viernes, 30 de enero de 2015

Renacer


Me dejaste y me sentí como la carroña,
como ese trozo de carne putrefacta,
llena de gusanos, de larvas nerviosas de moscas,
pero renaceré como la mariposa que sale del capullo
de una oruga que se arrastró por el suelo,
pero que ahora puede volar.

He comprendido que solo eras un lastre, 
comos las lapas que se adieren a laquilla,
como la carcoma que se come el casco
de este barco perdido que es mi vida.

Resurgiré de las cenizas como el ave fénix, 
y volaré tan alto que el sol quemará mis alas
pero será un calor agradable, apacible;
el aire me golpeará en la cara, me sentiré vivo.

Dejaré atrás las noches del polo norte,
 la frialdad de tu gesto, 
la ponzoña envenenándome la sangre.

Quiero gritar hasta quedarme sin voz,
soy yo, una persona, 
no una leve sombra de hombre que fui
antes de convertirme en tu mascota faldera, 
en el perro que necesita de su amo para comer y beber.

Soy libre, soy agua, viento;
las lágrimas que ahora vienen a mis ojos
son de alegría, y me permiten ver el cielo azul y claro,
no nubarrones grises, tormentas y rayos.

Me has comido, me has devorado
 como el depredador devora su presa;
pero aquí estoy, vivo, lucido, 
he volado de tu nido de buitre carroñero;
lo he visto, estaba ciego.

Quédate ahí, y no te acerques,
el solo verte me produce nauseas,
quédate ahí, que aunque me lo pidas
no vuelvo.



Muerte de un niño

Llora la madre,
 llora por su hijo perdido.
Las sienes le van a estallar,
los ojos rojos, doloridos
de tanto llorar.

Le perdió siendo niño,
aún sin haber vivido nada;
rubio, guapo, feliz...niño.

Abrazada a su fotografía,
apretándola contra su pecho,
cómo si de él se tratara.
Queriendo darle la vida
que una vez ya la dio.

¿ Por qué?  pregunta, nadie le responde.
Pequeño, frágil, lleno de vida 
y ahora inerte,
encerrado en una caja de madera,
aprendiendo a vivir y ya muerto.

Llora la madre, 
nadie la consuela;
con él muere ella también.

Ya no quiere vivir,
el dolor en su pecho es tan grande, 
que el aire lo toma abocados
amargos y sangrantes.

La vida se acabó para ella
no hay nada más que la nada,
si pudiera se cambiaría por él;
moriría ella... ¡si!

¡No quiere nada ya!,
vacía se ha quedado,
seca por dento y
mojada de lágrimas por fuera.

Rota como una muñeca,
negra por dentro,
negra por fuera.

Jorge

jueves, 22 de enero de 2015

EL ANDÉN

Se han fijado en los andenes de las estaciones, llenos de gentes mirando el móvil, clavando sus ojos en una pantalla parece que haya una conexión, como si un flujo emanara de los ojos y fuese absorbido por el teléfono, las caras se deforman,perdiendo la sustancia humana, parecen los rostros inexpresivos de los robots y los ojos mirando al infinito interior del smártphone. Estas diminutas máquinas tienen sentimientos endemoniados y perturban la paz y la estructura de una sociedad ridícula, donde por ejemplo: unos comensales en un restaurante prefieren mirar una y otra vez el ingenio luminoso que hablar con su partenaire. La comunicación tal como la hemos conocido está desapareciendo, y se va convirtiendo en un cumulo de signos abreviados y de grafías que buscan la sonoridad para significar palabras, que nos hacen perder nuestro preciado idioma. Idioma que además está sufriendo los indemnes ataques de una lengua, que por lo visto es más moderna y más prestigiosa de utilizar, que una lengua mezcla de diferentes culturas y rica en matices semánticos