jueves, 27 de junio de 2019

Comparativa entre "El paraíso perdido" de Milton, "La Biblia" y "El árbol de la ciencia" de Pio Baroja


Contenido



1. Introducción. 2

2. El Infierno. 3

3. El Jardín del Edén, la tentación de Adán y Eva y el Pecado Original 6

4. La expulsión de Adán y Eva del Paraíso. 22

5. Conclusiones. 25

6. Bibliografía. 27


1.      Introducción


El paraíso perdido de Milton, en esta obra el autor nos empieza a narrar la historia justo después de la batalla que ha sucedido entre ángeles díscolos contra la divinidad –que vamos a llamar Yahweh por respeto a la tradición–, estos ángeles han sido expulsados por Yahweh, que ha vencido, del Cielo a un lugar inhóspito, el Infierno. Los ángeles están capitaneados por el que era ángel más bello de la corte de Yahweh, Lucifer (también conocido como Satán). Satán arenga a sus discípulos “hay vengarse de la divinidad” y sí no pueden hacerlo directamente lo harán a través del hombre, una nueva creación de la divinidad.
En la obra de Milton cuando son expulsados los ángeles diabólicos al infierno, aún no había sido creado el Mundo ni las criaturas que más adelante recibirán el nombre de Adán y Eva, hombre y mujer. El Cielo ya existía también durante la batalla, pues es el lugar donde se  ha librado esta, diferencia de la Biblia que nos dice que “En el principio Dios creo el cielo y la tierra” (Génesis 1:1) y “Esta es una historia de los cielos y la tierra en el tiempo en que fueron creados, en el día que Yahweh Dios hizo tierra y cielo” (Génesis 2:4)[1] Del infierno, el Génesis no nos habla. Milton ya  nada más comenzar su relato nos dice:
El soberano poder le arrojo envuelto en llamas y en una vergonzosa humillación desde las etéreas bóvedas. Deforme y ardiendo, cayó en el abismo sin fondo de la perdición [el infierno], para permanecer en él cargado de cadenas de diamantes y rodeado de fuego castigador.[2]
Es decir que el infierno ya existía antes de la creación de la Tierra y el hombre.
Para este estudio la traducción que he encontrado del El paraíso perdido de Milton esta en prosa y no en verso como es la original.
El árbol de la ciencia de Pío Baroja, que hace referencia con este título a los dos árboles del Jardín del Edén bíblico, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia (Génesis 2:9).  El árbol de la Vida a quien comía de su fruto le daba vida eterna, pero el árbol de la Ciencia, del que estaba prohibido comer su fruto por la divinidad, te daba la muerte. El saber está vedado al hombre:
Y también impuso Yahweh Dios este mandato al hombre: de todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque el día que comas de él, positivamente morirás (Genesis 2: 16-17).
Baroja en su obra que podemos catalogar de filosófica, nombra por primera vez el árbol de la ciencia en el capítulo III de la cuarta parte; dice el tío Iturrioz a su sobrino Andrés Hurtado, el médico protagonista de la historia:
—Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia y del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso, y según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia no dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste.[3]
Ambas obras la de Milton como la de Baroja,  tomando como referencia la creación y el Jardín del Edén, hacen una reflexión sobre el bien y el mal, sobre el sufrimiento humano, y cómo es posible que la divinidad lo permita con lo fácil que le sería evitarlo, ella que es todopoderosa. Dejando de lado lo que sería el libre albedrío, la divinidad omnipresente y conocedora del pensamiento humano tendría que evitar las malas actuaciones de este, antes de que las cometiera.

2. El Infierno


Los ángeles caídos en el abismo y la oscuridad, aturdidos después de ser enviados a la oscuridad: “Nueve veces, durante el espacio que mide ahora el día y la noche a los hombres mortales, permaneció Satán tendido, rodando en el lago ardiente confundido aunque inmortal”.[4]
Los diablos han perdido su paraíso, el cielo. Han perdido la felicidad, y por ello almacenan dentro de sí un odio y una sed de venganza. El lugar que la divinidad a preparado para estos ángeles rebeldes es una cárcel en las tinieblas exteriores, “un lugar que está tres veces separada de Dios y de la luz del cielo como el centro de la nueva creación [la Tierra] lo está del polo más elevado” [el cielo].
Pronto el arcángel va reconociendo a sus compañeros de caída: Beelzebub, el príncipe de los infiernos segundo de Satán, Molocch, Chamós (Péor), Baal y Astaroth, estos últimos a veces con sexo femenino otras con sexo masculino o ambos a la vez, porque los Espíritus toman a su antojo uno u otro sexo o ambos a la vez. Esto recuerda al discurso de Aristófanes en el Banquete de Platón:

Primerament, en efecte, eren tres els tipus sexuals dels essers humans, no pas dos com ara: mascle i femella, sinó que existia a més un tercer, comú aquests dos tipus, el non del qual ha restat actualment, per bé que en si mateix a desaparegut. L’androgin, efectivament, era aleshores un sol tipus, quan a forma i nom, comú a tots dos tipus sexuals: el del mascle i de la femella, [...][5]

Continúa Satán reconociendo a ángeles caídos y aparece Artoreth (llamado por los fenicios Artaté), luego Tammuz y Dagón (monstruo marino), Rimnón, Osiris, Isis y Orus, el último que se presentó fue Belial. Todos estos ángeles caídos, según Milton, que son líderes en la batalla contra el todopoderoso Yahweh –son llamados como lo fueron los ídolos conocidos en tiempos posteriores en Canaán y sus países vecinos–,[6] todos ellos cabezas del ejército de ángeles díscolos.
Todos aquellos ídolos o dioses y muchos otros se presentaron reunidos y aunque su mirada era humilde y lastimosa, se podía descubrir a través de ella, un relámpago obscuro de gozo por haber encontrado a su jefe animoso aún y por haber descubierto que todavía no estaban perdidos del todo. Satán recobrando su orgullo arengó a los allí reunidos para elevar su desfallecido valor y disipó sus temores.
Manda entonces que sonaran las trompetas y clarines y que ondeara su poderoso estandarte, la enseña imperial brilló como un meteoro, sonaba el golpeteo de los blasones de oro y al chocarse unos con otros emitían sonidos de guerra, lo que provocó que el ejército universal contestara con un grito que hizo temblar la concavidad del infierno y llevó el terror más allá del imperio del Caos.
Es curioso que Milton haga tantas referencias al Caos como el lugar anterior a la creación y que “el Cielo y la Tierra salieron del Caos como afirma en la página cinco de la obra escogida para este estudio, a mi parecer es una clara referencia o influencia de la tradición clásica griega, en La Teogonía de Hesíodo encontramos:

En primer lugar existió el Caos. Después Gea [la tierra] la de amplio pecho, Cosmogonía [universo, cielo] sede siempre segura de todos los inmortales [Dios y los ángeles][…]En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro [el infierno][7].

Continúa Milton con más semblanzas en su relato con la tradición griega clásica, la divinidad, Yahweh ha vencido a los diablos con su ejército de arcángeles y con su rayo:

[…] aunque dominando a todos sus compañeros brillaba de aquel modo el arcángel caído. Sin embargo veíanse [sic] en su semblante las profundas cicatrices que en él había abierto el rayo[8] […] Contra el estrepito de su potente rayo opongamos nosotros nuestros roncos estruendos infernales[9] […] o sí allá en el cielo la intermitente venganza volviese a armar su diestra con los rayos que tan profundas heridas han abierto en nuestros pechos?[10]

En La Teogonía, Hesíodo nos relata: “Al mismo tiempo, los vientos expandían con estrépito la conmoción, el polvo, el trueno el relámpago y el llameante rayo, armas del poderoso Zeus” –máxima divinidad, cómo Yahweh–[11], como vemos hay una clara alusión a la obra de Hesíodo en la obra del poeta inglés. Además de utilizar todos los ídolos y dioses de los pueblos gentiles que salen en el Antiguo Testamento y convertirlos en socios de Lucifer, también ha cogido alguna criatura como los titanes que son nombradas en La Teogonía del aedo griego.
Se reúnen en el Pandemonio los ángeles caídos, en el palacio creado por Satán, para elegir la estrategia para recuperar el paraíso perdido
Los demonios discuten como deben vengarse o como deben enfrentarse a la divinidad todopoderosa, en una guerra abierta o de una manera más sutil, destruyendo la criatura que según la profecía la divinidad tiene que crear.
Los ángeles caídos, se conforman con perturbar la tranquilidad del Cielo, saben que no morirán, pues son eternos y el castigo no puede ser peor que el que están sufriendo ya.
Llegan noticias  de que Yahweh ha creado un mundo nuevo y en este ha hecho un jardín, el Jardín del Edén, un paraíso donde la divinidad ha colocado a sus criaturas creadas a imagen y semejanza de la divinidad:

Y Yahweh Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida y el hombre vino ha se alma viviente. Además, Yahweh Dios plantó un jardín en el Edén hacia el este y allí puso al hombre que había formado (Génesis 2: 7-8)
Satanás ante estas noticias espera a que alguno de sus príncipes se ofrezca a comprobar si las noticias son verdaderas, pero nadie dice nada, tienen miedo de la espada de Arcángel Miguel, por un lado así es mejor para el Rey de los demonios, así nadie dudará del liderazgo de él; Lucifer se ofrece como líder supremo a comprobar por sí  mismo la veracidad de la noticia.


