viernes, 3 de febrero de 2017

Psicoanálisis y literatura



PSICOÁNALISIS Y LITERATURA
El psicoanálisis freudiano no es un método más de crítica de los textos literarios, equidistante en relación a los textos, es preferible a los demás por la información que suministra.
Si entendemos  la producción literaria como el resultado del ejercicio de las funciones fantástico-imaginativas de la mente, el psicoanálisis presenta una herramienta idónea para abordar los textos y entenderlos en su génesis tanto individual como colectiva.
En la literatura podemos pensar de forma retórica o de forma hermenéutica, de forma retórica vemos la literatura como un objeto, por el contrario la hermenéutica busca el sentido de los personajes, el sentido del texto de una manera política.
La visión retórica viene desde Aristóteles, que nos dice como se debe construir un texto; la hermenéutica es más reciente, se puede decir que empieza en el Humanismo, en el Renacimiento, cuando se le exige al texto más el mensaje que la forma de decirlo. Encontramos a Giambattista Vico al que podíamos llamar un “precursor” de S. Freud en un pensamiento hermenéutico de la literatura.
Giambattista Vico en Ciencia Nueva recoge todo el pensamiento hermenéutico de la literatura. Ciencia nueva que se interpone a la ciencia vieja, la ciencia de la naturaleza es interpuesta por la ciencia de la física. En el S-XVII se bifurcan la ciencia y la razón, Galileo y Descartes.
Vico dice que los números no sirven para conocer al hombre. Habla de la historia que es lo que ha hecho al hombre. Describe unos puntos de funcionamiento del hombre a través de la historia, él se ocupa de la fantasía, la poesía es el fundamento de la humanidad, la poética va más allá de la retórica.
En Vico, como en Freud la poesía no tiene que ver nada con la retórica, sino que concibe como una función natural del Psique y por tanto forma parte de la estética.
 Vico  describe tres edades de la humanidad comparándolas con el desarrollo mental del niño a hombre, que se corresponde con los tres niveles de la experiencia subjetiva según Freud, a saber la pulsionalidad originaria en el niño, la fantasía (infantil y después adulta) y el pensamiento racional del cual el superyó es portavoz. Para ambos la fantasía se corresponde con una forma poética de sentir y representar lo real, ya sea en el plano subjetivo, que en el metahistórico. Lo que más importante y revelador de dicha conciencia es analogía entre las diferentes concepciones del lenguaje. Si en S. Freud el paso del inconsciente al consciente se produce mediante la transformación de las representaciones visuales en representaciones verbales (que, si se convierten en síntomas, deberían ser transformadas por el “yo” en racionalizaciones), En Vico a las tres fases del desarrollo le corresponden tres tipos de lenguaje, el mutolo (mudo) de los orígenes, el fantástico-poético de la edad heroica y por último el racional o abstracto del periodo filosófico.
G. Vico Habla de la sublimación, que él lo llama conato, “que es propio de la voluntad humana poner freno a los impulsos (pulsiones de carácter sexual) o detenerlos que es el caso del hombre sabio, o darle mejor uso el caso del hombre digamos “corriente”. Vico nos muestra con  esta definición el principio moral que el sujeto interioriza, dominando las pasiones y estableciendo el control del yo sobre las pulsiones, lo que Freud más tarde definiría como Sublimación por la plasticidad Pulsional.
 Tanto para  Freud como  para Vico la infancia es la edad de la poesía, el poeta no es más que un adulto que piensa como un niño.
Un modelo de crítica en la forma freudiana es el crítico italiano Francesco Orlando que comenta textos de Freud y saca sus propias conclusiones sobre la visión de Freud en referencia a la literatura. En su trabajo en Letteratura Italiana (1985), hace un repaso de la teoría de Freud y del psicoanálisis aplicada a la crítica literaria. De su pensamiento  podemos concluir que en los últimos años, la incidencia cultural del psicoanálisis en la literatura ha dado lugar a la multiplicación de contribuciones, diferentes puntos de vista, cuestiones y materiales de estudio, una multiplicación que no alcanzamos a decir hasta qué punto es beneficiosa, nociva o inútil.
