martes, 14 de junio de 2016

ANÁLISIS DE LA OBRA ROMANCERO GITANO DE FEDERICO GARCÍA LORCA



ROMANCERO GITANO

En julio de 1928 la editorial  de la Revista de Occidente publica este libro con el título de Romancero gitano en la cubierta y primer romancero gitano en la portada. Su elaboración fue larga, entre 1922 y 1926. La primera vez que Lorca anuncia su intención de componer un conjunto de romances data del 1922, dos años más tarde ya tiene el plan de publicar un libro con estas composiciones. El primero de estos romances en cuanto a la fecha de escritura es el Romance de la luna luna, luego el Romance de la pena negra y el Romance sonámbulo. Lorca reconoce el cansancio que tiene  respecto al proyecto inicial del libro y el hastío del encasillamiento que estos romances suponen para su personalidad  escribe en una carta a su amigo Jorge Guillen: “Me va molestando un poco <<mi mito>> de gitanería. Confunden mi vida y mi carácter. No quiero de ninguna manera. Los gitanos son un tema y nada más”. En 1928 Lorca tiene la sensación de haber terminado una etapa de su obra. Escribe a su amigo Fernández Almagro: “Claro que mi libro no lo han entendido los putrefactos aunque ellos digan que sí. A pesar de todo, a mí ya no me interesa nada o casi nada. Se me ha muerto en mis manos de la manera más tierna. Mi poesía tiene ahora otro vuelo más agudo todavía”. Señala Mario Hernández (escritor y Editor de algunas obras de Lorca), que tanto en Poema del cante jondo como en Romancero gitano, la intención de Lorca es la de poeta <<interprete>>, como si fuera un <<cantaor>> flamenco. El canto, adquiere un carácter sagrado, mítico: “El cantaor cuando canta celebra un solemne rito, saca las viejas esencias dormidas y la lanza al viento envueltas en su voz”, Comenta Federico García Lorca en su conferencia sobre el “cante jondo”.
El titulo Romancero gitano, es ya una dualidad de opuestos y está expresando acción sintetizadora, las dos palabras que lo integra se podría considerar como constituyendo el primer verso del libro o quizá más acertadamente, el primer poema, que se compondría de una figura única expresada por un único heptasílabo con los acentos en tercera y sexta. Aunque el libro hubiera podido titularse – sin romper en absoluto la tradición de que se hace continuador – Romancero de los o del gitano, se ha preferido evitar el uso de artículos y preposiciones. El resultado de esto es que los dos términos aparecen perfectamente a solas rodeados de un silencio que puede interpretarse como constituyendo el resto del poema.
El Romancero gitano consta de dieciocho romances. Hablan de un dolor universal y ese dolor se plasma dentro del más puro de los moldes populares. Lorca elige el romance para reencontrar a sus antepasados y continuar con la savia que da la vida al organismo literario español, de ahí que coincida en su verso lo más profundo del mito con una estupenda adecuación de la forma. Un panteísmo de origen religioso presente en esta obra pone en comunicación los diferentes elementos naturales con los profundos sentimientos del hombre. La personificación del <<viento>> en algunos romances con un claro sentido erótico, la personificación de la <<pena>> en una figura dramáticamente  femenina. La pena el gran tema del cante flamenco y ese es el motivo central del Romancero Gitano, aquí un romance que refleja el espíritu, el aroma de esta obra: 
                         ROMANCE DE LA PENA NEGRA

                                           La piqueta de los gallos
                                           cavan buscando la aurora,
                                           cuando por el monte oscuro
                                           baja Soledad Montoya.
                                           Cobre amarillo, su carne,              5
                                           huele a caballo y a sombra.
                                           Yunque ahumados sus pechos,
                                           gimen canciones redondas.
                                           Soledad: ¿por quién preguntas
                                           sin compaña y a estas horas?         10
                                           pregunte por quien pregunte,
                                           dime:¿a ti qué se te importa?
                                           Vengo a buscar lo que busco,
                                           mi alegría y mi persona.
                                           Soledad de mis pesare                    15 
                                           caballo que se desboca,
                                           al fin encuentra la mar
                                           y se la tragan las olas.
                                           No me recuerdes el mar  
                                           que la pena negra, brota                  20
                                           en las tierras de aceituna
                                           bajo el rumor de las hojas.
                                           ¡Soledad qué pena tienes!
                                           ¡Qué pena tan lastimosa!
                                           Lloras zumo de limón                      25
                                           agrio de espera y de boca.
                                           ¡Qué pena tan grande! Corro
                                           mi casa como una loca,
                                           mis dos trenzas por el suelo
                                           de la cocina a la alcoba.                    30
                                           ¡Qué pena! Me estoy poniendo
                                           de azabache carne y ropa.
                                           ¡Ay mis camisas de hilo!
                                           ¡Ay mis muslos de amapola!
                                           Soledad: lava tu cuerpo                     35
                                           con agua de las alondras,
                                           y deja tu corazón
                                           en paz, Soledad Montoya.

