jueves, 24 de junio de 2021

Platón, porqué la expulsión de los poetas de la república ideal

Contenido

1.      Introducción. 2

2.      Situación del fragmento en la Republica. 3

3.      Expulsión de los poetas. 4

4.      Conclusiones. 7

5.      Bibliografía. 9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.      Introducción

 

El filósofo Aristocles (427 a.C.- 347 a.C.), más conocido como Platón [el de las

anchas espaldas][1]debido a su gran envergadura y a su ancha frente, es el pensador con el cual podemos decir que se da el pistoletazo de salida a la filosofía con mayúsculas. Prácticamente escribió toda su obra en forma de diálogos y en estos utiliza a su maestro Sócrates como protagonista de ellos y portavoz de su pensamiento.

 Para el desarrollo de este trabajo hemos escogido el libro X del diálogo más extenso que escribió Platón, la República [título como conocemos actualmente este diálogo, esta denominación es de origen Romano, el título original es Ποʎιτεία (Politeia) que proviene de Πόʎις (pólis), denominación que se le daba a cada una de las ciudades estado griegas][2]. Se cree que su redacción de este diálogo se prolongó a lo largo de veinte años, desde 390 a.C. hasta 370 a.C.[3], y constituye sin lugar a duda una de sus obras de madurez y, probablemente, su diálogo más importante. En esta obra compuesta por diez libros o capítulos podemos agruparla en cinco grandes divisiones dependiendo de la temática tratada. En el libro I platón hace que Sócrates refute diversas definiciones de justicia avanzadas sucesivamente por Céfalo, Polemarco y Trasímaco. Por el tono y el estilo de este primer libro, más próximo a los diálogos de juventud o transición se ha considerado que pertenece a un diálogo de juventud (conocido como Trasímaco) que Platón incorporará más tarde como Libro I de la República.[4]La segunda parte la componen los libros del II al IV, que es donde encontramos expuesto el proyecto político de Platón. La tercera parte, comprende los libros del V al VIII, en donde recupera las principales teorías sobre el conocimiento y la realidad. En la cuarta división, es decir del libro VIII al IX, retoma las cuestiones políticas, haciendo un recorrido por las principales formas de gobierno. Por último, el libro X está dedicado a las artes y la filosofía y será como hemos dicho más arriba el objeto de este comentario. En el aparece la famosa tesis que sostiene que hay que expulsar a los poetas de la pólis.

En este trabajo pretendo acercarme al pensamiento de Platón en relación con esta controvertida idea de expulsar a los poetas de la República Ideal gobernada por el filósofo rey.

 

 

2.      Situación del fragmento en la República

 

Como hemos visto más arriba el fragmento escogido para este trabajo se sitúa en el último libro de la obra de Platón la República, aunque en teoría este diálogo [República] pretende dilucidar qué es la justicia y hacer una exposición de su filosofía política, en él se recogen las principales doctrinas del filósofo ateniense.

En el libro X encontramos, como hemos comentado más arriba unas reflexiones sobre el arte y más concretamente sobre la mímesis y la separación que a través de ella se produce de la verdad.

 Platón ataca desde el principio del libro a la poesía, pues según él, daña el espíritu de quienes la escuchan, si estos no poseen como remedio el conocimiento de la verdad: “no aceptar de ningún modo la poesía imitativa; en efecto, según me parece que no debe ser admitida”[5][en la república ideal]. Esto quiere decir que la poesía se tiene que hacer descender a un escalón más bajo, seguirá siendo siempre materia de goce artístico, pero no debe participar en la educación del hombre.

El ataque de platón va dirigido fundamentalmente contra la poesía imitativa, pues no trasmite la verdad de las cosas. Las Ideas designan la unidad de la pluralidad, es decir del concepto, que opera en el pensamiento. Las cosas que nos transmiten los sentidos son reflejos de las ideas, es decir, la silla, la cama o el caballo del mundo sensible son reflejos de la idea de silla, cama o caballo que yace en el mundo inteligible. El carpintero, por ejemplo –tomemos el ejemplo de Platón– crea sus productos teniendo presente la idea como modelo, lo que produce es la mesa o la silla no su Idea.[6]Una tercera fase de la realidad, es decir, después de la Idea y de su copia hecha por el artesano presente, esta en el mundo sensible, vendrá la que representa el arte pictórico, cuando el pintor plasma un objeto. Esta es la fase que Platón toma como punto de comparación de la poesía con la realidad.

