jueves, 6 de junio de 2013

Carta a mi madre.





En estos días se cumple el tercer aniversario de la muerte de mi madre, y aunque más adelante ya hablaré de ella y de lo que ha sido para mí, no quisiera dejar de recordarla en este aniversario tan triste para toda mi familia.
He aquí una carta abierta que escribí a su muerte:

Yaya Remedios como te conocían tus nietos, para la mayoría de ellos tú eras su segunda madre o incluso primera.
Tus hijos que te querían y te quieren, no te olvidarán nunca mientras vivan y todos, sin excepción saben que no fueron del todo justos contigo, lloran tu perdida, su orfandad como una herida grande que no se puede cerrar.
A tus nietos les demostraste el amor con gestos, que a tus hijos no les distes, pero tus hijos sabemos que eran otros tiempos y el cariño se demuestra con hechos no con besos.
Te lloro todavía en mis ratos de soledad y sé que mis hermanos también.
Tú no eras una madre al uso, eras una mujer muy especial, sufriste lo indecible, pero eras optimista y siempre encontrabas solución y esperanza para todo.
Tus hijos fueron lo primero “como para cualquier madre, supongo”, pero tú lo demostraste a diario.
Nunca podremos devolverte todo lo que hiciste por nosotros. Y eso está claro, porque hasta tu muerte aunque muy dolorosa para todos, que fue tan rápida que no nos dio tiempo a sufrir por ti.
Se que nos cuidarás en donde estés y quiero creer, como dicen los Budistas, que nos reencarnamos siempre en personas que han tenido relación los unos con los otros, espero estar junto a ti aquí o donde sea. Y a pesar de que pueda sonar un poco duro, contare los días que falten para estar de nuevo juntos.
Te lloraré mientras viva.
Cierro los ojos para escuchar tu voz, tus gritos y sentir cómo le hablabas a cada uno de mis hermanos y a mí. Me castiga el corazón el no tenerte y me lamento por no haber estado contigo más tiempo en tus últimos días. Ahora me duele cualquier reproche que te hice cuando más joven, aunque sé que me has perdonado, me duele haber sido injusto contigo. Por eso lloro y lloraré.
Llevaré conmigo el amor que me diste, tus recuerdos y la pena de no haber sido un mejor hijo para ti, el no haberte devuelto todo lo que hiciste por mí, cualquier reproche que te hice y que ahora me duele como una lanza clavada en el corazón.

Te quiero,


                                                                 Jorge.





















No hay comentarios:

Publicar un comentario