3. El Jardín del Edén, la tentación de Adán y Eva y el Pecado Original


La divinidad sentada en su trono y junto a él su hijo, ambos  ven como Satán vuela hacia el nuevo mundo creado, predice la divinidad el éxito del propósito de Lucifer, el cual pervertirá a la especie humana. Yahweh manifiesta  cómo su justicia y su sabiduría están exentas de toda culpa por lo que va a suceder, él ha creado al hombre libre y capaz de resistir la tentación. Sin embargo declara su deseo de perdonar al hombre por no haber caído por su propia maldad como Satanás, sino por la seducción de este.
En el Génesis la Biblia nos relata en lo referente al castigo de Adán, Eva y a la serpiente, que es cierto no los mata instantáneamente, por su desobediencia a unos y por el engaño a la otra. Dirigiéndose a la serpiente le dijo la divinidad:

Porque has hecho esta cosa, tú eres la maldita entre todos los animales domésticos y entre todas las bestias salvajes del campo. Sobre tu vientre irás, y polvo es lo que comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella (Génesis 3: 14-15).

A Eva le dijo:
      
Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez, con dolores de parto darás a luz hijos, y tu deseo vehemente será por tu esposo y él te dominará (Génesis 3: 16).

Y Adán le dijo:
           
Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto al cual te di mandato: maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que comer la vegetación del campo. Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás (Génesis 3: 17-19)

Cómo vemos no los ha matado, pero sí que los ha condenado a muerte porque ya no les dejará comer del árbol de la vida eterna y así se han convertido en mortales. Y dice la divinidad:

Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al comer de lo bueno y de lo malo, y ahora para que no alargue la mano y efectivamente tome [fruto] también del árbol de la vida y coma y viva hasta tiempo indefinido…(Génesis 3: 22).

Volviendo a la obra de Milton, el Hijo de Dios glorifica a su Padre por la manifestación del perdón ofrecido al hombre; pero Dios manifiesta, además, que aquella gracia no puede concederse a la criatura a menos de recibir una satisfacción la justicia divina:

[…] el hombre ha ofendido a la majestad de Dios aspirando a la divinidad, y por tanto, condenado a muerte con toda su posteridad, es preciso que sufra castigo a menos que algún ser capaz de expiar su ofensa se ponga en su lugar. El hijo de Dios se ofrece voluntariamente por rescate del Hombre: el padre lo acepta, consiente en la encarnación y declara que será exaltado sobre todo cuanto existe en el Cielo y la Tierra.[12]

Todo esto sucede antes de la entrada de Satán en el Jardín del Edén.
Continúa el relato de Milton: Satán recorre volando el Limbo de la Vanidad, desde allí se desplaza el Enemigo de la divinidad a las puertas del Cielo. En su camino ve cataratas que agua que emanan del firmamento, pasa Lucifer cerca del sol, se dirige a la escalera de oro que conduce a la puerta, ya está en el escalón más inferior, el Universo está hacía abajo a su espalda, vuelve la vista y queda sorprendido de la belleza del Universo. Llega a la cima de la cumbre de la montaña donde está el Cielo, ve una metrópoli, un país conocido, con torres y obeliscos resplandecientes iluminados por los primeros rayos del sol, no recordaba el Cielo, su casa tan bonito, pero a la vista de todo aquel mundo, a sus ojos tan hermoso, a la par que admiración sintió una gran envidia.
Va buscando el ángel caído alguna referencia de donde está la nueva creación, de ese jardín donde la divinidad ha depositado el primer de los hombres padre de todos los humanos. Ve a lo lejos un ángel glorioso que permanecía de pie, aunque estaba de espaldas se veía que era hermoso. Una tiara de oro coronaba su cabeza, y su cabellera rizada brillaba también al sol, cabellera que caía hasta el nacimiento de las alas. Estaba el ángel distraído, como si estuviera reflexionando. Satanás para engañar a este portero del Jardín del Edén cambió su forma y tomo la de un querubín adolescente, no de los de primer orden, sino uno menor para dar menos sensación de peligro, haciendo ruido se acercó al Ángel brillante el enemigo del Divino, este se giró al sentirlo cerca. Cuando se giró Satán lo reconoció era el arcángel Uriel, uno de los siete, que están más cerca del trono de Yahweh.
Se dirige Lucifer disfrazado a Uriel, haciéndole un poco la pelota para que se sienta importante y no le ponga pegas a lo que le quiere pedir –Jhon Millton veladamente nos muestra que un arcángel puede tener un sentimiento tan de mortales como la vanidad, incluso entre los más cercanos a Dios–, le dice al arcángel:

Uriel, tú que de los Siete Espíritus gloriosamente brillantes que permanecen en pie delante el trono elevado de Dios estás acostumbrado, como intérprete de su gran voluntad, a trasmitirla al más alto cielo, donde todos sus hijos guardan tu embajada, también aquí sin duda por decreto supremo obtienes el mismo honor y, como uno de los ojos del Eterno, visitas a menudo esta nueva creación. Un indecible deseo de ver y conocer las sorprendentes obras de Dios, y particularmente el Hombre, objeto principal de sus delicias y de su fervor, el Hombre para quien ha dispuesto todas estas obras tan maravillosas, este deseo me ha hecho abandonar los coros delos Querubines y andar solo y errante por estos lugares. Oh tú, el más brillante de los serafines, dime, ¿en cuál de estos orbes resplandecientes tiene el Hombre su residencia fija?; o, no teniendo ninguna morada fija, ¿puede habitar conforme a sus deseos todos esos brillantes orbes? Dime, ¿dónde puedo hallar, donde puedo contemplar con mi muda sorpresa o mi manifiesta admiración aquel a quien el Criador ha prodigado tantos mundos y en quien ha derramado todas sus gracias? Ambos en seguida, y así en el hombre como en todas las cosas, podremos alabar como merece al Criador universal, que justamente ha arrojado a lo más profundo del infierno a sus rebeldes enemigos [le recuerda la victoria de la divinidad y su ejército contra los ángeles caídos, porque seguramente Uriel fue uno de los protagonistas principales, por su condición de ser uno de los siete arcángeles más cercano a la divinidad]  y  quien, para reparar semejante perdida, ha creado esa nueva y dichosa raza de hombres para mayor gloria suya.[13]

Uriel lo deja entrar, y le indica donde está Adán, él se acerca y queda maravillado de la perfección de la creación de Dios. No obstante, esto no lo detiene de seguir su propósito.
Satanás toma la forma de cuervo marino [diferente que en la Biblia, que se transforma en serpiente] para espiar a Adán y Eva, y por casualidad se posa en el árbol de la Vida, por ser el más hermoso del jardín. Los escucha hablar y es cuando descubre que les está prohibido comer del árbol de la Ciencia bajo pena de muerte. Trama un plan para que quebranten la prohibición, pero alarga la ejecución del plan para intentar conocer con mayor detalle la situación en que están, es decir si son inmortales o que grado de poderes tienen y si son parecidos a los que él mismo tiene, no olvidemos que hay una profecía que dice que están creados a imagen y semejanza de su creador.
Volvamos al Génesis bíblico, para ver como se refleja este episodio de espionaje a las criaturas creadas por la divinidad, y como Lucifer en forma de serpiente interactúa con Eva:

Ahora bien, la serpiente resultó ser la más cautelosa de todas las bestias salvajes del campo que Yahweh Dios había hecho. De modo que empezó a decir a la mujer. “¿Es realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol del jardín?” Ante esto, la mujer dijo a la serpiente: “Del fruto de los árboles del jardín podemos comer. Pero en cuanto a comer del fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios ha dicho: No deben comer de él, no, no deben tocarlo para que no mueran”. Ante esto, la serpiente dijo a la mujer: “Posiblemente no morirán. Porque Dios sabe que el mismo día en que coman de él tendrán que abrírsele los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo (Génesis 3:1-5)

En la obra de Milton, como hemos visto más arriba Satán ha tomado la forma de cuervo marino y posado en el árbol de la Vida medita, no medita sobre la vida, sino sobre la muerte de los vivos, no pensó en la virtud del árbol que da la vida y cuyo buen uso hubiese sido la prenda de la inmortalidad, sino lo uso para aumentar el alcance de su mirada. Ve a lo lejos las figuras humanas de Adán y Eva, como hemos comentado más arriba, y Milton describe a los padres de la humanidad como seres muy perfectos y hermosos:

En sus divinas miradas brillaba la imagen de su glorioso autor, con la razón, la sabiduría y la virtud severa y pura; pero la virtud, aunque austera inseparable de esa verdadera libertad filial que constituye la verdadera autoridad humana. Desiguales eran aquellas dos criaturas, así como tampoco eran parecidos sus sexos: dotado él de valor y reflexión, ella formada por Dios para él. La hermosura y ancha frente del hombre y su sublime mirada revelaban el supremo poder; sus rubios cabellos, divididos por delante, caían en ambos lados en forma de rizos de un modo varonil, si llegar a tocar sus robustas espaldas. La mujer llevaba como un velo su cabellera de oro, que bajaba esparcida y sin ornato hasta su delgada cintura, enroscándose en caprichosos anillos como la vid se ensortija en sus apoyos: símbolo de la dependencia, pero de una dependencia reclamada con dulce autoridad, concedida por la mujer y mejor recibida por el hombre; otorgada con sujeción no manifiesta, con modesto orgullo, con tierna resistencia y amoroso retardo. Ninguna parte del cuerpo estaba oculta, porque entonces la culpable vergüenza no existía.[14]

La mujer y el hombre rubios como el oro, con cabelleras esplendidas, el hombre con una mirada poderosa, reflexivo, frente ancha –símbolo de inteligencia en el renacimiento– los rizos de él de forma varonil, el pelo de ella ¡símbolo de la de pendencia del hombre! ¡Concedida por ella y mejor recibida por él! La mujer no quiere tomar decisiones se las concede al hombre, y cuando decide pensar por ella misma, eso sí influenciada por una serpiente parlante, condena a la humanidad a la muerte.
La desnudez desvergonzada de los dos anterior a cometer la falta de desobediencia la narra así la Biblia: “Y ambos continuaban desnudos, el hombre y su esposa, y sin embargo no se avergonzaban” (Génesis 2: 25).
Satanás siente las primeras palabras de Eva y Adán, pone su oído fino para interpretar lo que dicen, Adán le comenta a Eva la grandeza y bondad del creador que les ha dado ese maravilloso reino para vivir. Que los ha sacado del polvo y los ha colocado en el Jardín del Edén y los ha colmado de felicidad y a cambio solo les pide que no coman del árbol de la Ciencia, plantado cerca del árbol de la Vida y exclama Adán: “¡tan cerca de la vida crece la muerte! ¿Qué es la muerte?” Se pregunta Adán, debe ser una cosa terrible sin duda, a firma, y le comenta a Eva:

[…] como tú no ignoras, Dios ha dicho que probar del árbol de la Ciencia equivalía a la muerte. He aquí la única prueba de obediencia que se nos ha impuesto, entre tantas muestras de fuerza y de poder como nos han conferido, después de hibérnesenos dado el dominio sobre las demás criaturas que poseen la tierra, el aire y la mar. No hallaremos por tanto, penosa una ligera prohibición, cuando por otra parte gozamos el amplio uso de todas las cosas y de la ilimitada elección de todos los placeres.[15]

Como vemos por un lado lo tienen todo, comida, compañía de los animales y entre ellos, no pasan frío ni calor y no necesitan nada material, además de tener vida eterna y no envejecer; lo único que no tienen es el conocimiento del bien y del mal y de la ciencia, pero no lo necesitan, como hemos visto pues tienen de todo. Pero el ser humano nunca tiene bastante y basta que le prohíban una cosa para que la desee más o se puede aplicar el refrán español de: “No solo de pan vive el hombre”, que a veces con tener las necesidades básicas cubiertas no tenemos suficiente.
Sobre este particular encontramos en El árbol de la ciencia, de P. Baroja una reflexión que hace Andrés Hurtado, el protagonista de la novela, en una conversación con su tío Iturrioz:

La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir  languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como una mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. […] El individuo o pueblo que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían a los mortales. El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el espíritu de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que es necesaria para la vida.[16]

El hombre necesita del conocimiento para avanzar, sino viviría esclavo de sus pasiones y encerrado en un bucle donde todo es siempre igual, hay que arriesgar si quieres ganar o por lo menos jugar, sino juegas no ganas.
Volvamos a la obra de Milton, Satán ya ha descubierto que no pueden comer del fruto prohibido, él se plantea como es posible que les esté prohibida la ciencia:

[…] parece que no todo les pertenece [a Eva y Adán], que crece en este sitio un árbol fatal, llamado árbol de la Ciencia, cuya fruta les está vedado gustar. ¿Prohibida la Ciencia? Esto es sospechoso e irracional ¿Por qué el señor les envidiaría la Ciencia? ¿Es delito conocerla? ¿Acaso es la muerte? ¿Existen únicamente por la ignorancia? ¿Es este su estado afortunado, la prueba de su obediencia y de su fe? ¡Oh! ¡Que feliz fundamento para establecer en él su ruina! Por aquí excitaré en su ánimo un deseo mayor de saber y de despreciar un mandato envidioso, inventando con el objeto de tener humillados a los que la Ciencia elevaría a la altura de los dioses: aspirando a ser tales, lo probaran y morirán […][17]

Las preguntas que se hace satán son muy pertinentes, ¿se es más feliz viviendo en la ignorancia, aunque lo tengas todo?
En El árbol de la ciencia, Hurtado dice que seguramente Dios después de prohibirles comer del árbol de la Ciencia y decirles que podían comer del árbol de la Vida, añadió: “Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá.”[18]
La falta de conocimiento nos animaliza.
Continuamos con Milton y su Paraíso perdido, Uriel se ha percatado que algo extraño ha ocurrido con el presunto ángel que él había dejado entrar en el Edén, lo ha perdido de vista y eso que tiene una vista portentosa. Se va a visar al arcángel Gabriel, jefe de las angélicas guardias y le explica lo sucedido. Gabriel le dice que vuelva a la puerta que él enviará a unos ángeles guerreros para ver lo que ha podido suceder. Manda a Ithuriel y Zefón, y les dice  que vuelen lo más rápido posible y que recorran todo el jardín, pero sobre todo el lugar que habitan las hermosas criaturas, que seguramente en el momento que Gabriel los está mandando estarán durmiendo. Se dirigen estos dos ángeles alados al Edén, a la descubierta del intruso que Gabriel sospecha es un diablo que se ha escapado de su confinamiento en el Infierno.
Ithuriel y Zefón, se encuentran a la pareja creada por la divinidad durmiendo y pegado como “un sapo” al oído de Eva, intentando con su arte diabólico incrustar en el cerebro de está el mandato para la traición, aprovechando que dormía inocentemente. Mientras estaba ocupado en estos menesteres, Ithuriel lo tocó con la punta de su lanza, y “como ninguna impostura alcanza a resistir el contacto de un temple celeste,” volvió Satanás a su estado natural. Satán se estremeció al verse descubierto y sorprendido y los ángeles guerreros retrocedieron un paso, medio sorprendidos al ver el terrible monarca de las tinieblas. Sin embargo se repusieron de la sorpresa inicial, acercándose de nuevo a él le preguntaron qué hacía allí, velando la cabeza de los que duermen. El diablo les preguntó: “¿Me reconocéis?” Y Zefón el bello querubín dijo que sí, pero que su forma ya no es la misma de cuando era recto y puro, ahora ha perdido la gloria y se parece a un “pecado” y al horrendo y tenebroso lugar donde ha sido condenado. Lucifer queda un poco perplejo y se lamenta de haber perdido el brillo de antaño. Les dice a los ángeles que no combatirá contra ellos, que solo lo hará de igual a igual contra Yahweh.
Le contesta Zefón:” nos ahorra la prueba de que el menor de entre nosotros podría hacerte solo contigo, malvado, y por consiguiente débil.”
Se escuchan ruidos que se acercan, es Gabriel con un escuadrón de ángeles, cuando lo ven Ithuriel y Zefón le entregan al que conducían. Gabriel lo mira y le interroga:
      
¿Por qué, satán has atravesado los límites prescritos a tus maldades? ¿Por qué vienes a turbar en su destino a los que no quieren rebelarse como tú? Atiende, sin embargo, que tienen poder y derecho para preguntarse por qué te has atrevido a penetrar en este lugar, donde te ocupabas, a lo que parece, en violar el sueño y en inquietar a los que Dios ha destinado este lugar para su felicidad.[19]

Satán le responde: “Gabriel tú que eras reputado en el cielo como sabio y como tal yo te había juzgado, con la pregunta que me has hecho me haces dudar de ello. ¿Escapar del infierno aunque este condenado? Tú mismo lo harías sin duda, tú mismo te apartarías lo más lejos del dolor, donde esperarías cambiar penas por placer y esto es lo que busco en este lugar.” Le añade Satán, “si el que me mandó aquella cárcel oscura no quería que saliera ¿por qué no puso puertas de hierro? Y es cierto me hallaron aquí, pero eso no quiere decir que haya utilizado violencia o engaño.”
Gabriel le contesta: “dudas ahora de mi sabiduría y ere tú quien avenido aquí olvidando que quien te condenó, puede condenarte siete veces peor de lo que lo ha hecho y que ninguna pena puede igualar a la cólera infinita provocada. Tú estás loco y además has venido solo. ¿Qué el suplicio es menor para ellos? O ¿Es que tú eres más débil y menos sufrido que ellos?”
Los dos se enzarzan en discutir si es más valiente uno o más cobarde el otro, qué si uno aguanta más que el otro, que sí para no haber conocido el mal, insultas demasiado.
Gabriel le dice que se vaya sino quiere que lo devuelva al infierno encadenado y humillado, y no volverá a escaparse si le dice a Yahweh que está allí. Tú y yo tenemos las mismas fuerzas, tú has cometido una locura, yo con ayuda te venceré, no opongas resistencia. Satanás alzo la vista y dijo: ya no más y huyo murmurando, con él también huyo la noche y amaneció.
Cuando amanece Eva le cuenta su sueño a Adán:

“¡Oh tú, el único con quien descansa el pensamiento, mi gloria y mi perfección! ¡Cuánto es mi gozo al ver tu rostro con el nuevo día! Esta noche (hasta ahora nunca había pasado una noche semejante) soñé (si fue sueño), no en ti, como hago muchas veces, […] sino en ofensas y turbaciones que nunca mi ánimo había experimentado antes de esta triste noche. Me ha parecido que alguno en mi oído, me llamaba con dulce voz; [...]  creí que era la tuya y me decía: “¿Por qué duermes, Eva?”[…] Me he levantado a tu llamamiento, pero no habiéndote encontrado, […] emprendí entonces mi paseo; parecióme [sic] que recorría sola diferentes caminos que me han conducido de improviso al árbol vedado de la Ciencia, el cual me pareció hermoso, […] Y como le admirase sorprendida, vi inmediato en él una figura semejante por su forma y por sus alas a uno de esos querubines celestes que hemos visto algunas veces […] Y decía: “Oh bella planta, de fruta tan cargada, ¿nadie se digna aliviarte de peso, ni Dios, ni hombre prueban tu dulzura? ¿Tan despreciada está la ciencia? ¿La envidia o alguna reserva prohíben el gustarte? […] nadie me privará a mí de ese don que me ofreces; ¿por qué sino para disfrutarlo estaría aquí? […] sin detenerse, con mano temeraria, lo arranca y lo prueba. Un frio horror heló mi pecho al oír palabras tan atrevidas […] pero él transportado de gozo dijo: “¡Oh fruto divino, dulce por ti mismo y mucho más dulce así cogido! ¡Prohibido de este modo parece que estás reservado únicamente para los dioses, y sin embargo, eres capaz de hacer a los hombres dioses! Llega aquí, dichosa criatura, Eva, hermoso ángel; comparte conmigo estos dones; aunque feliz seas puedes ser más feliz todavía, […] Gusta de esta fruta y de hoy más estarás entre los dioses, diosa tu misma, no más en la tierra confinada, sino que, como nosotros, ora permanecerás en el aire, ora ascenderás al Cielo por tu propio merito […] Hablando de esta suerte acercóse [sic] a mí y me llevó hasta la boca una parte de aquella misma fruta que arrancada por él había conservado: su grato y sabroso aroma inflamó de tal modo mi apetito, que me pareció imposible dejar de probarla. […] Pero ¡oh! ¡cuánta fue mi felicidad, cuando al despertar conocí que todo aquello no era más que un sueño![20]

Adán le contesta, que le turba que haya tenido ese sueño y le preocupa que sea debido al mal. Se pregunta: “pero ¿de dónde proviene el mal? El mal puede estar en el alma como facultades inferiores que obedecen a la razón como su soberana. La imaginación ejerce la primacía de estas  facultades inferiores, cuando estas despierto crea fantasías y formas leves que la razón reúne o separa, afirmando o negando, creando lo que nosotros llamamos opinión. Si se retira la razón, durante el sueño, la imaginación que busca contradecirla, quiere imitarla; uniendo confusamente las formas, produce muchas veces extrañas obras, sobre todo en los sueños, adecuando mal las palabras y las acciones. Puede el mal entrar o salir del espíritu de Dios y del hombre sin que él lo quiera y sin dejar en él ni huella ni mancha. Lo que me infunde confianza es que lo que aborreciste en sueño, no consentirás jamás hacerlo despierta.” Adán tranquilizada Eva le dice de ir hacer sus oraciones diarias.
Mientras las inocentes criaturas oran Yahweh los mira con compasión y llama al Arcángel Rafael y le dice: “Rafael ya sabes el desorden que ha causado Satán en el Paraíso terrestre, huyendo del infierno, sabes que ha perturbado durante la noche la pareja humana. Parte pues para el Jardín y le hablarás a Adán como su amigo, recuérdale su estado dichoso, la felicidad que goza confiado a su propia y libre voluntad, que aunque libre es mudable, adviértele que se guarde de desviarse por demasiada confianza. Señálale el peligro que le amenaza y de donde procede.”
Llega Rafael al confín oriental del Paraíso, se encuentra con Adán y le comenta que él es objeto de su visita. Adán convida a Rafael a comer de los manjares del paraíso, ente ellos frutos de ambrosía [lo que comen los dioses olímpicos]. Una vez satisfecho de los manjares y bebidas el ángel del señor anunció a Adán:

Si eres dichoso, se lo debes a Dios; si continúas siéndolo, lo deberás a ti mismo, es decir a tu obediencia [dónde está el libre albedrío]; por tanto, continúa en esta obediencia. Esta es la advertencia que te he dado; consérvala en tu memoria. Dios te ha hecho perfecto, no inmutable; te ha hecho bueno, pero te ha dejado dueño de perseverar en tu bondad: ha dispuesto que tu voluntad fuese libre por naturaleza y no sujeto al hado inevitable o a la inflexible necesidad. Desea que nuestros servicios sean voluntarios y no forzados; tales servicios no pueden ser aceptados por él, porque, ¿cómo asegurarse que unos corazones no libres obrasen voluntariamente o no, no deseando más que lo que el destino les forzase a querer, sin facultad de obrar otro deseo?[21]

La divinidad se contradice, pues te concede la posibilidad de elegir, pero sino haces lo que ella te dice o lo que a ella la agrada, te condena a muerte y antes que llegue está a la enfermedad, porque salud ya la tenías, a la desdicha, porque la felicidad ya la tenías, a la escasez, porque la plenitud ya la tenías.
Adán promete ser fiel a su creador, pero le pide a Rafael que le esplique que sucedió en el Cielo para que unos ángeles fueran expulsados de él. Rafael consiente en explicarle todo lo sucedido y le dice, que antes de ser creada la tierra donde él habita, había el Caos, donde se mueven todos los cielos, en el centro de estos cielos se sitúa ahora la tierra. Un día fueron llamados todos los ángeles de todos los confines en presencia del Omnipotente. Colocados por orden de jerarquía delante de Yahweh, este acompañado por su hijo a la diestra, les dirigió la palabra y les dijo que en ese día había engendrado a su único hijo, el que tenía a la diestra. Lo proclamo jefe de todos los ángeles desde el mayor rango al menor. Todos debían hincar la rodilla ante él. Empezaron las fiestas, los ángeles comían y bebían, cuando llegó la noche y se fueron a descansar, algunos ángeles permanecían despiertos velando el sueño de los otros. Satanás también estaba despierto, pero él era por otro motivo, él que era el más grande entre los Arcángeles, el de más poder y el favorito de la divinidad; ahora la envidia por el Hijo de Dios no le dejaba dormir, honrado aquel día por su padre y proclamado Mesías y Rey ungido. Satanás no pudo soportar aquel espectáculo y se creyó desgraciado. Decidió Satán retirarse a la media noche con todas sus legiones y menospreciar el Trono Supremo, desobedecerlo. Piensa Lucifer retirarse a sus cuarteles del Norte y crear su propio reino paralelo al de la divinidad y Jesús. Yahweh, que lo ve todo, no puede tolerar esta desobediencia y despierta a su hijo, ambos deben luchar para mantener el poder sin ningún tipo de discrepancia.
Satán en sus cuarteles del Norte, se sube a una montaña y erige su trono, allí en la montaña de la Alianza, reunió a todos sus partidarios y lo nombran Rey. La Divinidad, manda al Arcángel Miguel y Gabriel con sus tropas a combatir a los ángeles díscolos.
Los Arcángeles guerreros van venciendo a los sublevados que se retiran del campo de batalla por la noche. Lucifer Convoca un Consejo e inventan maquinas diabólicas que provocan el segundo día de batalla el desorden en las tropas de Miguel, pero al fin Miguel y sus ángeles guerreros arranca las montañas donde se refugiaban los demonios y abaten con ellas las fuerzas de Satán. Al tercer día  Yahweh manda a Jesús. A quien le estaba reservado el honor de la victoria. Llega al campo de batalla revestido del poder de su padre, mandando a todas las legiones que permanezcan tranquilas en sus puestos, avanza él solo sobre un carro y se precipita con el rayo en la mano en medio de sus enemigos, quienes incapaces de resistir, son perseguidos hasta las murallas del cielo. Se abren las puertas del cielo y caen los demonios en el abismo envueltos en horro y confusión. Después de esta gran victoria vuelve el Mesías junto a su padre.
Rafael, después de explicarle la guerra con los demonios y a petición de Adán, explica cómo y para qué fue creado en un principio el mundo. Rafael narra que: Jesús junto a su padre, cargados de Majestad Divina, con la sabiduría y el amor inmenso abrieron en toda su extensión sus puertas eternas del Cielo. Contemplaron el inconmensurable abismo, turbulento como un mar, sombrío y desierto y feroz. Pensaron ambos crear un mundo nuevo. Yahweh llevado por querubines entro en el Caos y el mundo no nacido. La divinidad trazó con un compás de oro la circunferencia de aquel universo y de todas las cosas creadas. Apoyó una punta de aquel compás en el centro y girando la otra en la basta y oscura profundidad dijo: “hasta aquí llegue su extensión; tus limites acaben en este lugar y sea esta mundo tu exacta circunferencia”. De esta forma creó Dios el cielo y la tierra, antes materia informe y vacía. Tinieblas cubrían el abismo. Sobre la superficie acuosa extendió sus alas y dio calor vital, todo lo corrompido se precipitó al fondo. Extendió el aire entre los objetos, repartió los diferentes globos y colocó la Tierra en el centro equilibrándose por ella misma. Y dijo: ¡Sea la luz! De repente la luz etérea, la primera de todas las cosas, brotó del Abismo.
En el Génesis bíblico encontramos: En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Ahora bien, resultaba que la tierra se hallaba sin forma y desierta y había oscuridad sobre la superficie de la profundidad acuosa; y la fuerza activa de Dios se movía de un lado a otro sobre las superficies de las aguas. Y Dios procedió a decir: “Llegue a haber luz”. Entonces llegó a haber luz (Génesis 1:1-3).
Como vemos la versión de la Creación que hace Milton por boca del Arcángel Rafael no dista mucho del texto bíblico, en lo que sí hay diferencia es que Milton como poeta adorna mucho cada paso de la creación. En este ejemplo del “primer día” no se ha reproducido literalmente el texto por su extensión y ornamento. Lo que sí encontramos en el texto de Milton, que no está en el texto bíblico es a cada nueva creación los coros celestiales lo celebran con canticos, aclamaciones y música de clarines y arpas. También se diferencia del texto bíblico en que el mundo lo crean Yahweh y su hijo Jesús.
Una vez terminados cielo y tierra, llenado el océano de criaturas acuáticas, lleno el aire de aves y pagaros, la tierra de todo tipo de animal y planta. Faltaba todavía la obra maestra, el fin de  todo lo que se había hecho, una criatura que por su condición no es igual a las criaturas vivientes, sino dotada de razón pudiera permanecer recto, con frente serena, conociéndose a sí misma, un ser magnánimo, capaz de corresponder con el cielo y reconocer, en su gratitud, el origen de su felicidad y agradecérsela a su creador. Por esto el Padre Todopoderoso y Eterno, le dijo al Hijo:

Hagamos ahora al Hombre a nuestra imagen y semejanza; y tenga dominio sobre los peces de la mar, y sobre las aves del cielo, y sobre las bestias, y sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra en la tierra.
Y dicho esto, te formó a ti [no olvidemos que es Rafael que cuenta la creación a Adán], Adán, a ti, oh hombre, del barro de la tierra, y con un soplo inspiró en tu faz un aliento vital; te creó a su propia imagen, de Dios viva semejanza, y fuiste ánima viviente. Varón Él te creó y hembra a tu compañera para aumentar tu raza. Entonces bendijo el género humano y dijo: Creced y multiplicaos, y henchid la tierra.[22]

Este pasaje es prácticamente literal al texto bíblico de Génesis 1: 26-28.
Una vez relatada la creación por parte de Rafael a los padres de la humanidad, Adán le hace preguntas a Rafael sobre los movimientos de los cuerpos celestes; recibe una respuesta ambigua y una exhortación para que prefiera instruirse de cosas más dignas de ser conocidas, y le comenta: “El Supremo artífice ha obrado sabiamente en ocultar y no divulgar sus secretos a los que, más bien que entrar en su examen, deben admirarlos.” Está conforme Adán con lo que dice Rafael, pero deseando retener por algún tiempo más a Rafael le cuenta sus primeras ideas después de la creación, el modo como fue trasladado al Paraíso:

A mi cabeza llegóse [sic] un repentino sueño, cuya interior aparición inclinó gratamente la imaginación a creer que conservaba todavía el ser y la existencia mía. Parecióme [sic] que alguno con la faz divina se acercaba a mí y me decía: ¡Tu mansión te reclama, Adán: levántate primer hombre y padre destinado de innumerable prole! Por ti llamado, vengo a conducirte al jardín de la Gloria, donde se haya preparada tu morada.[23]

Continúa Adán relatando su conversación con Dios, acerca de la soledad y de la conveniencia de una compañera. Su primer encuentro con y su enlace con Eva:

Esta vez me has compensado [dice Adán a Yahweh], cumpliendo tu promesa. Benigno y generoso Creador, de quien procede todas las cosas bellas ¡Pero tu don de este día por nadie enviado es el más hermoso de todos tus presentes! En el veo los huesos de mis huesos, la carne de mi carne, a mí propio tengo ante mis ojos. Está será llamada varona porque del varón fue tomada; por lo cual dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán dos en una carne, un corazón y un alma.[24]

En este párrafo, desde veo los huesos de mis huesos…Es  prácticamente literal a Génesis 2:23-24. En la Biblia dice: “Esta será llamada mujer”, no “varona” imagino que el traductor aunque ha traducido del ingle, mantiene varona por la analogía con el latín: Hæ vocabitur Virago quoniam de virosumpta est. (Génesis 2:23).[25]
Es casi de noche y Rafael se despide de Adán y Eva, Adán le agradece los consejos sobre la fidelidad que debe guardar a la divinidad, le agradece su condescendencia y su cercanía para explicarle cosas.
Satanás mientras tanto había estado recorriendo la tierra, y meditando como hacer daño. Cuando cae la noche vuelve al Paraíso como una niebla. Se introduce en una serpiente dormida. Adán y Eva salen al amanecer a realizar sus ocupaciones ordinarias. Eva propone que cada cual se coloque en distinto lugar y trabaje aparte. Adán se opone a ello, pues ahora que la ha sido revelada la presencia del maligno, tiene temor de que este se valga de la soledad de Eva para tentarla. Ofendida Eva de aquella desconfianza en su prudencia y entereza, insiste en la separación deseosa de poner a prueba sus fuerzas. Adán cede al fin:

Aunque firmes estamos, es posible que lleguemos a extraviarnos, porque puede llegar a suceder que sobornada la Razón por el Enemigo, halle algún objeto engañoso y caiga sorprendida en una decepción imprevista, por no haber conservado una exacta vigilancia como así le estaba prevenido. Huye pues, de la tentación, que mejor es evitarla, y la evitarás probablemente, si no te separas de mi lado: llegará la prueba sin que la busquemos. ¿Quieres probar tu constancia? Prueba primero tu obediencia. Pero ¿cómo puedes suponer la primera si para ti no ha llegado todavía la tentación? ¿Cómo responder de ella? Si imaginas que una tentación no buscada pueda sorprendernos más fácilmente a los dos unidos y por tanto descuidados, que no estando tu sola y avisada, vete; porque tu presencia contra tu voluntad, más que la ausencia, de mi te alejaría. Contigo vaya tu inocencia nativa; reúne toda tu virtud y fía de ella, y así como Dios ha hecho contigo su deber, haz tu el tuyo.[26]

Le contesta la matriarca de la humanidad:

Parto, pues, con tu licencia y con la prevención que es necesaria, convencida por la fuerza de la razón de tus últimas palabras. Olvidando la tentación, quizás nos encontraría menos preparados y por esto me alejo más contenta. Sin embargo, no debo esperar que un enemigo tan orgulloso se dirija con preferencia al ser más débil: [¡la mujer!] si fuese vencido sería mucha más vergonzosa su derrota.[27]

Desde el amanecer, Satanás, ha tomado apariencia de serpiente. Está buscando un lugar propicio para salir al encuentro de alguno de los dos habitantes del Edén, aunque  abrigaba la esperanza de encontrarse con Eva a solas, alejada de Adán pesaba que sería improbable. Conforme a sus deseos, descubrió a Eva rodeada por una nube de perfume, risueña y medio oculta entre flores. Poco a poco se va acercando la serpiente a la cándida Eva, va viendo la belleza del vergel por donde pasa,  piensa en su mal y olvida por un instante su intención de vengarse, pero le viene el recuerdo del infierno abrasador y recobra el odio:

¡Oh pensamiento, dónde me habéis conducido! ¿Cuál ha sido el seductor impulso que ha logrado hacerme olvidar el objeto y esperanza de trocar el infierno con el paraíso ni de gozar en él placer alguno. Para mí no existe más que el odio y si algún placer debo experimentar, debe ser el de la destrucción: todos los demás goces no existen ya para mí.[28]

Satán en forma de serpiente hermosa se acerca a Eva, esta no nota en un principio la presencia de la serpiente, la serpiente se posa delante de ella, le manda una gentil expresión aunque muda, fija la mirada en Eva y esta para de hacer lo que estaba haciendo y la observa entretenida. Satán se siente satisfecho de haber llamado la atención de la primera mujer y empezó a hablarle:

Maravilla no te cause, dueña soberana, sí a ti, que eres la sola maravilla, algo puede causártela, que me atreva a acercarme a ti y levantar mis ojos a tu cielo de dulzura; ni los tuyos armes de desprecio o de rigor, porque, ansiosa de admirarte siempre, he olvidado el temor que infunde tu imponente aspecto, más imponente aún en este recinto. ¡Oh, imagen la más bella de tu Divino Hacedor! Admírante [sic] todos los seres que de vida gozan y cuanto existe y te pertenece; cuanto a tu dominio se halla contempla con arrobo tu belleza celestial. Mayor aprecio alcanza la hermosura, al paso que más numerosos son sus admiradores; pero en este selvoso recinto, entre estos animales, espectadores groseros e incapaces de apreciar siquiera la mitad de tu belleza, ¿quién es el que te ve, a no ser un solo hombre? ¡Y que es un solo admirador para ti, que deberías ocupar un rango distinguido entre los dioses, rodeada de una angélica corte que sin cesar te adorara y sirviera.[29]

Los halagos de la serpiente hacen mella en Eva y aún sin estar repuesta de la sorpresa le contesto:

¿Quién eres tú? ¿Cómo es posible que con humana razón y lengua humana así se explique un bruto?  Yo creía, al menos, que la palabra había sido negada a los animales y que Dios en el día de su creación los había hecho mudos e incapaces de todo sentido articulado. Por lo que hace al pensamiento estaba en duda, porque muchas veces creí percibir algún destello de razón en las miradas y en las acciones de los brutos. Te conocía a ti, serpiente, como el más sutil de los animales terrestres; pero ignoraba que estuvieses dotada de la voz humana. Repite, pues, este milagro, y di cómo has alcanzado la voz, de muda que eras, y cómo más amiga mía te muestras que el resto de la especie bruta que a mi vista se ofrece sin cesar.[30]

Satán le replicó a la primera mujer:

Como las otras  bestias que pacen las hierbas que pisan, era yo al principio; bajos y abyectos eran mis pensamientos al igual que mi sustento; tan solo el alimento o el sexo me era dado discernir, y en mí no tenía cabida ninguna idea elevada; hasta un día, errante por los campos, casualmente descubrí a lo lejos un hermoso árbol cuya abundante fruta parecía de oro y púrpura en sus reflejos. […] noté que de sus ramas se exhalaba un delicioso aroma que excitaba al apetito. […] Para satisfacer el vivo deseo que sentía de gustar aquella fruta, resolví no diferirlo: además, el hambre y la sed, consejeros persuasivos, […] me incitaban vivamente. Mas como a Adán y a ti tan solo es dado, a causa de vuestra estatura, alcanzar las altas ramas que se extienden por sobre de la tierra, […] me subí a lo alto del árbol, […] un gran número de animales atraídos por el mismo deseo, permanecían al pie de él sin poder alcanzar la fruta y envidiando mí destino. […] llegando a la mitad del árbol, donde más copiosos y seductores eran los frutos, apresuréme [sic] a arrancarlos y comí con saciedad, porque hasta aquel momento nunca había experimentado un placer semejante ni en fuente ni en pastura.[31]

Eva, intrigada le pide a la serpiente que la conduzca hasta el árbol que da ese maravilloso fruto, la serpiente le indica que no está muy lejos y ambos se dirigen hacia él. Cuando llegan al árbol de la Ciencia, Eva lo reconoce y dice que se podían haber ahorrado el viaje, pues el árbol ese, aunque frondoso, solo será beneficioso para ti, para mí es infructuoso. Maravillosa virtud tiene para ti, si produce tales efectos. Pero nosotros no podemos ni tocar ni probar sus frutos, dice Eva. Así Dios lo ha dispuesto y nos ha ligado con esta prohibición, la única que nos dio.
Satán astuto, le dice, después de declararos la divinidad dueños de cuanto existe en el aire y en la tierra, ¿os prohíbe comer frutas de los árboles  que se encuentran en este jardín?
Eva le contesta, de las frutas que están en el Paraíso podemos comer de todas excepto de la que está en medio del jardín, porque moriremos.
Satanás, un poco contrariado al ver que no sería tan fácil convencer a Eva que comiera del fruto, le hace una reflexión sobre el bien, el mal, sobre lo justo y lo injusto:

Reina de este universo, no creas estas severas amenazas de muerte: de ninguna manera moriréis. Y ¿por qué motivo? ¿Por el fruto de un árbol que os dará la vida de la ciencia? ¿Moriríais acaso porque así le plugiera [sic]  al Autor de la amenaza? Contempladme a mí; yo he tocado y probado ese fruto, y sin embargo, vivo y mi vida ha sido desde entonces más perfecta que la que la suerte me había deparado. ¿Cómo puede negarse al hombre lo que está al alcance del bruto? ¿Cómo es de creer que Dios encendiera su ira por tan ligera ofensa? Al contrario, ¿no alabará más bien vuestro indomable valor, el cual a pesar de la amenaza de muerte que se le impuso (cualquiera cosa que la muerte sea) [no hay que olvidar que ni Eva  ni Satán ni la serpiente saben que es la muerte, pues son inmortales] no cejó hasta que pudo alcanzar lo que podía conducirle a una vida más dichosa, al conocimiento del bien y del mal? ¿Hay nada más justo que conocer el bien? Si realmente el mal existe ¿por qué no conocerlo para evitarlo con más facilidad? Dios no puede, pues, dañaros y ser justo: si no es justo no es Dios y entonces ni obedecerle ni temerle es necesario […].
¿A qué fin, pues, os prohibió que comierais de este fruto? ¿Por qué, sino para amedrentaros? ¿Por qué, sino para que le adoréis humillados e ignorantes? Porque sabe Dios que, en cualquier día que comierais de él, serán abiertos vuestros ojos; y seréis como dioses, sabiendo el bien y el mal. […] De este modo quizás moriréis, perdiendo el ser humano para adquirir el ser divino; muerte apetecible. […] Divina humana, cógela y pruébala libremente.[32]

Las palabras de Satanás hicieron mella en Eva, ella mira la fruta que con su solo aspecto ya llamaba a ser comida. Ya era el medio día, y se despertaba en Eva un ardiente apetito, acrecentado por el olor de aquella fruta, está a punto de comerla, pero se detiene un momento y piensa: “si Dios nos prohíbe que conozcamos, nos niega el bien impidiéndonos ser sabios”. Piensa Eva en comer el fruto y en un principio no decirle nada a Adán, pero dice, él se dará cuenta de mi cambio o  si muero porque Dios me ha visto, Adán vivirá dichoso con otra Eva después de mi muerte. “¡Pensarlo es ya morir! [Milton la adivina celosa] Dice Eva estoy decidida a comérmela, y hare participe a Adán. El día que comamos esta fruta moriremos, piensa Eva, “pero ¿cómo qué no ha muerto la serpiente? Solo estará reservada para nosotros la muerte –piensa Eva. La serpiente la ha comido y no se ha vuelto envidiosa, al contrario ha publicado su gozo. ¿Qué es lo que debo temer, pues? Mi temor debería  estar más bien en esta ignorancia del bien y del mal, de Dios el remedio de todo, de la ley o del castigo.” Tomo la desdichada la fruta con la mano y se la comió. La serpiente se escondió en la maleza. Eva experimentó un placer enorme, nunca había comido una fruta tan sabrosa. La devoro con avidez  imaginando haber alcanzado la suprema sabiduría. Le hizo una reverencia al árbol y se alejó en busca de Adán.
Estaba Adán cerca del árbol de la Ciencia, cuando halló a su esposa que acababa de separarse de él. Llevaba en la mano un hermoso ramo de frutos del árbol de la Ciencia, que perfumaba el aire. Al verle corrió hacia Adán, cuando llegó a su altura le dirigió palabras cariñosas y le explicó lo que le dijo la serpiente sobre el árbol y sus cualidades:

Este árbol no es, como nos dijo, un árbol cuyo fruto sea peligroso. Lejos de abrir la senda a desconocidos males, su divino efecto abre los ojos y transforma en dioses a los que lo prueban: así ha acontecido en los que lo han gustado. […] La felicidad que contigo yo comparto, es para mí la verdadera; la dicha que conmigo tú no gozas, pronto se me hace enojosa  e insufrible. Por tanto, prueba también este fruto; igual suerte nos una, para que igual contento podamos disfrutar así como igual es nuestro amor.[33]

Así le contó Eva su historia, estaba contenta, Adán por su parte apenas conoció la fatal noticia, inmóvil, confundido sintió correr un escalofrío por su cuerpo y sintió como todos sus huesos se descoyuntaran. Se le cayó de las manos la corona de flores que había tejido para Eva. Dirigiéndose a su esposa le dijo: igual que estas flores hermosas que cogí para ti, ahora están marchitas y presas de la muerte, así te perdiste y tú también eres presa de la muerte. Continúa Adán preguntando a Eva el porqué de su falta:

[…] ¿cómo has cedido a la tentación de desobedecer el estricto mandato, de violar el sagrado fruto que te estaba prohibido? ¿Qué maligno ardid, fraguado por un enemigo oculto, labró tu engaño, perdiéndonos a los dos? Porque ¿cómo podría vivir sin ti, […] y aun que Dios cree otra Eva sacándome otra vez una costilla, tu perdida no podría borrarse nunca de mi pecho. ¡No, no! Los lazos de la naturaleza me sujetan; tu eres la carne, el hueso de mis huesos; ¡feliz o miserable tu destino será para siempre el mío![34]

