov  empieza a cavilar, y se pregunta por qué su ánimo está tan perturbado si la idea que tuvo (matar a la vieja) es solo una fantasía; Raskolnikov es bastante permeable a las ideas de los demás, a pesar de todo su carácter narcisista, y el hecho que la idea del crimen la hayan formulado un estudiante y un oficial del ejército todavía le cala más. Lo que le preocupaba es por qué se descubren tan fácilmente los crímenes y por qué encuentran huellas de los asesinos tan fácilmente. Según su juicio la razón principal consistía no tanto en la imposibilidad natural de ocultar el crimen, como en el criminal mismo; todos los criminales experimentan en el momento de cometer el crimen como un desfallecimiento de la voluntad y el juicio, y se apodera del criminal como una enfermedad que persiste en el tiempo (aún después del crimen) hasta desaparecer como cualquier otra patología. “El problema está en saber si es la enfermedad es la que engendra el crimen o si el crimen mismo va siempre acompañado, por su misma naturaleza, de cierto género de enfermedad”. Cuestión esta que Raskolnikov no cree poder resolver. Pero a la muerte que él se refería, pensaba que no se produciría tal sensación, tal derrumbamiento moral, ya que lo que él iba acometer no es un crimen, sino un bien a la sociedad, porque libra a la sociedad de lo que él llama un “piojo”, que es la anciana usurera.
Pero a la pregunta que Raskolnikov se hace, le podemos contestar que en su caso al menos, es “la enfermedad” la que engendra el crimen ¿De qué enfermedad se trata? La respuesta la dio Freud: “los que delinquen por sentimiento de culpa”. Freud Comenta:”(…) la conciencia de culpa preexiste a la falta; la culpa no procede de la falta, sino a la inversa, la falta proviene de la conciencia de culpa. A estas personas es lícito designarlas como  << criminales>> por sentimiento de culpabilidad” (Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad. Extraído de: Sigmund Freud. Obras completas. Volumen 14 [1914-1916]. Amorrortu Editores.  Bs. As., 1979, p. 338).
El hombre es culpable, intencionalmente es un criminal, su crimen reside en la fantasía y en los deseos culpables de la infancia, porque la pulsión de muerte exigió y obtuvo, de una u otra manera una satisfacción. Las satisfacciones disfrazadas, secretas, ocultas a la espera de aflorar se manifiestan por síntomas: la culpabilidad es asimilable a esos síntomas, y esperan un acusador para satisfacer la pulsión de muerte, como una pulsión masoquista, es decir de autodestrucción.
Raskolnikov es un hombre que no ha podido vencer la tentación, es cierto que ha dudado de llevar a cabo su plan, este se le presenta como una fantasía que pasa por su mente más allá de su voluntad, luego de la carta de su madre, el sueño con su padre, donde él se agarra fuertemente a su mano mientras ambos ven como Nikolai mata a la pobre yegua a bastonazos, la inmovilidad del padre que no hace nada… él tiembla y su padre lo único que dice es que se tienen que ir, que ellos no tienen que hacer nada ante lo que sucede. Él no dice haber odiado a su padre, pero describe su cobardía, por no intervenir en el asesinato de la yegua… Nada hizo, no logró sostener al niño, luego se perdió entre la gente hasta que reapareció cuando el asesinato ya se había cometido… Describe su desolación y su profundo sentimiento de desamparo. Todo esto  hace que su fantasía, y su idea de ser superior a su padre (el hijo pretende ocupar el lugar del padre como en complejo de Edipo, o la descripción que hace Freud de la jerarquía dentro de la familia en Tótem y tabú) se manifiesten en el asesinato de la vieja usurera.
Para Raskolnikov, el asesinato de la vieja usurera es, más allá de la acuciante necesidad de dinero, una prueba que él debe pasar para convencerse de que él pertenece a la categoría de los elegidos en cuyo caso no habría de sentir ningún tipo de arrepentimiento.
 Raskolnikov, cae como  en aletargo después de los crímenes tiene sueños repetitivos que le devuelven una y otra vez al escenario del crimen, los revive en sueños, tiene pulsiones de muerte y por ello se ve obligado a recordar lo que no quiere recordar, creándole angustia que es una necesidad del Yo, angustia que  lo prepara para un peligro venidero, el dolor del cuerpo, su enfermedad se relaciona con aquello que habla de su culpa; el inconsciente domina su mente, queda sustituido el principio del placer por el principio de realidad o supervivencia, repite el sueño a la espera de algo mejor, de retornar al principio del placer, volver al estado anterior a la génesis de la vida, que es el objetivo final de las pulsiones de muerte.