El poeta y el pintor si los consideramos como creadores son inferiores al carpintero que produce sillas y mesas de verdad, que se pueden usar. A su vez el carpintero es inferior a quien ha producido la idea eterna e inmutable de silla o mesa y que sirve de pauta para la creación de cualquier silla o mesa. El creador primero es Dios. El artesano solo produce el reflejo de la idea. El pintor es, por tanto, un creador-imitador de objetos que ocupan y desde el punto de vista de la verdad un tercer grado. A la misma altura se sitúa el poeta, pues crea un mundo de mera apariencia.

 

 

3.      Expulsión de los poetas

 

Platón quiere la expulsión de los poetas de su República por varias razones:

Primera, el poeta es doblemente mentiroso al igual que el pintor, y está a una distancia doble de la idea, la poesía aparecía como una invención, como una construcción demasiado humana y, por eso mismo, irrespetuosa con la moral que impregnaba el pensamiento autentico. La poesía que depende solo de las emociones y de la subjetividad es una pésima herramienta política en la medida que las ciudades se fundan en la tradición y mitos compartidos. De inicio todos los seres humanos (que podríamos decir que son como los esclavos, sumidos en la oscuridad de la caverna) están engañados porque solo ven sombras, en otras palabras, todo lo que perciben los sentidos es engañoso. Pues bien, el poeta al imitar esa doble realidad engaña dos veces:

 

–—Así también, se me ocurre, podemos decir que el poeta colorea cada una de las artes con palabras y frases, aunque él mismo solo está versado en imitar, de modo que a los que juzgan solo basándose en palabras les parezca que se expresa muy bien, cuando, con el debido metro, ritmo y armonía, habla acerca del arte de la zapatería o acerca del arte del militar o respecto a cualquier otro; tan poderoso es el hechizo que producen estas cosas.[7] […]estamos razonablemente de acuerdo en que el imitador no conoce nada digno de mención en lo tocante aquello que imita, sino que la imitación es como un juego que no debe ser tomado en serio […] ¿No es esta imitación algo situado en el tercer lugar a partir de la verdad?[8]

 

El artista, en el mejor de los casos, crea copias exactas que, en el sentido de la   imitación representativa, reproducen en analogía con los contenidos en la realidad sensible y aprehensible –pero solo los contenidos de esa realidad sensible y aprehensible– y por tanto se contenta con realizar una inútil duplicación del mundo fenoménico que solo imita las ideas; o bien crea simulacros inexactos y engañosos que, en sentido de la imitación imaginativa, empequeñecen lo grande y agrandan lo pequeño, para engañar nuestra vista imperfecta, y entonces su obra aumenta la confusión de nuestras almas, y está, en lo que respecta a la verdad, en un nivel inferior al mundo fenoménico, como en un tercer nivel. [9]

Una segunda la razón la encontramos en el párrafo precedente, es menos evidente, pero que tiene que ver con el engaño también, con la percepción que tenemos de las cosas que nos rodean como hemos visto más arriba. El recurso contra el poema es la medida, el número y el peso. A la fantasía del poema que perturba el alma se opone la potencia de los conocimientos matemáticos:

 

Y el medir, el contar y el pesar se han acreditado como los más grandes auxiliares para evitar esto [la perturbación del alma engañada por los sentidos, por los colores del pintor o los versos del poeta] de modo que no impere en nosotros lo que parece mayor y menor, más numeroso o más pesado, sino lo que calcula, mide y pesa.[10][…]la parte que confía en la medición y en el cálculo ha de ser la mejor del alma.[11]

 

 Las matemáticas son calculo y no opinión,[12] el conocimiento matemático es siempre un conocimiento universal.