                                           Por debajo canta el río:
                                           volante de cielo y hojas,                      40
                                           Con flores de calabaza,
                                           la nueva luz se corona
                                           ¡Oh pena de los gitanos!
                                           Pena limpia y siempre sola.
                                           ¡Oh pena de cauce oculto                     45
                                           y madrugada remota!


Es un romance nocturno, de una noche negra, de una mujer sin hombre en el monte oscuro. Su nombre Soledad, es una clara alusión a su con dicción de sola, soltera. El apellido Montoya y la posibilidad de que este signifique también algo relacionado con su situación, pues puede significar por ejemplo, la que holla en el monte, la que pisotea el monte, la que desapacible lo recorre constantemente y lo cubre de sus huellas.
Se ha dicho que los dos primeros versos de este romance, recuerdan aquel del poema del Mio Cid que nos describe la hora en que con sus sesenta lanzas llega este a San Pedro de Cardeña para despedirse de  su mujer e hijas:”apriessa cantan los gallos e quieren quebrar albores”. Se trata del amanecer de uno de los días más tristes de la vida del héroe y no es por tanto inoportuno el recuerdo de esta tristeza al comienzo de un día en el que vamos a ver a Soledad entregada por completo a su pena.
Lorca en una conferencia-recital de presentación del Romancero gitano y en una carta a su amigo Melchor Fernández Almagro, fechada en enero de 1926, Donde titula el poema Romance de la pena negra en Jaén (como se puede comprobar en el poema al aludir a las tierras de aceituna, en verso 21) el propio Lorca define el Romance de la Pena negra  como el más representativo del libro, porque fusiona los dos temas centrales: amor y muerte.
Este poema está dedicado a José Navarro Pardo, conocido arabista de la Universidad de Granada y miembro del grupo, junto con Lorca, que dio vida a la revista Gallo.
Lorca Comenta en su conferencia-recital:”…Soledad Montoya, concreción de la pena sin remedio, de la pena negra de la cual no se puede salir más que abriendo con un cuchillo un ojal bien hondo en el costado siniestro. La pena de soledad Montoya es la raíz del pueblo andaluz…es un ansia sin objeto, es un amor agudo a nada, con una seguridad de que la muerte (preocupación perenne de Andalucía) está respirando detrás de la puerta”. La pena existencial ya es un tema recurrente en otras obras de Lorca, particularmente en el Poema del cante jondo. La pena con mayúscula se hace carnal, toma forma humana. En 1936 Lorca confirmaba que en el Romancero gitano “hay un solo personaje real, la pena” (El poeta García Lorca y su Romancero gitano).
“El Romancero” es un culto a lo popular, Lorca pretende fundir el romance narrativo con el lírico, sin pérdida de la calidad y sin caer en la técnica de los poemas épicos y para ello elige el estilo Gongorino, sobre el que había dado una conferencia en 1927 con motivo del centenario de la muerte de Góngora en Ateneo de Sevilla. Comenta a algunos de sus compañeros de residencia y de generación:” Góngora tuvo un gran problema en su vida poética y lo resolvió. Hasta entonces la empresa se tenía por irrealizable. Y es: hacer un gran poema lírico para oponerlo a los grandes poemas épicos que se cuentan por docenas. Pero ¿cómo mantener una tensión lírica pura durante largos escuadrones de versos? ¿Y cómo hacerlo sin narración? Sí le daba narración, a la anécdota toda su importancia, se le convertía en épica al menor descuido. Y si no narraba nada, el poema se rompía por mil partes sin unidad, ni sentido. Góngora entonces elige su narración y la cubre de metáforas. Ya es difícil de encontrarla. Está transformada. La narración es un esqueleto del poema, envuelto en una carne magnifica de las imágenes”.
En el Romancero Gitano, Federico García Lorca emplea lo que él llama <<medio tono>>, característica muy típica de la canción popular y tradicional, que consiste en la mención indirecta, con símbolos elementales o sin ellos. Esta mención indirecta y por sugestiones es una constate en el habla popular, y sobre todo en Andalucía, Lorca lo usa con frecuencia y es lo que podríamos denominar parábola. El hecho de que Federico usara este medio tono en sus composiciones, ha provocado que dichas composiciones hayan sido cantadas por diferentes intérpretes, desde  el “Cantaor” Flamenco más ortodoxo a cantautores. También provocó una asimilación de su poesía por el pueblo Gitano, que lo ha hecho su poeta.
En cuanto a la métrica encontramos como en los romances primitivos que su medida corresponde al popular octosílabo, que es el característico del español ya que es más adecuado a la cadena fónica. Solo es sustituido en contadas ocasiones, como en La casada infiel, cuyo primer verso es un decasílabo: “Y que yo me la llevé al río”. Capítulo aparte es la Burla de Don pedro a caballo (Romance con lagunas), antiromance, burla irónica del resto de composiciones del libro. Christian de Paepe señala cómo en los romances divididos en distintas secciones las rimas se alternan para subrayar los diferentes modos de expresión (narrativa o descriptiva), los cambios de personajes o de  escenarios.
Las comparaciones y metáforas son también abundantes y destacan sobre todo las que hace alusión al léxico floral y al mundo taurino. Encontramos:

                                           LA MONJA GITANA

                                           Silencio de cal y mirto.
                                           Malvas en las hierbas finas.
                                           La monja borda alhelíes
                                           sobre una tela pajiza.
                                           Vuelan en la araña gris,                           5
                                           siete pájaros del prisma.
                                           La iglesia gruñe a lo lejos
                                           como un oso panza arriba.


                                           ¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia!
                                           Sobre la tela pajiza,                                  10
                                           ella quiere bordar 
                                           flores de su fantasía.
                                           ¡Qué girasol! ¡Qué magnolia     
                                           de lentejuelas y cintas!
                                           ¡Qué azafranes y qué lunas,                      15
                                           en el mantel de la  misa.


Este poema dedicado a José Moreno Villa (1887-195), amigo de Lorca en los tiempos de la Residencia de Estudiantes, donde residió como tutor entre 1917 y 1936, poeta, ensayista, crítico de arte y pintor, autor del dibujo de Federico al piano (1928) y de otro póstumo.
 Sí título de la obra lo podemos considerar un oxímoron, “Monja Gitana” aún lo es más claramente. La palabra gitano considerada en sí misma se nos impone primero como un sustantivo y significa antes que nada una realidad personal, un ser humano. El sustantivo “romancero”, significa en cambio, una realidad carente de vida, inanimada, no persona. Está diferencia entre los dos términos que constituye el título de la colección de romances, no existe entre los que forman el de La Monja gitana. Monja y gitana, expresan ambas (el primero exclusivamente y el segundo en función sustantiva y primordial), realidades personales, maneras de ser y existir. La analogía intensifica aún más la eficacia del oxímoron. El hecho de que ambos términos signifiquen criaturas de la misma especie constituye a aproximarlos aún más, y dramatiza por contraste la enorme distancia que separa sus respectivos campos connotacionales.
El narrador que nos muestra el mundo desde su mirada, nos sitúa en el primer verso a una distancia dada, de lo que más tarde descubriremos que son los muros del convento. El oído y la vista, sentidos que a lo largo del Romancero se han ido imponiendo como predominantes, participan por igual en la realización de esta imagen en la que lo visual interviene como elemento generador y lo acústico (el silencio es la primera palabra del poema) generado. De masa blanca y verde (cal y mirto) emana el silencio que llega alcanzarnos un poco antes que el color mismo. Es si como esas paredes estuvieran proyectando sobre la realidad una quietud callada demasiado intensa para poder mantenerse oculta. Los materiales que la forman son el mirto y la cal; dos materiales, dos formas, vegetal mineral; dos colores, verde y blanco; dos categorías otológicas, animado e inanimado; dos grados de consistencia.
La moja borda alhelíes / sobre una tela pajiza, del tercer y cuarto verso, “el bordado del amor, típico en la obra lírica y dramática de Lorca. Con connotaciones sentimentales claras. Siete pájaros del prisma, verso seis, metáfora cromática que hace referencia a la teoría de descomposición de la luz, al arco iris de la Canción de las siete doncellas del libro Canciones: “en el aire blanco, / siete largos pájaros”.
Flores de su fantasía, verso 12, tiene una evidente connotación de <<sexualidad floral>>, como el propio Lorca explicó en su conferencia La imagen poética de Don Luís de Góngora: “una sexualidad de estambre y pistilo”… A este respecto hay que notar la presencia de girasol y de lunas, como sus respectivas sugerencias cromáticas y sexuales, también el verso 34 de Romance de la pena negra: “mis muslos de amapola” hay esa alusión a la fecundidad de la mujer joven, de muslos fuerte, pero inútiles por la falta de hombre que la fecunde. La fecundidad de la mujer tema central, en muchas composiciones líricas de Lorca y en su gran obra dramática Yerma.
