martes, 7 de febrero de 2017

Análisis de "Crimen y castigo"




ANÁLISIS DEL PERSONAJE CENTRAL DE LA OBRA  CRIMEN Y CASTIGO    DE FIÓDOR DOSTOIEVSKI
El narrador presenta al protagonista Raskolnikov como una persona inestable casi esquizofrénico, con sueños diurnos (fantasías), con ideas fijas y obsesivas. Con arrebatos de ira (pulsiones de muerte) que combina con un altruismo extremo que luego el mismo se recrimina, Por ejemplo después de darle el dinero a Marmeladov (viejo funcionario en paro, padre de la prostituta Sonia) comenta: “menuda tontería he cometido, ellos tienen a Sonia y yo necesito el dinero”.  Podríamos decir que  el principio de realidad  lo tiene muy atenuado y no porque sea un iluso, pero sí que es un idealista, que se mueve más por el principio del placer. Es posible que la figura paterna no la tenga muy presente, es decir la figura de la ley, que es la que representa el padre, su madre viuda y su hermana más pequeña, hacen que predomine en su carácter el principio del placer, lo cual también provocaría en él esa inclinación a las letras, él estudia derecho, pero tiene dotes literarias, por ejemplo ha escrito en un artículo en una revista donde habla de los hombres extraordinarios, a los cuales se les puede permitir ciertas licencias que a los hombres ordinarios no, por supuesto él se siente uno de estos hombres extraordinarios.
Como hemos dicho más arriba Raskolnikov se comporta de una forma esquizoide con una actitud de omnipotencia que le hace creerse superior a la mayoría de los mortales; tiene una actitud de desapego y aislamiento; una preocupación por la realidad interna, ya Dostoievski con el nombre del protagonista nos da una pista, el nombre Raskolnikov viene de rascol  que en ruso significa  separación, escisión es decir que quiere vivir escindido, separado de la sociedad. Se puede decir que tiene disociaciones en el Yo, que le hace dudar de las motivaciones por las cual comete el crimen, o le hacen adoptar  una actitud narcisista como forma de defensa ante la ansiedad que le provoca sentir amenazado su ideal del yo, este ideal del yo le produce infelicidad, ya que se siente incomprendido. También el hecho de tener que vivir con la ayuda de su madre y su hermana producen en él un sentimiento de culpabilidad, agraviado  por la carta que le envía su madre con el futuro matrimonio de su hermana (Dunia),  lo que él cree que es un sacrificio por parte de su hermana, sacrificio por él. Sacrificio que él compara al que hace Sonia que se prostituye para ayudar a su padre y sus hermanastros. Dice Raskolnikov en un soliloquio: “Entonces, ¿cómo no sacrificar a una muchacha por ese primogénito? ¡Oh, Corazones queridos e inicuos! Pero qué: en semejante caso ni siquiera, en rigor, rechazaremos la suerte de una Sonia, Sonia Marmeladovna, Sonia eterna desde que el mundo es mundo. Y el sacrificio, el sacrificio, ¿lo medisteis las dos? ¿De veras? ¿Es soportable? ¿Es útil? ¿Es razonable? ¿Sabes, mi pequeña Dunia, que la suerte de una Sonia en nada es peor que la tuya con el señor Lujin?”
El Narrador llegado a este punto nos dibuja un Raskolnikov que se plantea que podría hacer él para evitar ese casamiento por dinero.  Recuerda que conoce una vieja usurera que vive con su hermana a la que maltrata, decide llevarle una sortija que le regaló su hermana para empeñarla, y empieza a tener ideas homicidas hacia la vieja.
