miércoles, 28 de octubre de 2015

Un trabajo sobre J. Luis Borges



BORGES, UNA MIRADA
Los cuentos El libro de arena, El idioma analítico de John Wilkins y La Biblioteca de Babel, transmiten la inmensidad de las palabras, la infinitud de los millones de combinaciones de letras y signos ortográficos que forman las lenguas. La Biblioteca de Babel es un universo infinito de galerías hexagonales que se repiten sin fin, Borges utiliza esta metáfora para que nos sintamos empequeñecidos ante ese inmenso caos que es el lenguaje, ese monstruo que cuesta dominar con exactitud. Leemos en La Biblioteca de Babel: “La Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden).”[1] Como el lenguaje  arbitrario y convencional, pero ordenado jerárquicamente para tener sentido. Encontramos en La Biblioteca de Babel,El idioma analítico de John Wilkins y El libro de arena un sentimiento de vacío que no se puede llenar con palabras nuevas, es un sentimiento  de angustia o impotencia ante la inmensidad del  lenguaje. El narrador siente que todo está ya escrito, y si todo ya está escrito lo único que queda es copiar o hacer pequeñas variaciones imperceptibles. Borges escribe: “Cada ejemplar es único, irremplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: obras que no difieren sino por una letra o una coma.”[2] Pequeñas variaciones que pueden alterar todo el significado del mensaje, crear más confusión, más dudas sobre el conocimiento, más búsqueda de la verdad o la razón, más angustia al descubrir que no se sabe más que una pequeña porción de las cosas. Ricardo Piglia comenta: “Da la sensación, por sentirse incompleto que hay algo de angustia en Borges, quiere leerlo todo, abrazarlo todo, pero es materialmente imposible.
[1]. J.L. Borges La Biblioteca de Babel. pág. 5
[2]. J.L. Borges La Biblioteca de Babel. pág. 4
 La lectura de la biblioteca le lleva a otro libro y este a otro sin final.”[3]  O podemos leer en  La Biblioteca de Babel: “La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma” [4]. La inmensidad nos bloquea al igual que la mirada al abismo nos paraliza.
Beatriz Sarlo sobre la totalidad de La biblioteca  comenta: “la predestinación rige a la biblioteca-universo, porque todo, pasado, presente y futuro (patéticamente: la historia de tu muerte, lector), está escrito en algún libro cuyos contenidos son inabordables y contradictorios.”[5] Todo está escrito, se empieza a morir cuando se nace y ese futuro cierto genera preguntas difíciles que no tienen respuestas, las buscamos en la religión que pone orden en todas las fases de la vida con sus sacramentos.
En “El idioma analítico de John Wilkins” Borges vuelve al tema recurrente del orden en el desorden, nombra diferentes maneras de clasificar las palabras, expone el intento de varios autores por crear un idioma análogo, un idioma nuevo matemático o simbólico, pero los lenguajes son algo más que matemáticas y símbolos; el lenguaje está vivo y no es estructura rígida matemática, tiene un carácter histórico, evoluciona con la sociedad. El lenguaje a pesar de estar vivo se somete a unas reglas que son de carácter jerárquico y sintáctico, Michel Foucault escribe: “Los códigos fundamentales de una cultura – los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas – fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá. En el otro extremo del pensamiento, las teorías científicas o las interpretaciones de los filósofos explican por qué existe un orden general, (…) por qué razón se establece este orden y no aquel otro.” [6] La lengua tiene un orden, sin ese orden reinaría el caos y no habría una comunicación certera, los mensajes se perderían por recovecos insondables.
[3] Borges, por Piglia Televisión Pública Argentina. Clas. 2
[4]. J.L. Borges La Biblioteca de Babel. Pág. 5
[5]. B. Sarlo, Borges, un escritor en las orillas. Pág. 60
[6]. M. Foucault, Prefacio Las palabras y las cosas. Pág. 5
Borges parece vindicar el idioma analítico  J. Wilkins como un gran sistema para poder comunicarnos, pero no es más que un juego para confundir al lector, y a su vez demostrar la complejidad de la lengua y del  proceso cognitivo que hay en su ejecución. Borges escribe: “Las palabras del idioma analítico de J. Wilkins no son torpes símbolos arbitrarios; cada una de las letras que las integran es significativa, como lo fueron las Sagrada Escritura para los cabalistas. Mauthner observa que los niños podrían aprender ese idioma sin saber que es artificioso; después en el colegio, descubrirían que es también una clave universal y una enciclopedia.”[7] El poder del lenguaje, necesario para la comunicación, exige un pacto entre los hablantes, ese pacto se pasa de padres a hijos, hace que las cosas se llamen coma se llaman y  puedan universalizarse.
B. Sarlo  escribe sobre el texto que nos ocupa “el límite desestabilizado e inseguro entre verdad y ficción, a través de atribuciones falsas, desplazamientos, citas abiertas y ocultas, desarrollos hiperbólicos, paradojas, mezcla de invención y conocimiento, falsa erudición. El idioma analítico de John Wilkins (…) responde a la estrategia de des-concierto que Borges adopta, casi de manera invariable, para presentar ideas.”[8] Parece buscar el plantearle problemas al lector, reflexiones sobre el lenguaje, sacar al lector de su estructura rígida del orden establecido y llevarlo con sus escritos a un nuevo orden.
Beatriz Sarlo continua escribiendo sobre el texto de Borge, “esta secuencia extraña y lógicamente siniestra combina elementos heterogéneos en una clasificación que no clasifica según orden instrumental ni de experiencia, contradiciendo la utopía, también inalcanzable, de las lenguas naturales.”[9]


[7] J.L. Borges, El idioma analítico de John Wilkins. Pág. 2
[8]. B. Sarlo, Borges, un escritor en las orillas. Pág. 47
[9]. B. Sarlo, Borges, un escritor en las orillas. Pág. 47
Bibliografía:
J.L. Borges, La Biblioteca de Babel www.literaberinto.com/.../bibliotecaborges.htm)
Borges, por Piglia Televisión Pública Argentina https://youtu.be/_R9eBT17ABg. 2014
B. Sarlo, Borges, un escritor en las orillas. Buenos Aires: Ariel, 1995
M. Foucault, Prefacio Las palabras y las cosas. Madrid S. XXI, 200
J.L. Borges, El idioma analítico de John Wilkins  www.ccborges.org.ar








Hoy

Pensando un poco me he dado cuenta de que soy un parásito de la sociedad, no soy productivo para nada, mi pensamiento es el de otros, mis palabras las dijeron otros antes, y mi futuro no existe, me refiero a que no seré productivo tampoco en el futuro. Mi vida es arrastrarme por ella hasta el final, como una cosa inocua, una cosa que es lo mismo lo que dure y que nadie lamentará su falta. Caeré en el olvido más absoluto, o seré sólo una mera huella, una leve sombra que existe en el recuerdo de algunos que algún día me conocieron, sus recuerdos serán vagos y otros ni siquiera recordarán haberme conocido, aunque les den todas las referencias del mundo.