El tercer motivo para la expulsión de los poetas tiene que ver con la paideia (educación) y tiene que ver por la concepción griega de la poesía como representación principal de la educación. Cuando la filosofía toma conciencia de sí misma como paideia se agudiza el debate entre poesía y filosofía, esta reivindica para sí la primacía de la educación.

Este problema provoca claramente un ataque contra Homero, entre otras cosas porque este poeta es idolatrado por los griegos, por tanto, de comprenderá mejor el alcance del problema planteado sí el ataque recae sobre el poeta por antonomasia. Por eso el Sócrates Platónico se excusa por exponer su pensamiento crítico acerca de la poesía: “A vosotros os lo puedo decir, pues no iréis a acusarme ante los poetas trágicos”.[13]Con estas palabras Platón previene a quien pudiera sentirse inclinado a acusarle de falta de respeto. Pero Platón no ataca a Homero solamente porque quiera poner de relieve la importancia de la filosofía sobre la poesía, sino por otras dos razones. Platón expone la primera al inicio de su examen donde dice de Homero que: “Parece, en efecto, que este se ha convertido en el primer maestro y guía de todos estos nobles poetas trágicos”.[14]El peso principal del ataque va dirigido contra la poesía trágica, porque en ella se refleja el dramatismo impulsivo que la poesía ejerce sobre el alma. La segunda razón es que Homero tenía que ocupar un lugar central en cualquier debate sobre la educación en Grecia y que lugar ocupaba la poesía en esta educación. El movimiento educativo de los sofistas, que hacía resaltar conscientemente este punto de vista,[15] de que Homero era el gran maestro dio energía a esta concepción. Hacia el final de su polémica, se ve perfectamente claro que Platón se refiere a un determinado escrito o discurso sofistico en que se mantenía la tesis que Homero era educador de toda Grecia:

 

Glaucón, cuando encuentres a quienes alaban a Homero diciendo que este poeta ha educado a la Hélade, y que con respecto a la administración y educación de los asuntos humanos es digno de que se le tome para estudiar, y que hay que disponer toda nuestra vida de acuerdo con lo que prescribe dicho poeta, debemos amarlos y saludarlos como a las mejores personas que sea posible encontrar, y convenir con ellos en que Homero es el más grande poeta y el primero de los trágicos, pero hay que saber también que, en cuanto a poesía, solo deben admitirse en nuestro Estado los himnos a los dioses y las alabanzas a los hombres buenos. Si en cambio recibes a la Musa dulzona, sea en versos líricos o épicos, el placer y el dolor reinarán en tu Estado en lugar de la ley y la razón que la comunidad juzgue siempre la mejor.[16]

 

     En definitiva, Platón desconfía del poema, este es para los sofistas y la matemática para los filósofos; la matemática otorga conocimientos y el poema engaño. Sin embargo, a pesar de todo, Platón acepta en la República a la música militar y el canto patriótico.

      En la última parte de la cita de más arriba encontramos una alusión a las musas, en el Ion Platón nos dice por boca de Sócrates que los poetas están guiados por las musas y estas les hace enloquecer y con ello los separa de la verdad y hecha a perder la parte racional del alma y es por eso por lo que también deben ser expulsados de la República:[17]

 

La Musa misma crea inspirados, y por medio de ellos empiezan a encadenarse otros en este entusiasmo. De ahí que todos los poetas épicos, los buenos, no en virtud de una técnica por lo que dicen todos esos bellos poemas, sino porque están endiosados y posesos. Esto mismo ocurre con los buenos líricos, e igual que los que caen en delirio de los Coribantes no están en sus cabales al bailar, así también los poetas líricos hacen bellas composiciones no cuando están serenos, sino cuando penetran en las regiones de la armonía y el ritmo poseídos por Baco, […] Y des verdad lo que dicen. Porque es una cosa leve, alada y sagrada el poeta, y no está en condiciones de poetizar antes que este endiosado, demente, y no habite ya más en él la inteligencia.[18]

 

    Como vemos Platón considera a los poetas como incitadores de una locura colectiva y provocar en los habitantes de las polis un alejamiento de la razón, parecido a lo que hoy en día puede provocar el fenómeno fans, tanto de un deporte como de un cantante o incluso un actor.