La institución literaria en todas las sociedades en las que tienen alguna propia, actúan dando por descontado lo que es la literatura; cuando sale el tema de la literatura, la gente cree saber lo que es. Hoy podemos decir que el psicoanálisis puede cambiar nuestra idea de la literatura, porque al análisis Antropológico y sociológico de un texto, podemos añadir la crítica psicológica, al texto, a los personajes  o al mismo autor. Podemos hablar de semiología en el Psicoanálisis.
J. Lacan, a quien se le puede discutir muchos méritos, pero no el de la brillantez del enunciado, ha escrito apropósito del psicoanálisis en general “que a una verdad nueva no es posible contentarse con darle un lugar, porque de lo que se trata es de tomar nuestro lugar en ella. Ella exige que nos desplacemos y desplazarse molesta”.
Orlando dice que tomando los textos podríamos decir que la expresión poética está al servicio del Psicoanalista. Freud utiliza la paradoja de la obra de Shakespeare Mucho ruido y pocas nueces (para reírse del miedo de los médicos hostiles al psicoanálisis),  cuando el jefe de la patrulla nocturna Dogberry dice a sus subordinados “que se guarde muy de todo contacto con asesinos y los ladrones, pues la gente horrada no debe tener trato alguno con semejante canalla”. Freud lo adapta a los psiquiatras contrarios al psicoanálisis que no quieren tener contacto con la sexualidad. Freud poseía una amplia cultura humanística, se podría pensar que había plagado de referencias literarias todos sus escritos, él cree en el privilegio de los poetas, y llega a la máxima evidencia cuando no solo en una cita no existe traslación alguna, sino que el propio contenido equivale a una anticipación de una verdad formulada por el psicoanálisis, por ejemplo Freud cita un pasaje de la obra de  Diderot Sobrino de Rameau, que dice lo siguiente: “Si el pequeño salvaje quedase librado a sí mismo y conservase toda su imbecilidad; si uniera a la escasa razón de un niño de pecho la violencia de las pasiones de un hombre de treinta años, por cierto que le retorcería el cuello al padre y deshonraría a la madre”. Clara alusión al complejo de Edipo.
F. Orlando habla del lapsus, cuando habla de la ejemplificación ficticia al servicio del psicoanálisis:
           “Si  algunas de las verdades desveladas por el psicoanálisis podían ser englobadas entre los pliegues de un discurso lírico, una narración o un diálogo ficticio podían incluso  haberlas representado, de forma inconfundible o velada,  con o sin comentarios, bajo  otros nombres o sin ellos. También  aquí la recién nacida doctrina pedía, al privilegio de los poetas, una confirmación, pero esta vez en forma de ejemplificación y no de expresión. (…) Ejemplos ficticios resumen la obra de Balzac, no como voluntad de aclaración sino como confirmación de algo y sin la más mínima translación (…) Tanto si la referencia se produce en relación a los sueños, como en relación al lapsus o al comportamiento entendido como síntoma, es en el fondo siempre la naturaleza intrínsecamente semiótica de tales fenómenos lo que          garantiza el privilegio de lo la obra de Freud).[1]
Se refiere a la obra  Psicología de la vida cotidiana, donde Freud habla del lapsus, lo define como situaciones reprimidas que afloran inconsciente mente, aquella palabra que está reprimida que en el sueño se vuelve consciente, en el lapsus lo inconsciente aflora al consciente sin que yo lo quiera. El lapsus no es angustioso, no produce ansiedad.
El principio de realidad reprime todo lo que se tiene que ocultar. La manera de aflorar más violenta es el síntoma que es cuando yo no puedo controlar estos contenidos reprimidos, en el sueño aflora estos contenidos reprimidos y no es patológico, una posición intermedia seria el lapsus. Hay un olvido de esta palabra, Freud va capa por capa hasta llegar al motivo del olvido de esta palabra. La represión en la que tenemos más control son las fantasías diurnas.
F. Orlando dice que el chiste es el afloramiento más importante de estas represiones, pero al ser consciente podemos controlarlas. Freud hace un estudio del chiste, dice que mediante la risa se permite liberar estas represiones, ya que puedo verbalizar, aunque sea como una negación, mediante la comicidad del tema. Busco una alegría en el que me escucha, el chiste me permite verbalizar estas represiones. Según Freud el chiste nos permite un ahorro de energía acumulada, una energía negativa que liberamos mediante la risa.