Muerte, cuchillos, gitanos, luna, son otros de los temas tratados por Federico García Lorca. Su acercamiento a la tradición, al folklore andaluz, a ese cante de “quejio” que es el flamenco, con su más de cincuenta variedades de cante o  “palos”, desde la bulerías de los gitanos a las tarantas mineras, pasando por soleares o el martinete cante típico de los gitanos que cantaban en las fraguas del Barrio de Santiago en Jerez de la Frontera, o Los puertos andaluces cuna del flamenco. Federico llevó a los teatros, es decir elevó a la condición de arte a una expresión, una manera de demostrar la alegría y la pena del pueblo andaluz y de los gitanos en particular. Un cante que hasta que no lo puso Lorca en el teatro había servido para entretener a los “señoritos” andaluces en sus fiestas y celebraciones.
Aquí un poema que recoge estos grandes temas, la muerte, cuchillos, virilidad gitana y la envidia tan presente en la cultura española:

                                           MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO

                                           Voces de muerte sonaron
                                           cerca del Guadalquivir.
                                           Voces antiguas que cercan
                                           voz de clavel varonil.
                                           Les clavó sobre las botas              5
                                           mordiscos de jabalí.
                                           En la lucha daba saltos
                                           jabonados de delfín.
                                           Baño con sangre enemiga
                                           su corbata carmesí,                        10
                                           pero eran cuatro puñales
                                           y tuvo que sucumbir.
                                           Cuando las estrellas clavan
                                           rejones al agua gris,
                                           cuando los erales sueñan                15
                                           verónicas de alhelí,
                                           voces de muerte sonaron
                                           cerca del Guadalquivir.

                                           Antonio Torres Heredia,
                                           Camborio de dura crin,                   20
                                           moreno de verde luna,
                                           voz clavel varonil:
                                           ¿Quién te ha quitado la vida
                                           cerca del Guadalquivir?
                                           Mis cuatro primos Heredias             25
                                           hijos de Benamejí.
                                      
                                           Lo que en otros no envidiaban,
                                           Ya lo envidiaban en mí.
                                           Zapatos color corito,
                                           Medallones de marfil,                       30
                                           y este cutis amasado
                                           con aceituna y jazmín.
                                           ¡Ay Antoñito el Camborio
                                           digno de una emperatriz!
                                           Acuérdate de la Virgen                      35
                                           porque vas a morir.
                                           ¡Ay Federico García!
                                           Llama a la Guardia civil.
                                           Ya mi talle se ha quebrado
                                           como caña de maíz.                             40

                                           Tres golpes de sangre tuvo
                                           y murió de perfil.
                                           Viva moneda que nunca
                                           se volverá a repetir.
                                           Un ángel marchoso pone               45
                                           su cabeza en cojín.
                                           Otros de rubor cansado
                                           encendieron un candil.
                                           Y cuando los cuatro primos
                                           llegan a Benamejí,                          50
                                           voces de muerte cesaron
                                           cerca del Guadalquivir.