Curiosamente entra en una taberna y siente una conversación entre un estudiante y un oficial del ejército que hablan sobre la vieja, lo mala persona que es, que es como un “parasito”, que no quiere a nadie, que incluso maltrata a una hermana menor, que al contrario de ella es muy buena persona; el estudiante llega a decir que la mataría; Claro que al final de la conversación dicen  que todo es una broma (fantasía escondida detrás de la comicidad o el chiste  según Freud, se verbaliza la fantasía en medio de una broma ocultado la verdadera intención) y que las cosas son como son y no se pueden evitar. Pero Raskolnikov  empieza a cavilar, y se pregunta por qué su ánimo está tan perturbado si la idea que tuvo (matar a la vieja) es solo una fantasía; Raskolnikov es bastante permeable a las ideas de los demás, a pesar de todo su carácter narcisista, y el hecho que la idea del crimen la hayan formulado un estudiante y un oficial del ejército todavía le cala más. Lo que le preocupaba es por qué se descubren tan fácilmente los crímenes y por qué encuentran huellas de los asesinos tan fácilmente. Según su juicio la razón principal consistía no tanto en la imposibilidad natural de ocultar el crimen, como en el criminal mismo; todos los criminales experimentan en el momento de cometer el crimen como un desfallecimiento de la voluntad y el juicio, y se apodera del criminal como una enfermedad que persiste en el tiempo (aún después del crimen) hasta desaparecer como cualquier otra patología. “El problema está en saber si es la enfermedad es la que engendra el crimen o si el crimen mismo va siempre acompañado, por su misma naturaleza, de cierto género de enfermedad”. Cuestión esta que Raskolnikov no cree poder resolver. Pero a la muerte que él se refería, pensaba que no se produciría tal sensación, tal derrumbamiento moral, ya que lo que él iba acometer no es un crimen, sino un bien a la sociedad, porque libra a la sociedad de lo que él llama un “piojo”, que es la anciana usurera.
Pero a la pregunta que Raskolnikov se hace, le podemos contestar que en su caso al menos, es “la enfermedad” la que engendra el crimen ¿De qué enfermedad se trata? La respuesta la dio Freud: “los que delinquen por sentimiento de culpa”. Freud Comenta:”(…) la conciencia de culpa preexiste a la falta; la culpa no procede de la falta, sino a la inversa, la falta proviene de la conciencia de culpa. A estas personas es lícito designarlas como  << criminales>> por sentimiento de culpabilidad” (Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad. Extraído de: Sigmund Freud. Obras completas. Volumen 14 [1914-1916]. Amorrortu Editores.  Bs. As., 1979, p. 338).
El hombre es culpable, intencionalmente es un criminal, su crimen reside en la fantasía y en los deseos culpables de la infancia, porque la pulsión de muerte exigió y obtuvo, de una u otra manera una satisfacción. Las satisfacciones disfrazadas, secretas, ocultas a la espera de aflorar se manifiestan por síntomas: la culpabilidad es asimilable a esos síntomas, y esperan un acusador para satisfacer la pulsión de muerte, como una pulsión masoquista, es decir de autodestrucción.
Raskolnikov es un hombre que no ha podido vencer la tentación, es cierto que ha dudado de llevar a cabo su plan, este se le presenta como una fantasía que pasa por su mente más allá de su voluntad, luego de la carta de su madre, el sueño con su padre, donde él se agarra fuertemente a su mano mientras ambos ven como Nikolai mata a la pobre yegua a bastonazos, la inmovilidad del padre que no hace nada… él tiembla y su padre lo único que dice es que se tienen que ir, que ellos no tienen que hacer nada ante lo que sucede. Él no dice haber odiado a su padre, pero describe su cobardía, por no intervenir en el asesinato de la yegua… Nada hizo, no logró sostener al niño, luego se perdió entre la gente hasta que reapareció cuando el asesinato ya se había cometido… Describe su desolación y su profundo sentimiento de desamparo. Todo esto  hace que su fantasía, y su idea de ser superior a su padre (el hijo pretende ocupar el lugar del padre como en complejo de Edipo, o la descripción que hace Freud de la jerarquía dentro de la familia en Tótem y tabú) se manifiesten en el asesinato de la vieja usurera.
Para Raskolnikov, el asesinato de la vieja usurera es, más allá de la acuciante necesidad de dinero, una prueba que él debe pasar para convencerse de que él pertenece a la categoría de los elegidos en cuyo caso no habría de sentir ningún tipo de arrepentimiento.
 Raskolnikov, cae como  en aletargo después de los crímenes tiene sueños repetitivos que le devuelven una y otra vez al escenario del crimen, los revive en sueños, tiene pulsiones de muerte y por ello se ve obligado a recordar lo que no quiere recordar, creándole angustia que es una necesidad del Yo, angustia que  lo prepara para un peligro venidero, el dolor del cuerpo, su enfermedad se relaciona con aquello que habla de su culpa; el inconsciente domina su mente, queda sustituido el principio del placer por el principio de realidad o supervivencia, repite el sueño a la espera de algo mejor, de retornar al principio del placer, volver al estado anterior a la génesis de la vida, que es el objetivo final de las pulsiones de muerte.