Adán le comenta a Eva: “No puedo imaginar que Dios Creador, sabio aunque severo, quiera destruir por este motivo a sus primeras criaturas, mas sea como fuere, mi suerte está ligada a la tuya y estoy resuelto a sufrir la pena a la que te hayas hecho acreedora.” Eva conmovida por la prueba de amor de Adán, le dice que no tiene ninguna obligación de comer la fruta, que ella acepta el castigo por su falta y él no tiene por qué hacerlo. Los dos abrazados, Eva le ofrece la fruta y Adán come de ella. Los dos embriagados por el sabor, ambos imaginaban sentir en el interior la divinidad, pero el fruto creó el efecto contrario, despertó el deseo carnal, Adán empezó a fijar en Eva lascivas miradas y también Eva miro Adán de forma diferente a que lo había hecho en toda su vida, ambos ardieron en impúdicos deseos.
Pero cuando se pasaron los efectos del fruto engañoso, se sintieron como si despertaran de un penoso ensueño. Al mirarse, comprobaron que la inocencia había desaparecido, la confianza entre ambos natural había huido y los había dejado expuestos a la culpable vergüenza. “¡Triste fruto de la ciencia, si ciencia puede llamarse la que nos muestra que así desnudos nos hallamos!” Dijo Adán y añadió: “en estado deplorable  que nos hallamos, deliberemos acerca  del mejor medio de ocultarnos el uno del otro lo que más expuesto se halla al parecer a la vergüenza, lo que con menos decencia se ofrece a nuestra vista.”
Se taparon con hojas de higuera que habían entre tejido, aquellas partes de su cuerpo que pensaron más impuras. Lloraban ambos, mientras acudían a su pecho sensaciones y pasiones que nunca habían sentido, como el odio, la cólera, la desconfianza, la sospecha o la discordia.
Así Adán y Eva pasaban infructuosamente el tiempo haciéndose reproches el uno al otro, pero ninguno se sentía culpable, su vano altercado no tenía fin.

4. La expulsión de Adán y Eva del Paraíso


Sabida la desobediencia del hombre, los Ángeles guardianes abandonan el Paraíso y vuelven al Cielo para justificar su vigilancia. Su conducta es aprobada porque Dios declara que la entrada de Satán no pudo ser evitada por ellos.
En el Edén, la tarde ya estaba cayendo  y el sol se estaba ocultando, la voz de Dios, que se paseaba por el paraíso, fue llevada por las suaves brisas a oídos de Adán y Eva, oyéndola se ocultaron entre los árboles más frondosos. Pero acercándose, Dios llamó a Adán en voz alta:

Adán, ¿en dónde estás, tu que siempre salías gozoso a mi encuentro apenas me divisabas a lo lejos? Tu ausencia no me agrada. ¿Por qué te hallo ocupado en la soledad, cuando antes llevado por tu deber te presentabas a mi vista sin ser buscado? […] ¿Qué es lo que te detiene? ¡Ven!.[35]

 Obedeció Adán y salió detrás iba Eva. Contesto Adán a la divinidad: “Oí tu voz en el paraíso y tuve temor, porque estaba desnudo y escondíme. [Sic]” Le contesta Yahweh: “muchas veces oíste  mi voz y no te infundió temor, al contrario te alegraba, ¿Cómo es que ahora en tan temible se te ha vuelto? ¿Y quién te ha dicho que estas desnudo, sino el haber comido del árbol del árbol que te mandé que no comieras?”
Adán, lleno de angustia le contestó: “tengo un terrible conflicto, hoy al presentarme delante de mi juez, ya sea para mostrarme como único culpable o para acusar a otro, a la compañera de mi vida, debería ocultar su falta mientras conservo su fidelidad y no exponerla a la censura por mi queja, pero un lamentable deber, me obliga a hablar por temor a que todo el peso del pecado  y su castigo recaigan sobre mí. La mujer que me diste por compañera, que me ofreciste como uno de los dones más colmados, que era tan buena, tan perfecta, cuya mano no podía imaginar ningún daño, esta mujer me dio del árbol y comí.”
Dios le responde a Adán: “¿Era ella tu Dios para obedecerla? ¿Era ella tu guía?”
Luego se dirige la divinidad a Eva: “Di mujer ¿por qué has hecho esto?” Eva sumida en la vergüenza confesó la falta: “La serpiente me engañó y comí.”
El Hijo de Dios, es enviado a la tierra y pronuncia la sentencia confirmada con la ley establecida.
 Jesús lanzó una maldición contra la serpiente  –Satanás–:
Por cuanto has hecho esto maldita eres entre todos los animales y bestias de la tierra: sobre tu pecho andarás y tierra comerás todos los días de tu vida. Enemistades pondré entre ti y la mujer y entre tu linaje y su linaje: ella quebrantará tu cabeza y tú pondrás continuas asechanzas a su calcañar.[36]

Como vemos es  prácticamente literal de Génesis, 3:14-16.
Dirigiéndose  después a Eva para dictar sentencia le dijo: “Multiplicaré tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos y estarás bajo la potestad de tu marido y él tendrá dominio sobre ti.” Es igual que Génesis, 3:16, como ye hemos visto más arriba. La mujer como vemos, es una posesión más del hombre. Aunque en la biblia y la obra de Milton  digan que Dios y su hijo hicieron al hombre y la mujer iguales, y a su imagen y semejanza de ellos. Lo vemos en Génesis 1:26 “Hagamos el hombre a nuestra imagen,” es decir más de uno hacen y Génesis 1:27, donde dice: “Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de  Dios lo creó, macho y hembra los creó.” En el versículo 28 del primer capítulo del Génesis, dice: “Además, los bendijo,” es decir, de igual a igual. En la obra de J. Milton, El Paraíso perdido, encontramos este pasaje de la creación prácticamente literal en las páginas 173-174.  Pero a lo largo de toda la obra del poeta Inglés nos ha dibujado una Eva sumisa de Adán, exceptuando en el episodio de la fruta prohibida,  y ello les ha causado la perdición del Paraíso y la muerte a los dos.
Continuamos con las sentencias del divino creador:

Y a Adán dijo por último:
Por cuanto oíste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te había mandado que no comieras, maldito será la tierra en tu obra; con afanes comerás de ella todos los días de tu vida. Espinas y abrojo te producirá y  comerás la hierba de la tierra. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, del que fuiste tomado: porque polvo eres y en polvo te convertirás.[37]

Como ya hemos visto más arriba, pasaje idéntico a Génesis, 3:17-19.
Jesús dictó sentencia, pero también paró el golpe de la muerte certera al entregar el su cuerpo en rescate por el pecado cometido por los primeros padres de la humanidad.
Cubrió Jesús los cuerpos desnudos de los pecadores con pieles. Una vez hecho todo esto volvió Jesús al lado de su Padre.
El Pecado y la Muerte, sentados en las puertas del infierno hasta entonces, presintiendo el éxito de Satán en aquel nuevo mundo y la falta que había cometido el hombre, deciden marcharse del infierno al nuevo mundo, siguiendo a Satán su padre hasta el lugar en que habita el hombre. Con el fin de abrir una senda para facilitar el tránsito entre el infierno y el nuevo mundo. Construyen un puente ancho y largo por encima del Caos, siguiendo las primeras huellas de Satanás. Preparándose en seguida para alcanzar la tierra la encuentran al fin, y satisfechos del trabajo realizado vuelven al infierno, donde se felicitan mutuamente por el trabajo realizado.
Llega Lucifer al Pandemonio y se jacta del triunfo conseguido sobre el hombre. En lugar de aplausos convertido todo su auditorio en serpientes, lo mismo que satán, se arrastran por el suelo conforme a la sentencia dictada por la Divinidad Suprema en el Paraíso, y le responden con silbidos. Seducidos de repente por una imagen del árbol prohibido que apare delante de sus ojos, los demonios se abalanzan sobre él queriendo comer de su fruto, pero no comen más que polvo y amargas cenizas.
La divinidad predice la victoria final de su Hijo sobre esos monstruos y la renovación de todas las cosas. También predice la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte. Desde ese instante manda a sus ángeles que alteren los cielos y los elementos.
Adán conociendo que su estado cada vez más degradado, se lamenta amargamente y no quiere escuchar los consuelos que le da Eva. Eva con su insistencia logra por fin apaciguar los lamentos de Adán.

¡Ay de mí! ¡Cuánta miseria después de tanta felicidad! ¿Ha llegado tal vez el fin de este nuevo y glorioso mundo? Y yo, que hace poco era la gloria de esta gloria, colmado además de bendiciones, ¿por qué me veo ahora maldito? […] Cuanto coma o beba o sea por mi engendrado, maldito deberá ser incesantemente. ¡Oh palabras oídas en otro tiempo con delicia: ¡Creced y multiplicaos! Y ahora hieren mortales mis oídos! Porque ¿qué he de multiplicar como no sean maldiciones sobre mi cabeza?
[…] Así, unidos con la Muerte, ambos permaneceremos eternos. Y no seré yo el único que participe de este lote: conmigo toda la posteridad será maldita. ¡Bello patrimonio legaré a mis hijos! […] ¿por qué la falta de un solo hombre debe ser condenada la inocente raza humana si persevera en la inocencia?

