domingo, 7 de julio de 2013

Mi bici

Escribí en cierta ocasión, un pequeño homenaje a una bicicleta que me compraron mis padres cuando niño. Es de las pocas cosas que me compraron que yo quisiera, pues había pedido un balón de fútbol y no me lo compraron, un Scalextric nada, un Madelman menos y así un largo etc.
Total que por una vez me sonrió la diosa fortuna y me la compraron.
Recuerdo que de vez en cuando cuando quería arreglarle algo, lo estropeaba más - siempre he sido un manazas y eso que luego trabajé como mecánico industrial durante años, pero estaba negado, la mecánica no era lo mío, pero como casi toda mi familia trabaja en ello me vi empujado a trabajar de una cosa que nunca me gusto,  como he sido siempre un cobarde no me decidía a cambiar de trabajo y eso que la mayoría de la gente que se dedicaba a ese trabajo era bastante faltona y con muy poca educación. Ahora que he sacado el tema del trabajo, he de decir que a los miembros de mi familia que trabajan o trabajaron en el metal no les a ido mal, a mi hermano, a  mi sobrino que siempre tuvo buena predisposición para ese trabajo lastima que le pierdan aveces el ímpetu juvenil y el afán de ser mejor que nadie, a mi primo de Zaragoza con quien compartí muchos momentos de trabajo y habitación al que quiero como un hermano, aunque creo que nunca se lo demostré suficiente, a mis primos de Sant Celoni, al pequeño yo le busque su primer trabajo en el hierro y al poco tiempo era preferido por los oficiales por el interés que ponía y su manera de ser, contraria a la mía, mi cuñado más joven al que admiro por su buen hacer en el trabajo y su paciencia metódica y  aunque ha veces no me hayan gustado rasgos de su carácter, con el tiempo creo que tenía razón -, me enfadaba mucho con  mi hermana a la que gritaba y  culpaba, pagando  mi incompetencia con ella. Mi madre siempre decía que yo no tenía ninguna paciencia y no creo que fuera eso, yo creo que era la fustración por el afán de sentirme importante y ver que no era capaz.



Mi Bici
Recuerdo con cariño mi primera bicicleta, era una BH blanca y roja que me compraron mis padres, con un timbre plateado que hacía  un cric-cric que a mi me sonaba a música.
Me la compraron mis padres y se puede decir que es de las pocas cosas que me compraron que yo quisiera, ellos normalmente me compraban lo que les daba gana o mejor dicho lo que podían, pues somos seis hermanos.
Corría el verano de 1974, en aquella época hacíamos una quiniela semanal toda la familia, la columna que yo hice tuvo trece aciertos y como premio me regalaron mis padres la bicicleta.
Fuimos a comprarla un sábado por la tarde,, la víspera no dormí casi nada, con la emoción. Por fin iba a tener mi bici, cuando la vi allá en el aparador de la tienda, el corazón me dio un vuelco… ¡Estaba tan preciosa! Esperándome para compartir nuestras vidas, para ser montada por mí.
Nuestra relación fue muy estrecha, salíamos a pasear, los dos buscábamos la libertad.
Hacíamos carreras contra otros niños y sus bicicletas, no solíamos ganar casi nunca, pero éramos felices. Nos conformábamos con estar el uno con el otro.
Pasaban los años, yo me iba haciendo mayor y ella envejecía con sus arañazos y sus golpes junto a mí, siempre fiel.
Cada vez salía menos con ella, encontré otras distracciones. Ella no se quejaba pero el óxido se la comía poco a poco y no me di cuenta de su padecimiento, hasta que fue demasiado tarde. La llevé al chatarrero para que su cuerpo se fundiera con otros aceros y viviera de nuevo en otro ingenio mecánico o quien sabe formando parte de otra bicicleta, haciendo que otro niño sea feliz y encuentren esa magia que los dos vivimos un día.
Dejó una huella en mi imborrable, un recuerdo tierno de una infancia que nunca volverá.

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