Otro aspecto que podemos encontrar en Raskolnikov es el deseo de ser “reconocido”, como diría Lacan, por los demás reconocido como “extraordinario” como un Napoleón o un Mahoma, pero no lo consigue, y se da cuenta que él pertenece a los hombres “ordinarios”. Se convierte en un ser herido por el fracaso, arrojado a la insignificancia y portador de sus pensamientos torturadores en secreto. Cuando ya no puede soportar su tortura se confiesa a Sonia, ella es pobre y buena hija, es una mujer de corazón puro, lo ama con devoción, cuenta los hechos y se siente mejor como una descarga de un peso, el peso de la culpabilidad (como sentía el borracho Marmeladov o el expatrón de Dunia, Svidrigailov, que el sentimiento de culpa y de miseria  ética los conduce al suicidio). Raskolnikov cree que solo ella puede, entender su crimen y ella solo sea capaz de perdonarlo; solo después puede dirigirse al fiscal y declararse culpable. Parece que Dostoievski tiene la idea que el pecado es la única verdadera comunión entre las criaturas. Para Dostoievski, parece que no hay otro medio de alcanzar la redención que partiendo del pecado… Culpa y expiación equivalen a culpa y redención. Parece resumir con esto toda la esencia de su cristianismo.
Un caso claro de esto lo encontramos en Marmeladov (que ya hemos citado más arriba), que bebe para olvidar su condición de miserable, miseria que le ha producido la misma bebida que lo ha  dejado sin trabajo. Es tan miserable que roba el dinero que su mujer tiene para dar de comer a sus hijos pequeños, pide dinero a su hija que se prostituye, para beber. Él tiene claramente un deseo de autodestrucción (Pulsiones de muerte), y se siente aliviado de su culpa cuando su mujer le pega, aguanta el castigo sin queja (como un gusto masoquista), hasta como él dice con placer; También llega a decir: “¡Bebo porque quiero sufrir doble!” Este deseo de autodestrucción lo lleva al suicidio. La muerte en su caso es la expiación de sus pecados.
Freud rechaza la doctrina dostoievskiana de que “solo alcanza el grado supremo de eticidad quien ha llegado hasta la pecaminosidad más profunda”. Sigue diciendo Freud: “Ético es quien reacciona ya ante la tentación interiormente sentida, sin ceder a ella (…) pero quien alternativamente peca, y luego, en su arrepentimiento, formula elevados reclamos éticos parece que arregla las cosas según su comodidad. No ha realizado lo esencial de su eticidad, la renuncia, pues la vida ética es un interés práctico de la humanidad (…)  Quien así actúe se parecerá a los bárbaros del tiempo de las invasiones, que asesinaban y luego pagaban una multa, con lo cual esta, era una técnica para posibilitar el asesinato. Iván el Terrible no se comportaba de otro modo; y aún este componente con la eticidad es un característico rasgo ruso” (S. Freud, Dostoievski y el parricidio, 1928).
No podemos olvidar que Freud habla de Dostoievski y nos tenemos que preguntar de dónde viene  esa tentación de catalogar a Dostoievski como criminal y Freud dice: “en el criminal hay rasgos esenciales: el egoísmo sin límite y las intensa tendencia destructiva; estos dos rasgos se exteriorizan en el desamor y la falta de valoración afectiva” (S. Freud, Dostoievski y el parricidio, 1928). Se acuerda Freud de lo opuesto en Dostoievski: su gran necesidad de amor y su gran capacidad de amar. Y lo resuelve así:” La contradicción se resuelve entendiendo que la fortísima pulsión destructiva de Dostoievski, que fácilmente lo habría convertido en un criminal, en el curso de su vida se dirigió sobre todo hacia su propia persona y se expresó como masoquismo y sentimiento de culpa” (S. Freud, Dostoievski y el parricidio, 1928).
