domingo, 2 de febrero de 2014

Mis mujeres 2

Mis mujeres 2




A Mercé la mujer con la que me casé  por primera vez la conocí en una cena con el grupo de amigos que salía los fines de semana. Corría el verano de 1987, yo en aquel entonces salía con una chica de un pueblo vecino, ella trabajaba algunos fines de semana en un hotel de la Costa Brava y ese fin de semana le toco trabajar.
Mercé es una chica menuda, pequeñita y en aquel entonces con 19 años era una muñequita, lo cierto es que tampoco me llamó mucho la atención, más que nada porque no habla en absoluto pues es muy callada.
Ella había venido a pasar unos días con su padre ya que los tiene separados. Aquel verano la vi varias veces y una noche se sábado en que por casualidad no estaban otros chicos del grupo o bien porque no salieron o porque estaban en la mili, me encontré solo con cuatro chicas del grupo. Después de cenar en un bar, les dije que me marchaba a dormir y ellas insistieron en que no lo hiciera que podíamos ir a casa de una de las chicas haber una película pues sus padres no estaban esa noche.
Dos de las chicas tenían moto, así que dos se fueron en una moto y la otra sola, yo como no tenía ni coche ni moto me fui andando con Mercé, por el camino hablamos de varios temas y en alguno referente algún amorío mío ella no estaba muy de acuerdo en mi manera de proceder. Ella no habló mucho,  pues ya digo es muy callada y yo no callo ni debajo del agua.
El caso es que cuando llegamos a casa de nuestra amiga ya estaban esperándonos, yo  entré y me senté en el sofá, tres chicas entre ellas Mercé se fueron a una habitación, la chica que se quedó conmigo en el comedor se puso a dormir, así que me quedé solo viendo la película, como no salían decidí ir a ver qué pasaba, cuando entré en la habitación me dijeron:” Mercé tiene mucho dolor de espalda, por qué no le haces un masaje” me acerqué, ella se había remangado la camisa y estaba tumbada boca abajo, me senté a su lado puse las manos en su espalda y de repente las otras dos chicas salieron despavoridas de la habitación, apagando la luz. Mercé se giró y yo la besé. Pasamos la noche juntos. Por la mañana la acompañé a la estación, hay comenzó una historia de amor que duró escasamente cuatro años.
Fue un amor tormentoso, lleno de celos por parte de ella y de inmadurez por mi parte, no supe comprenderla y mucho menos tratarla.
El último día que estuvimos juntos, un quince de junio, sábado, al salir por la puerta me dijo: “no volveré a convivir  nunca más con nadie, ya he tenido hombre para el resto de mi vida y no quiero más” tenía veintitrés años, nadie podía pensar que cumpliera su juramento y lo ha cumplido. Sigue sola, sin pareja fija y sé que ha tenido oportunidades de rehacer su vida.





 

   

       

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