 

 

4.      Conclusiones

 

Si Platón se opuso a los poetas hasta querer expulsarlos de la República Ideal es porque consideraba la poesía como una especie de “veneno para la mente”[19]. El dominio sobre uno mismo, la areté propia de los grandes hombres resultan incompatibles con los excesos líricos y la emotividad [presente en las tragedias, que como dirá Aristóteles producen la catarsis (Κάθαρσις) aritotélica]. Hacer poesía, es decir, caer en manos de las musas, era una manera de confundir la metáfora con el concepto que finalmente podía resultar peligrosa para el conocimiento de la verdad. El auténtico conocimiento no es, según Platón, de carácter sensible –como es bien sabido–, sino que depende de su proximidad a una Idea transcendente. Lo que ofrece la poesía son simple opiniones, sentimientos que cambian y se extinguen y a Platón le interesa más lo permanente y lo trascendente, de ahí la búsqueda de conceptos universales.

La poesía es una construcción subjetiva del poeta; incluso los mitos permiten construir una comunidad, el poeta en cambio habla solo en su propio nombre, mientras que la teoría de las Ideas y el alma platónica pretenden escapar de toda subjetividad para presentarse como verdad eterna. Por todo ello creo que Platón quiere expulsar a los poetas de la República. También analizando la obra de la República en su totalidad podemos ver que promulga un Estado autoritario, donde las clases dominantes sí pueden reflexionar y buscar la verdad, pero las clases humildes deben someterse por el bien del Estado y no entretenerse con cosas que afecten a la sensibilidad desde la melancolía, tristeza o el amor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5.      Bibliografía

 

 Alcoberro Pericay, R. (2015), Platón, las respuestas más vigentes a las grandes preguntas sobre el conocimiento, la ética o la justicia. Barcelona. RBA Contenidos Editoriales y Audiovisuales, S.A.U.

Dal Maschio, E. A. (2020), Platón. La verdad está en otra parte. Madrid. PRISANOTICIAS COLECCIONES y EMSE EDAPP, S. L.

Jaeger, W. (1990), Paideia: los ideales de la cultura griega. México-Madrid-Buenos Aires, Fondo de cultura económica, S.A.

Panofsky, E. (2017), Idea. Madrid. Ediciones Catedra. Trad. Teresa Pumarega

Platón, (2017) República. Biblioteca clásica Gredos. Editor digital Titivillus traducción, introducción y notas: Conrado Eggers Lan

Platón, (1985) Ion, 533c-535a, en Diálogos, Editorial Gredos. Traducción de J. Calonge Ruiz, E. Lledó Iñigo y Carlos García Gual. (Dossier de la asignatura)

https://es.wikipedia.org/wiki/República_(Platón) (23/04/2021)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] E. A. Dal Maschio, (2020), Platón. La verdad está en otra parte, p. 14. Madrid. PRISANOTICIAS COLECCIONES y EMSE EDAPP, S. L.

[3] E.A. Dal Maschio, (2020), Platón. La verdad está en otra parte, óp. cit. p.78

[4] Ibídem, p. 79

[6] Ibídem, 596b

[7]  Ibídem, 601a-b

[8] Ibídem, 602b-c

[10] Platón, República, X 602d

[11] Ibídem, 603a

[13] Ibídem, 595b

[14]  Ibídem, 595c

[15] Werner Jaeger, (1990), Paideia: los ideales de la cultura griega, p.766. Mexico-Madrid-Buenos Aires, Fondo de cultura económica, S.A.

[16] Platón, República, X 606e-607a

[17] Ibídem, 605b

[19] Ramon Alcoberro Pericay, (2015), Platón, las respuestas más vigentes a las grandes preguntas sobre el conocimiento, la ética o la justicia, óp. cit. p. 115