Poema dedicado a José Antonio Rubio Sacristán (1903-1995).Compañero de Lorca en la Residencia de Estudiantes de Madrid, estudioso de historia y de derecho, más tarde catedrático de la Universidad de La Laguna (Tenerife). Residió un tiempo en EE.UU, donde Lorca volvería a encontrarlo. Contó la historia de la redacción de este romance:...”una noche fría de invierno, Federico se acostó temprano y allí en la cama redactó Muerte de Antoñito el Camborio…” (Jorge Guillen, Federico en persona, en FGL, Obras completas, Madrid, Aguilar, I, pág. LX).
Encontramos en este poema una división entre partes diferenciadas, la primera iría desde el inicio al primer espacio en blanco, donde narra el combate mismo y el tiempo de su desenlace; la segunda sección iría desde el, primer espacio en blanco al segundo, y consiste en un diálogo entre el moribundo y el narrador-testigo; la tercera y última sección, nos muestra la muerte del héroe y se ocupa del cadáver, del trato que recibe y del silencio que en los cuatro versos finales concluye y perfecciona la tragedia.
Utiliza Lorca metáforas florales para representar diferentes símbolos: verso 4, clavel que en la obra de Lorca es el emblema del amor apasionado, pero también metáfora de sangre, de herida sangrante, o de ambas cosas a la vez.
En los versos 13 y 14, las estrellas clavan / rejones al agua, es una metáfora con aires taurinos, una metáfora  para demostrar que hay una lucha evidente. Existe en la obra de Lorca varios antecedentes de esta visión. Otra metáfora floral y taurina la encontramos en el verso 16,  verónicas de alhelí, la Verónica que es un lance taurino con la capa extendida hacia delante. Puede que Lorca dentro de una presentación cristomórfica del héroe, en sentido religioso del paño conque Verónica le quito la sangre y el sudor a Cristo durante el vía crucis. También hay un nexo cromático con el alhelí, como en Yerma:
                                           Yo alhelíes rojos
                                           Y él rojo alhelí.  Acto (II)

Encontramos metáforas Zoológicas, que parecen haber producido una metamorfosis en el héroe: verso 20, crin; vv 6-8, mordiscos de jabalí  y saltos jabonados de delfín.
Hay correspondencias simbólicas vv 31-32, con sugestiones utilizadas en otros romances: cromáticas  (verde y blanco), táctiles (aceite, tez blanca) y olfativas (afeites y perfumes).
La referencia a cuchillos tan presente en la obra de Lorca: vv 11-12, 
                                            pero eran cuatro puñales
                                           y tuvo que sucumbir.


La muerte provocada por ochos brazos movidos por la envidia, brazos de su misma sangre: vv.23-25,
¿Quién te ha quitado la vida (…) Mis cuatro primos Heredias
La muerte física, más allá del estricto sentido del término, cabría desarrollar teoría de   <<las >> muertes de la obra  lorquiana: la muerte moral, de raíz quevediana, la muerte por consunción en vida – que se identifica con la frustración –. Morir es la frustración del hombre. La gran <<dominadora>>  acecha los caminos, hiela el corazón del individuo con su mirada letal.
Podemos decir que dentro de la obra lírica lorquiana, el Romancero gitano constituye el punto culminante de una etapa estética, que a partir de fuentes, temas y formas tradicionales, y gracias a modelos de transformación tanto generales como personales, con esa lectura particular del fenómeno gitano-andaluz, llegó a una escritura y expresión tan originales qué si temor a equivocarnos podemos decir que es uno de los productos estéticos más apreciados y universales de la literatura española del
S. XX.



 BIBLIOGRAFIA

Federico García Lorca, Romancero Gitano. Edición y estudio Christian de Paepe.
 Intr. Esperanza ortega. Ed. Espasa Calpe, S.A. (Austral Poesía), 2007. ISBN 978-84-6702161-5
Arturo Berenguer Carisono, Las máscaras de Federico García Lorca. Ed. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1969.
Luis Beltrán Fernández de los Ríos, La arquitectura del humo: una reconstrucción del “Romancero gitano” de Federico García Lorca. Ed .Castalia.  1986. ISBN 0 7293 0232 6
José María Camacho Rojo (ed.) La tradición clásica en la obra de Federico García Lorca. Ed. Universidad de Granada. 2006. ISBN 84-338-3943-8
Miguel García-Posada, Federico García Lorca. Ed. EDAF, Ediciones-Distribuciones, S.A. (1970)




 Jorge Martín Gálvez

























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