viernes, 20 de mayo de 2016

LA MODERNIDAD CINEMATOGRAFICA



LA MODERNIDAD CINEMATOGRÁFICA
(LA NOUVELL VAGUE)
Durante la década de los 50, el lenguaje cinematográfico comienza a experimentar cambios significativos. La película Té querré siempre (viaggio in Italia, 1953), de Roberto Rossellini, supone un punto de inflexión respecto al neorrealismo italiano, ofreciéndose como una de las propuestas más sorprendentes y rupturistas del momento. Rossellini rueda una obra de gran libertad expresiva con la que realiza un importante ejercicio de improvisación. Esta independencia  respecto a las convenciones del clasicismo convirtió la cinta en el centro de referencia, llegando a ser considerada como el punto de partida de la modernidad por el director Francés Jacques Rivette. Por otro lado Michelangelo  Antonioni rueda, por aquellos años, una serie de films en los que recurre repentinamente a los tiempos muertos, empleados en antaño por Vittorio DE Sica en Umberto D (1951). Su primer largometraje como realizador, Crónica de un amor (Cronoca di un amore, 1950), está considerada por Noël Bürch como una obra clave en la recomposición de las estructuras narrativas del cine (Noël Bürch, Praxis del Cine, Fundamentos, Madrid, 2008, págs. 81-82). En este film, la cámara cinematográfica se expresa mediante el empleo de largos Planos-secuencia que pretenden atrapar la temporalidad de cada acción. La insistencia de este innovador maestyro en la dilatación de la duración de los planos se irá observando durante el resto de la década a través de películas como La dama sin camelias (La signora senza camelie, 1953), Las amigas (Le amiche, 1955) o El grito (Il grido, 1957), cinta que reúne los rasgos fundamentales del primer Antonioni, antes de su gran salto a la modernidad.
En Francia y aunque siempre ha habido sectores que ha rechazado lo moderno por el simple hecho de serlo, se inauguró en el cine una corriente (efímera como todas las roturas), que ha marcado para siempre el devenir del séptimo arte la Nouvell Vague, que podríamos llamar heredera del Posneorrealismo italiano. Hoy podemos recordar aquellas películas más representativas como Los Cuatrocientos Golpes (1959) de François Truffaut, Hiroshima, mon amur (1959) de Alain Resnais y Al final de la escapada (1960) de Jean-Luc Godard. Lo que no hay duda es que la  Nouvell Vague significa la entrada, el auténtico pórtico del cine contemporáneo. Lejos de ser un capítulo más de los muchos que tiene el cine, sus influencias alcanzan al cine de nuestros días, sobre todo al cine independiente. Hay una descomposición del relato tradicional, Alain Resnais y Jean-Luc Godard son los máximos exponentes. Desde sus inicios con el mediometraje documental Noche y Niebla (Nuit et brouillard, 1955) o los Largometrajes Hiroshima, mon amour (1959) o El año pasado en Marienbad (L’année denière a Marienbad, 1961), Resnais se caracteriza por el uso  de estructuras narrativas que alternan indistintamente los hechos del pasado con acciones del presente. Este rasgo distintivo ha definido, en líneas generales, su obra como cine especialmente interesado en el análisis de la memoria y el recuerdo, germen del que surgió piezas tan destacadas como Muriel (Muriel ou le temps d’un retour, 1963), La guerra ha terminado (La guerre est finie,  1966) o Providence (1976).
Jean-Luc Godard irrumpió en el panorama cinematográfico con su opera prima, Al final de la escapada (Àbout de soufflé, 1959). Como afirma Román Gubern “Godard se nutrió con fruición del cine norteamericano y de sus mitos” (Román Gubern, Godard polémico, Tusquets, Barcelona, 1969, pág. 17). El impacto de los Thrillers y de los films de aventuras de serie B fue importante en su debut como realizador. Su predilección por el cine de gángsters no resulta casual por lo que género tiene de repudio del orden social. La postura moral de Godard y su pesimismo amargo respecto a la realidad cristalizaron en una nueva forma de expresión visual.