Otro aspecto que podemos encontrar en Raskolnikov es el deseo de ser “reconocido”, como diría Lacan, por los demás reconocido como “extraordinario” como un Napoleón o un Mahoma, pero no lo consigue, y se da cuenta que él pertenece a los hombres “ordinarios”. Se convierte en un ser herido por el fracaso, arrojado a la insignificancia y portador de sus pensamientos torturadores en secreto. Cuando ya no puede soportar su tortura se confiesa a Sonia, ella es pobre y buena hija, es una mujer de corazón puro, lo ama con devoción, cuenta los hechos y se siente mejor como una descarga de un peso, el peso de la culpabilidad (como sentía el borracho Marmeladov o el expatrón de Dunia, Svidrigailov, que el sentimiento de culpa y de miseria  ética los conduce al suicidio). Raskolnikov cree que solo ella puede, entender su crimen y ella solo sea capaz de perdonarlo; solo después puede dirigirse al fiscal y declararse culpable. Parece que Dostoievski tiene la idea que el pecado es la única verdadera comunión entre las criaturas. Para Dostoievski, parece que no hay otro medio de alcanzar la redención que partiendo del pecado… Culpa y expiación equivalen a culpa y redención. Parece resumir con esto toda la esencia de su cristianismo.
Un caso claro de esto lo encontramos en Marmeladov (que ya hemos citado más arriba), que bebe para olvidar su condición de miserable, miseria que le ha producido la misma bebida que lo ha  dejado sin trabajo. Es tan miserable que roba el dinero que su mujer tiene para dar de comer a sus hijos pequeños, pide dinero a su hija que se prostituye, para beber. Él tiene claramente un deseo de autodestrucción (Pulsiones de muerte), y se siente aliviado de su culpa cuando su mujer le pega, aguanta el castigo sin queja (como un gusto masoquista), hasta como él dice con placer; También llega a decir: “¡Bebo porque quiero sufrir doble!” Este deseo de autodestrucción lo lleva al suicidio. La muerte en su caso es la expiación de sus pecados.
Freud rechaza la doctrina dostoievskiana de que “solo alcanza el grado supremo de eticidad quien ha llegado hasta la pecaminosidad más profunda”. Sigue diciendo Freud: “Ético es quien reacciona ya ante la tentación interiormente sentida, sin ceder a ella (…) pero quien alternativamente peca, y luego, en su arrepentimiento, formula elevados reclamos éticos parece que arregla las cosas según su comodidad. No ha realizado lo esencial de su eticidad, la renuncia, pues la vida ética es un interés práctico de la humanidad (…)  Quien así actúe se parecerá a los bárbaros del tiempo de las invasiones, que asesinaban y luego pagaban una multa, con lo cual esta, era una técnica para posibilitar el asesinato. Iván el Terrible no se comportaba de otro modo; y aún este componente con la eticidad es un característico rasgo ruso” (S. Freud, Dostoievski y el parricidio, 1928).
No podemos olvidar que Freud habla de Dostoievski y nos tenemos que preguntar de dónde viene  esa tentación de catalogar a Dostoievski como criminal y Freud dice: “en el criminal hay rasgos esenciales: el egoísmo sin límite y las intensa tendencia destructiva; estos dos rasgos se exteriorizan en el desamor y la falta de valoración afectiva” (S. Freud, Dostoievski y el parricidio, 1928). Se acuerda Freud de lo opuesto en Dostoievski: su gran necesidad de amor y su gran capacidad de amar. Y lo resuelve así:” La contradicción se resuelve entendiendo que la fortísima pulsión destructiva de Dostoievski, que fácilmente lo habría convertido en un criminal, en el curso de su vida se dirigió sobre todo hacia su propia persona y se expresó como masoquismo y sentimiento de culpa” (S. Freud, Dostoievski y el parricidio, 1928).
Raskolnikov reniega de su acto dice:” Debía haberlo sabido. ¿Y cómo me atreví, conociéndome, presintiéndome, a esgrimir el hacha y derramar sangre (…) Eso de la vieja es un error… Yo no quería más que saltar cuanto antes el obstáculo,…pero el obstáculo no lo salvé; me quede en el lado de acá… Quizá yo mismo sea un piojo, todavía más repulsivo e innoble que el piojo asesinado”. Él pensaba en un comienzo que tenía toda la fuerza, toda la inteligencia que le permitiría ubicarse en el orden superior que había creado; por eso cuando le dice al policía que él no se tiene por ningún Napoleón, ya había comenzado a darse cuenta que él no pertenecía a la categoría de los hombres superiores, sino al tipo de hombres que él había colocado en el plano de los hombres despreciables.