 Freud pone ejemplos literarios para explicar casos de sus pacientes, y así no tener que nombrarlos y los analiza desde un punto psicoanalítico, esto ha hecho que algunos críticos sigan su ejemplo. Se puede analizar desde la psicología al autor, al lector o a los personajes. Orlando lo crítica porque toma modelos de literatura popular, Orlando dice que esta literatura está llena de tópicos y situaciones simples, para Orlando la alta literatura, es “literatura”.
A Francesco Orlando le interesa la psicología, le interesa en la retórica, no le importan tanto antropológicamente. Para Orlando el texto literario en el plano Psicológico es una formación de compromiso y funciona como un síntoma delante del conflicto debatiéndose entre el principio del placer y el principio de realidad, entre la lógica (principio de realidad) y la ética (principio del placer). Para Orlando lo importante es que haya siempre dos polos subjetivo que divide entre bueno y malo, y objetivo que divide entre verdadero y falso. En el texto literario la verdad presenta su oponente (especificidad literaria). Al igual que en la política uno muestra su verdad y rechaza al contrario, no le da voz.
El psicoanálisis al servicio de la biografía, es posible que sea la parte más controvertida del análisis de una obra, la referente al autor y sus datos biográficos. Es cierto que en el análisis freudiano se pone en juego tanto una semiología como una psicología, y que el inconsciente es reconocible solo a través de sus manifestaciones semióticas, hay incluso un conflicto en las diferentes orientaciones unidas al modelo. Podemos encontrar datos biográficos unidos al síntoma, precisamente una manifestación semiótica. El comportamiento del autor, la vida de este, la forma que refleja sus vivencias en el texto-síntoma, darán en sus textos más relevantes las obras de arte. Freud es consciente de ello, analiza algunos autores y  sus textos, también habla de artistas no solo de escritores o comenta obras que le sirven para afirmar su teoría psicoanalista, esto último es lo que hace con el mito de Edipo, y comenta que todo lo que sucede en Edipo no sería representable, todo lo que hace Edipo lo más reprobable lo hace sin saber que lo está haciendo, mata a su padre, se acuesta con su madre y tiene hijos. Cuando lo descubre, lo trágico es que va tomando conciencia de las cosas y se ciega por haber tenido que ver lo que nunca quisiera haber visto.
Nos habla de Hamlet de W. Shakespeare, nos comenta que se siente culpable, porque la muerte de su padre  a manos de su tío, es un deseo en diferido de Hamlet de matar a su padre y por eso duda de matar a su tío. Freud dice que detrás de este texto se esconde el deseo de Shakespeare de matar a su padre, comerciante de pieles y hombre rígido. También comenta la obra de Dostoievski, los hermanos Karamazov, donde los hermanos matan a su padre. Aquí Freud comenta que hay como un desdoblamiento de la personalidad de Dostoievski en dos personajes el hermano mayor e ideólogo del crimen y el hermano menor epiléptico y autor del crimen. Dostoievski que era epiléptico y que había tenido conflictos con su padre (un déspota terrateniente asesinado por sus propios siervos), habría matado, según Freud, a su padre simbólicamente a través de esta novela. Ambos casos serían claros complejos de Edipo.
Freud dice que con el paso del tiempo el principio de realidad se ha ido atenuando y empieza a prevalecer más el instinto de placer. Con el paso de los años se dice que el respeto a los padres, es decir el debilitamiento del principio de realidad hace que la autoridad del padre se debilite y por tanto las pulsiones de odio, de violencia son más fáciles que afloren, en violencia hacia el padre. Actualmente se dice que la presencia de la madre en todos los aspectos de la vida, hacen que sean más beligerantes con la sociedad y con el padre.
Freud dice que la novela está en el proceso de verbalizar las pulsiones, de las emociones, aquellas que son inconfesables. La novela moderna ocupa el espacio que estaba destinado a la religión. La literatura moderna da rienda suelta a las pulsiones, la novela tiene una función modeladora sobre los lectores y el “mal uso” crea conflictos, véase Madame Bovary, Don Quijote o Rojo y negro de Stendahl. Hoy en día el espacio moldeador de la novela lo ha ocupado la pantalla, pero no hay más espacio para hablar de ello.



Jorge Martín Gálvez





[1] F. Orlando, Letteratura italiana, Einaudi, Torino, IV, 1985.

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