Raskolnikov reniega de su acto dice:” Debía haberlo sabido. ¿Y cómo me atreví, conociéndome, presintiéndome, a esgrimir el hacha y derramar sangre (…) Eso de la vieja es un error… Yo no quería más que saltar cuanto antes el obstáculo,…pero el obstáculo no lo salvé; me quede en el lado de acá… Quizá yo mismo sea un piojo, todavía más repulsivo e innoble que el piojo asesinado”. Él pensaba en un comienzo que tenía toda la fuerza, toda la inteligencia que le permitiría ubicarse en el orden superior que había creado; por eso cuando le dice al policía que él no se tiene por ningún Napoleón, ya había comenzado a darse cuenta que él no pertenecía a la categoría de los hombres superiores, sino al tipo de hombres que él había colocado en el plano de los hombres despreciables.
Hay expresiones que parecen como de arrepentimiento, pero que más que movido por la culpa parece lamentarse de su gran error. Al final de la obra en el epílogo, Raskolnikov no es ajeno a su acto, pero reniega de él renegando su significado criminal. Su teoría, devenida creencia le impone el reconocimiento de criminalidad de su acto. Por eso también su ejecución es una realización del deseo del Otro (ese gran Otro que es el conjunto de hombres grandiosos que fundamentan su teoría), observemos les elucubraciones que facilitan el camino hacia la regeneración: Raskolnikov reflexiona:”¿En qué era mi idea más estúpida que otras ideas y teorías que ruedan y chocan contra otras por el mundo y así lo aran mientras el mundo exista?”
“Veamos: ¿por qué mi conducto os resulta tan torpe? – decía él para sus adentros – ¿Por qué fue…criminal? ¿Qué significa vuestra criminalidad? Mi conciencia está tranquila. Cierto es que se consumó un crimen de pena capital; cierto que se infringió la letra de la ley y se derramó  sangre; bueno tomad mi cabeza por la letra de la ley… ¡Y basta!”
Es notable la manera de expresarse:” es cierto que se cometió un crimen”; “es cierto que se derramó sangre” “es cierto que se infringió la ley” habla como de cosas ajenas a él, en un no compromiso subjetivo, ya el narrador en algunos pasajes nos dice: todo, hasta su crimen, su condena y su deportación, le parecían un hecho exterior, ajeno, no relacionado con él. He aquí la escisión.
Lacan Comentando el Esquema del psicoanálisis remarca que cuando Freud mismo dice: “se estaría tentado de calificar como astuta y hasta maliciosa esta manera de tratar la realidad” a través de la escisión, ironiza menos sobre el Yo en su función de síntesis que sobre el sujeto en su relación con la ley.
 En Freud se ve que el concepto de renegación propio de la psicosis, y luego del fetichismo ha conducido al concepto de escisión, para dar cuenta del carácter parcial de la regeneración.
Raskolnikov reniega de su acto, lo cual no puede asumirlo como propio. Está siendo castigado por una culpa que no asume, por ello el castigo no es verdaderamente efectivo para aliviar sus tormentos por vía de la expiación. Sin embargo, como la culpa puede negar, pero no desaparecer, nos hace pensar que esta culpa, que se ha sustraído de su conciencia, es trasmitida  a través del sufrimiento corporal; fiebre, temblores, abatimiento físico, etc. Para llegar a esta conclusión recurrimos a Freud, quien en el artículo ya citado de Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad, refiriéndose a los casos en que el sentimiento de culpa no aparece en la conciencia, dice que: “había podido demostrarse su preexistencia, por toda una serie de otras manifestaciones y efectos”.
También en Raskolnikov, podemos observar, antes de cometer el crimen una serie de otras manifestaciones que expresan, no ya, la culpa corriente que sintió ante el sacrificio de su madre y su hermana, sino ese sentimiento de culpa (inconsciente) anterior al crimen. Muchos malhechores sufren previamente una gran tensión que se le alivia después de cometer la falta por la expectativa del castigo que conlleva la expiación (sentimiento masoquista, relacionadas con las pulsiones de muerte). Esto no ocurre en Raskolnikov, no siente ningún alivio porque no puede expiar una falta que no asume como propia.
Si para Dostoievski culpa y expiación es el origen de la redención, esto no le ocurre a Raskolnikov. Dostoievski le tiene reservada otra vía de redención… El amor, a Raskolnikov al final no le importa su fracaso como hombre superior, desde que se siente colmado por el amor a Sonia acepta con naturalidad su condición de simple ser humano y comienza su regeneración (el poder del amor).
Dostoievski escribió en alguna ocasión:” En nuestro planeta solo podemos amar sufriendo y a través del dolor; no sabemos amar de otro modo ni conocemos otra clase de amor”.

Jorge Martín Gálvez