A Mercé la mujer
con la que me casé por primera vez la
conocí en una cena con el grupo de amigos que salía los fines de semana. Corría
el verano de 1987, yo en aquel entonces salía con una chica de un pueblo vecino,
ella trabajaba algunos fines de semana en un hotel de la Costa Brava y ese fin
de semana le toco trabajar.
Mercé es una
chica menuda, pequeñita y en aquel entonces con 19 años era una muñequita, lo
cierto es que tampoco me llamó mucho la atención, más que nada porque no habla
en absoluto pues es muy callada.
Ella había
venido a pasar unos días con su padre ya que los tiene separados. Aquel verano
la vi varias veces y una noche se sábado en que por casualidad no estaban otros
chicos del grupo o bien porque no salieron o porque estaban en la mili, me
encontré solo con cuatro chicas del grupo. Después de cenar en un bar, les dije
que me marchaba a dormir y ellas insistieron en que no lo hiciera que podíamos
ir a casa de una de las chicas haber una película pues sus padres no estaban
esa noche.
Dos de las chicas tenían moto, así que dos se fueron en una moto y la otra
sola, yo como no tenía ni coche ni moto me fui andando con Mercé, por el camino
hablamos de varios temas y en alguno referente algún amorío mío ella no estaba
muy de acuerdo en mi manera de proceder. Ella no habló mucho, pues ya digo es muy callada y yo no callo ni
debajo del agua.
El caso es que
cuando llegamos a casa de nuestra amiga ya estaban esperándonos, yo entré y me senté en el sofá, tres chicas
entre ellas Mercé se fueron a una habitación, la chica que se quedó conmigo en
el comedor se puso a dormir, así que me quedé solo viendo la película, como no
salían decidí ir a ver qué pasaba, cuando entré en la habitación me dijeron:”
Mercé tiene mucho dolor de espalda, por qué no le haces un masaje” me acerqué,
ella se había remangado la camisa y estaba tumbada boca abajo, me senté a su
lado puse las manos en su espalda y de repente las otras dos chicas salieron
despavoridas de la habitación, apagando la luz. Mercé se giró y yo la besé. Pasamos
la noche juntos. Por la mañana la acompañé a la estación, hay comenzó una
historia de amor que duró escasamente cuatro años.
Fue un amor
tormentoso, lleno de celos por parte de ella y de inmadurez por mi parte, no
supe comprenderla y mucho menos tratarla.
El último día que
estuvimos juntos, un quince de junio, sábado, al salir por la puerta me dijo: “no
volveré a convivir nunca más con nadie,
ya he tenido hombre para el resto de mi vida y no quiero más” tenía veintitrés
años, nadie podía pensar que cumpliera su juramento y lo ha cumplido. Sigue
sola, sin pareja fija y sé que ha tenido oportunidades de rehacer su vida.
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