Hay expresiones que parecen como de arrepentimiento, pero que más que movido por la culpa parece lamentarse de su gran error. Al final de la obra en el epílogo, Raskolnikov no es ajeno a su acto, pero reniega de él renegando su significado criminal. Su teoría, devenida creencia le impone el reconocimiento de criminalidad de su acto. Por eso también su ejecución es una realización del deseo del Otro (ese gran Otro que es el conjunto de hombres grandiosos que fundamentan su teoría), observemos les elucubraciones que facilitan el camino hacia la regeneración: Raskolnikov reflexiona:”¿En qué era mi idea más estúpida que otras ideas y teorías que ruedan y chocan contra otras por el mundo y así lo aran mientras el mundo exista?”
“Veamos: ¿por qué mi conducto os resulta tan torpe? – decía él para sus adentros – ¿Por qué fue…criminal? ¿Qué significa vuestra criminalidad? Mi conciencia está tranquila. Cierto es que se consumó un crimen de pena capital; cierto que se infringió la letra de la ley y se derramó  sangre; bueno tomad mi cabeza por la letra de la ley… ¡Y basta!”
Es notable la manera de expresarse:” es cierto que se cometió un crimen”; “es cierto que se derramó sangre” “es cierto que se infringió la ley” habla como de cosas ajenas a él, en un no compromiso subjetivo, ya el narrador en algunos pasajes nos dice: todo, hasta su crimen, su condena y su deportación, le parecían un hecho exterior, ajeno, no relacionado con él. He aquí la escisión.
Lacan Comentando el Esquema del psicoanálisis remarca que cuando Freud mismo dice: “se estaría tentado de calificar como astuta y hasta maliciosa esta manera de tratar la realidad” a través de la escisión, ironiza menos sobre el Yo en su función de síntesis que sobre el sujeto en su relación con la ley.
 En Freud se ve que el concepto de renegación propio de la psicosis, y luego del fetichismo ha conducido al concepto de escisión, para dar cuenta del carácter parcial de la regeneración.
Raskolnikov reniega de su acto, lo cual no puede asumirlo como propio. Está siendo castigado por una culpa que no asume, por ello el castigo no es verdaderamente efectivo para aliviar sus tormentos por vía de la expiación. Sin embargo, como la culpa puede negar, pero no desaparecer, nos hace pensar que esta culpa, que se ha sustraído de su conciencia, es trasmitida  a través del sufrimiento corporal; fiebre, temblores, abatimiento físico, etc. Para llegar a esta conclusión recurrimos a Freud, quien en el artículo ya citado de Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad, refiriéndose a los casos en que el sentimiento de culpa no aparece en la conciencia, dice que: “había podido demostrarse su preexistencia, por toda una serie de otras manifestaciones y efectos”.
También en Raskolnikov, podemos observar, antes de cometer el crimen una serie de otras manifestaciones que expresan, no ya, la culpa corriente que sintió ante el sacrificio de su madre y su hermana, sino ese sentimiento de culpa (inconsciente) anterior al crimen. Muchos malhechores sufren previamente una gran tensión que se le alivia después de cometer la falta por la expectativa del castigo que conlleva la expiación (sentimiento masoquista, relacionadas con las pulsiones de muerte). Esto no ocurre en Raskolnikov, no siente ningún alivio porque no puede expiar una falta que no asume como propia.
Si para Dostoievski culpa y expiación es el origen de la redención, esto no le ocurre a Raskolnikov. Dostoievski le tiene reservada otra vía de redención… El amor, a Raskolnikov al final no le importa su fracaso como hombre superior, desde que se siente colmado por el amor a Sonia acepta con naturalidad su condición de simple ser humano y comienza su regeneración (el poder del amor).
Dostoievski escribió en alguna ocasión:” En nuestro planeta solo podemos amar sufriendo y a través del dolor; no sabemos amar de otro modo ni conocemos otra clase de amor”.

Jorge Martín Gálvez







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