En su primer largometraje, Jean-Luc Godard deja patente su ruptura con respecto al modelo de representación institucional a través del empleo de alternativas al montaje continuo del cine norteamericano. En Al final de la escapada, Godard viola las convenciones de la continuidad espacial, temporal y gráfica mediante el uso sistemático del salto de imagen. La continuidad clásica evitaba estos saltos mediante el uso del Plano/contraplano. Sin embargo, este film potencia la discontinuidad a base de montar de manera consecutiva planos que entre sí delatan el trascurso de un breve espacio de tiempo dentro de la historia. El montaje discontinuo es una de las principales aportaciones de Godard al, proceso de descomposición del relato clásico. Este recurso provoca emparejamientos incorrectos en las relaciones espacio-temporales y también quiebros en el eje de acción.
La Nouvell Vague provocó en todas las pantallas, incluso las de Hollywood, una catarsis Aristotélica, equiparable a lo que fue la Psicoanálisis en la novela. Ese cine de autor ya esbozado por Alexander Astruc, uno de los precursores de la nueva ola de cineastas parisinos y La cinefilia tal como ahora la conocemos. 
De todos los cines surgidos entre finales de la década de los 50 y principio de los 60: el free-cinema inglés, el Underground norte americano, el Cineme Novo brasileño o el Nuevo Cine españo; la Nouvell Vague (que fue ejemplo para ellos) fue el único que tuvo incidencia directa en el lenguaje cinematográfico. A día de hoy la Nouvell Vague es el único de aquellos cines que sigue plenamente vigente. De Bertolucci hasta Von trier, la mayor parte de los cineastas más sugerentes de los últimos 50 años son epílogos del gran Godard.
Si al aspecto cinematográfico se refiere, la vigencia de la Nouvell Vague, viene a dar prueba hasta la obsesión de Hollywood por hacer remake de los éxitos del gran Truffaut (por cierto con bastante desatino); en el interés cinéfilo podemos expresarnos en idénticos términos. La cinefilia es revisionista por excelencia, nunca mejor dicho, como afirma el autor de Al final de la escapada (Jean-Luc Godard), para el cinéfilo “Nosferatu” (1922), no es una película antigua, la cinefilia se alimenta de placeres y delicias que para los amantes de los efectos especiales, las secuelas y los artificios que constituye el cine de nuestros días, no son más que antiguallas. Pues la Nouvell Vague es el único de los mitos cinéfilos probablemente vigentes, plenamente modernos hoy en día.
La Nouvell vague (con el nunca bien ponderado Jean-Luc Godard) es especialmente quien divide en antes y después la historia del cine sonoro, de ella nace el cine independiente, a la vez que el experimental da un paso de gigante.
Con la Nouvell Vague que es al cine lo que el Rock a New Wave, nace ese amor a la filmoteca, esa pasión desmesurada por las películas, la cinefilia como hoy la conocemos.




Bibliografia:
Dossier literatura i cinema (dossier textos II). De la imagen y del lenguaje (En torno a la Nouvell Vague).
Carlos Giménez Soria, El arte conceptual y la Modernidad cinematográfica: Michelangelo Antonioni y Jean-Luc    Godard.
revistes.ub.edu/index.php/filmhistoria/article/.../17251. 2013
Javier Memba: La Nouvelle Vague. La modernidad cinematográfica.
T&B Editores, 2009





 Jorge Martín Gálvez




 






La palabra

La palabra, qué poder, qué peso, qué arma; melodía sonora en labios de los enamorados; qué  hiriente en manos de de nuestros enemigos; qué confor en la voz de mi madre. Qué esclavitud, para mí, soy preso de mis palabras, son mi penitencia, mí castigo. Quisiera permanecer mudo, que nadie me escuchará, para no herir, para no mentir. Quisiera hacer soliloquios, solo hablarme a mí, solo castigarme yo, solo torturarme yo. Solo elevar la voz para el rezo oculto, y llorar gritando.
Jorge