miércoles, 15 de mayo de 2013

Mi tío Torres



                        
Probablemente mi tío Torres sea una de las personas que más me han marcado en mi vida. Siempre lo admiré a pesar de sus defectos.
Recuerdo sus innumerables visitas a Sant Celoni con un camión tráiler que aparcaba en la puerta del bloque donde yo vivía. Ocupaba de equina a esquina. Los niños del barrio alucinados y yo inflado de orgullo. Jugábamos por todo el camión al escondite o nos subíamos por donde podíamos.
Años más tarde, cuando tuve la oportunidad de sacarme el carnet de camión, no dude y lo hice para cumplir un sueño que tenía desde pequeño y ser como mi tío.
Lo que siempre me marcó más de él fue lo bien que hablaba de sus hijos y de lo maravillosos que eran. No como en mi casa que el mío solo tiraba piedras sobre nosotros.
Mi tío vivía en Zaragoza y la verdad es que era como nuestra segunda casa, con mis primos nos llevábamos como hermanos, y para mí, son mis primos más queridos.
Mi tío les dio a mis primos más de lo que posiblemente podía, aunque creo que valió la pena, pues son grandes personas los cuatro. Miguel, el mayor, era su ojito derecho. Yo también lo admiro, y a la menor ocasión que puedo hablo con orgullo de él: “lo bien que toca la guitarra, lo gran ciclista que es”, en fin, una maravilla. Yoli, la segunda y única chica, es todo corazón. Recuerdo alguna de mis visitas a Zaragoza, ella me llevaba de copas con su novio Juan Carlos, y nos lo pasábamos genial. La recuerdo de pequeña en Sant Celoni con trenzas, muy guapa. En una visita que nos hicieron mis tíos, traía un bandurria que tocaba con una púa, - no recuerdo si tocaba bien -. Es gran amiga de mi hermana Reme, que por cierto  estuvo viviendo un año en Zaragoza cuando tenía  dieciséis años por problemas con mi padre. Desde entonces son como hermanas.
El tercero de mis primos es Francis, que es de mi misma edad, gran deportista y un poco aventurero. De pequeño también hacia ciclismo. No lo recuerdo mucho de pequeño. Los recuerdos que tengo de él son de la post-adolescencia, en la época que yo iba más a Zaragoza, tenía novia y hacía el servicio militar en aviación como conductor. Aunque en una Semana Santa en Zaragoza fuimos juntos a ver un espectáculo erótico en un teatro llamado “Oasis”.
El pequeño es Toni que es con el que he tenido más relación pues durante un tiempo vivió en casa y además, trabajábamos juntos en la misma empresa. El tiempo en que estuvo en Sant Celoni lo tengo muy desordenado en mi cabeza aunque recuerdo salir de fiesta algún día con él.
Luego mis tíos se vinieron a vivir a Sant Celoni. Estos años me pillaron haciendo la “mili” y en una tormentosa vida sentimental lo cual  ha provocado alguna laguna en mi memoria.
Toni también me acompañó en alguna de mis visitas a Zaragoza y me enseñó más cómo era su barrio y sus adolescentes, algunos problemáticos.
Pero quiero hablar del sentimiento que desde pequeño siento por mi tío.
Cuando me estaba preparando para la Primera Comunión, recibimos en mi casa la noticia que mi tío había sufrido un accidente. En los momentos de rezo en la iglesia y por la noche, antes de dormirme, pedía por él con toda mi alma, para que se curara, y así ocurrió. Me sentí la persona más feliz del mundo. Luego, con los años, cuando tuvo problemas de salud que le obligaron a dejar su trabajo, también pedía por él. Vivió muchos años. Los médicos se preguntaban cómo podía vivir en su estado de deterioro arterial. Tenía una naturaleza tan fuerte como su gran corazón.                    




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