Adán, que como vemos está amargado, no quiere saber nada de Eva a la que culpa de todo lo ocurrido, de hecho la insulta llamándola serpiente. Pero Eva lo quiere y no quiere verlo de esa manera:

No me abandones de este modo, Adán mío; el cielo es testigo del amor sincero y del respeto que por ti siento en el fondo de mi corazón. Sin intención te ofendí, porque fui desgraciadamente engañada. Mas ahora suplicante imploro tu perdón, postrada a sus pies. No me prives de lo que es mi vida: de tus dulces miradas, de tu amparo, de tus consejos […] Unidos en la ofensa, unámonos en la amistad contra el enemigo, contra esa cruel serpiente que nos ha sido expresamente asignada por decreto soberano. No ejerzas en mí tu odio por este infortunio irremediable, porque yo ya estoy perdida yo más que tu soy desdichada. Ambos hemos pecado; pero tú contra Dios únicamente, yo contra Dios y contra ti. […] Si lo que más nos inquieta es la suerte que está reservada a nuestra posteridad; si nuestra prole debe nacer agobiada por un mal cierto i finalmente devorada por la muerte, muy vergonzoso sería que fuésemos nosotros causa del infortunio de los demás, es decir, de nuestros propios hijos; muy vergonzoso que engendrásemos para este mundo maldito una raza infortunada, que después de haber arrastrado una vida deplorable, debiera ser pasto de un monstruo tan impuro. En tu poder está, al menos antes de la concepción, de suprimir esa raza no bendecida puesto que todavía no ha sido engendrada. Sin hijos ahora estás, que date sin hijos; así la Muerte quedará burlada en su insaciabilidad y sus voraces entrañas tendrán que contentarse con dos.[38]

Adán reprueba estas palabras, pero se siente mejor,   le recuerda a su mujer la promesa que se les hizo de que su linaje se vengaría de su enemigo la serpiente. Le pide Adán a Eva el implorarle a la divinidad juntos para intentar la reconciliación con la divinidad ofendida.
El Hijo de Dios intercede por nuestros primeros padres ya arrepentidos; presenta sus ruegos a su Padre, que los entiende, pero declara que no pueden permanecer por más tiempo en el Paraíso. Envía al Arcángel Miguel con una guardia de Querubines para echarlos de él y para que le revele a Adán hechos futuros de su linaje. Adán hace observar a Eva algunos signos funestos; presiente la llegada de  Miguel  y sale a su encuentro. El ángel le anuncia su destierro. Eva se lamenta y llora por este motivo. Adán pide que se le revoque la condena de expulsión, pero al ver que no consigue nada se somete a la voluntad de a divinidad. El ángel los conduce a la cumbre de una elevada colina,  y le descubre, en una visión lo que debe suceder hasta el Diluvio.


5. Conclusiones


Como hemos visto a lo largo de toda esta obra de Milton, la divinidad se esfuerza en decir que él deja la libertad de escoger a sus criaturas lo que quieren hacer, el libre albedrio, pero vemos claramente que no es así, pues sino haces lo que ella quiere te condena a la muerte. Aquí tenemos uno de tantos párrafos que nos lo muestra:
El peligro del hombre está en sí mismo, así como en él reside su poder. Ningún daño puede recibir contra su voluntad; pero Dios ha dejado a la Voluntad libre, porque quien obedece a la Razón es libre y Dios ha hecho recta la Razón, si bien le ha ordenado que estuviese siempre vigilante y sobre sí, temeroso de que no fuera sorprendida por alguna seductora apariencia del bien y en su engaño informase mal a la Voluntad, para obligarle a hacer lo que Dios ha prohibido expresamente.[39]

  Solo si haces su voluntad serás libre, porque la razón te dirá que no desobedezcas, porque la desobediencia es la muerte. Tanto en El paraíso Perdido como El árbol de la ciencia, nos dicen estos autores, que es necesario el conocimiento para avanzar. Si solo nos vale con estar vivos, no seremos ni siquiera un animal, porque ellos también aprenden de errores y éxitos. Los organismos que solo les vale vivir, son bacterias o virus y se conforman con estar vivos solamente.
Adán y Eva comen del árbol de la ciencia, no solo porque la serpiente les tentara, sino también porque su vida era un bucle interminable de repeticiones diarias, sin ningún tipo de aliciente, no pasan hambre, no pasan calor, no pasan frío, no tienen deseo sexual, solo lo descubren el deseo después de comer el fruto. Dios les dice “creced y multiplicaos”, pero ellos con su dieta frugívora no tienen deseo de “carne”. También choca que coman, pues siendo inmortales no lo necesitan, pues no se mueren. La vida es necesaria, ya lo dice Hurtado en El árbol de la ciencia, pero al lado tienes que tener el conocimiento para desarrollarte como persona, como ser humano.
Satán en una frase del primer libro [capítulo] de la novela de J. Milton, define lo que es este dilema: “Prefiero ser Rey en el infierno que esclavo en el Paraíso,” de que te sirve ser inmortal, de que te sirve tener las necesidades cubiertas, si tienes que vivir en la ignorancia y amenazado de ser castigado si no cumple la voluntad de tu padre.
También está el tema de la mujer y su  sumisión al varón, y una vez que decide irse sola y “desoír” los consejos de su pareja, condena a todos a la muerte. Eso de ser tratado como un ser menor de edad imagino que es por la época en que está escrita la obra, de Milton. Baroja nos dibuja diferentes tipos de mujer, de hecho Lulú la esposa de Hurtado es una mujer independiente e inteligente, pero muere de una cosa muy femenina, de parto. El marido Hurtado, que tiene la Ciencia, pues médico, le habría gustado tener el árbol de la Vida, para dársela a su mujer y su hijo, ambos muertos. De hecho, para Andrés Hurtado sin la plenitud del  equilibrio emocional no vale la pena vivir.





6. Bibliografía


Baroja, Pio. El árbol de la ciencia, (1997) [1911]. Madrid. Caro Raggio/Catedra
Hesíodo, La Teogonía, (2012). USA. Plaza Editorial.
Milton, John. El paraíso perdido, (1959) [1667]. Barcelona. Editorial Iberia, S.A.
Plató, El banquet, (1997). Barcelona. Edicions 62





[1] Para realizar este trabajo he utilizado una Biblia de la congregación de los Testigos de Jehová (1987). Me tomado la libertad en los versículos donde aparece el nombre de la divinidad como Jehová traducirlo por el de Yahweh.
[2] John Milton, El paraíso perdido, (1959) [1667]. Barcelona. Editorial Iberia, S.A. p. 6
[3] Pio Baroja, El árbol de la ciencia, (1997) [1911]. Madrid. Caro Raggio/Catedra. P. 167
[4] John Milton, El paraíso perdido, (1959) [1667]. Op. Cit. p. 6
[5] Plató, El banquet, (1997). Barcelona. Edicions 62. Symposium 189 d 1-12, e 1-6. p.104
[6] Vid: introducción al libro primero de El paraíso perdido, de Milton. p 3 op. Cit.
[7] Hesíodo, La Teogonía, (2012). USA. Plaza Editorial. p. 12
[8] John Milton, El paraíso perdido, (1959) [1667]. Op. Cit. p. 21
[9] Ibíd. p. 31
[10] Ibíd. p.34
[11] Hesíodo, La Teogonía, (2012). USA. Op. cit. p. 45
[12] John Milton, El paraíso perdido, (1959) [1667]. Op. Cit. p. 58
[13] Ibíd. p.77
[14] Ibíd. pp. 90-91
[15] Ibíd. pp. 93-94
[16] Pio Baroja, El árbol de la ciencia, (1997) [1911]. Op ct. pp. 166-1667
[17] John Milton, El paraíso perdido, (1959) [1667]. Op. Cit. pp. 95-96
[18] Pio Baroja, El árbol de la ciencia, (1997) [1911]. Op ct. p. 167
[19] John Milton, El paraíso perdido, (1959) [1667]. Op. Cit. p. 105
[20] Ibíd. pp. 111-113
[21] Ibíd. pp. 123-124
[22] Ibíd. pp. 173-174
[23] Ibíd. p. 186
[24] Ibíd. pp. 190-191
[25] Ibíd. p. 190
[26] Ibíd. p. 206
[27] Ibíd. p. 206
[28] Ibíd. pp. 208-209
[29] Ibíd. pp. 210-211
[30] Ibíd. p. 211
[31] Ibíd. pp. 211-212
[32] Ibíd. p. 214-215
[33] Ibíd. p. 218
[34] Ibíd. p. 219
[35] Ibíd. p. 231
[36] Ibíd. p. 233

[37] Ibíd. pp. 233-234


[38] Ibíd. pp. 252-254

[39] Ibíd. p. 205