miércoles, 12 de julio de 2017

RESEÑA DE LA NOVELA DE A. PAPADIAMANDIS LA ASESINA. TRADUCCIÓN DE RAÜL GARRIGASAIT



La novela se desarrolla en un espacio rural de la Grecia de posguerra de independencia o Revolución Griega del Imperio Otomano transcurrida en 1821 y 1832.
Una Grecia rural llena de supersticiones y de pobreza, donde el hecho de tener niñas podía significar la ruina para la familia, ya que cuando llegado el momento de casarse los padres tenían que dotar a sus hijas, mermando así el patrimonio de la familia. En este contexto la novela nos relata como la vieja Khadula [una mujer que ejerce de curandera], se convierte en una asesina de niñas pensando que hace un favor a los padres de las niñas liberándoles de la carga de tener que dotar a sus hijas en el futuro y con ello mermar la ya precaria fortuna familiar:
       […] ha de donar (el padre) casa, vinya, camp, olivar, ha de manllevar diners comptans,     ha de córre cal notari per hipotecar els seus béns. […] cal que confeccioni o que   esprocuri el dot (la madre), l’aixovar de la núvia: llençols, bruses brodades, vestits de     seda amb volants de fil d’or.[1]
 Khadula que presta ayuda a sus vecinos con remedios de plantas, minerales, oraciones, etc. Se cuestiona si vale la pena tener tantos hijos y sobretodo niñas, que parece que las familias mientras más pobres más niñas tienen.  Ella cuando fallece algún niño o niña muestra su alegría, en contra posición al dolor de la familia del infante:
          Quan la vella Khadula tornava a la casa mortuòria per pendre part en la ceremònia de        consolació, no va saber trobar cap paraula de consol; ella era tota alegria i anomenava            benaurats l’infant innocent i els seus pares. I l’aflició era joia, la mort era vida, i tot es       tranformava.[2]
Se le ocurre una noche mientras cuida de su nieta recién nacida que sería bueno para su hija, que esta muriera y así su hija no tendría que hacer un esfuerzo para dotarla para la boda cuando llegara el momento de casarla. La niña que tiene una salud delicada, está resfriada, tiene tos y no duerme bien. La parturienta, la hija de Khadula, duerme  y deja a la pequeña al cuidado de la abuela por las noches, parece que la vieja ya está acostumbrada a dormir poco. En un arranque de tos de la niña, la vieja Khadula decide poner los dedos en la boca de la niña, para que no pueda respirar bien y se ahogue. Parece una muerte natural y la vieja Khadula, cree haber recibido un mensaje divino, como una misión, la cual será descargar a los padres pobres de la “maldición” de las niñas.
Días después de la muerte de su nieta y con la idea de que estaba predestinada a llevar acabo esa labor de aligerar la carga a los padres de las niñas y la vez mandar a las ni niñas al cielo para que descansen de este mundo cruel e injusto. Va a visitar en el campo a una mujer enferma para venderle sus remedios de hierbas medicinales, por el camino piensa en la pobre mujer enferma, la mala suerte que tiene, cargada de  cinco o seis niñas y ningún niño. Cuando se va acercando a la casa de la enferma, ve a las dos hijas más pequeñas de esta mujer, que están  jugando junto a un estanque:
           – Ve-tho aquí! Sant Joan m’ha enviat el señal! –es digué a si mateixa la Frangoiannú,       gairabé involuntàriament, en veure les dues nenes–. Quina llibertat no donarien a la           pobre dona d’en perivolàs si caiguessin dins la cisterna i nadessin una estona! A veure,    ¿hi ha aigua?
          [...] –Com les pot deixar aquí son pare, petites com són…–va dir-se la Frangoiannú–.        Però si poden caure, totes soles!
          Va girar la mirada intranquil·la cap la cabana. Però semblava que no hi havia ningú a        dins.
          […] Va dubtar un moment. Va sentir que es lliurava una lluita terrible dins seu. Després    va dir-se, gairebé en veu alta:”Coratge! La decisió està presa.”
          I, agafant les dues nenes amb les mans, les va empentar violentament.
          […] les dues criatures suraven suraven en el aigua de la cisterna.
          La més gran va fer un xiscle que ressonà en la solitud del vespre.
           –Mama![3]

Ella se presenta  como la que intenta salvar a las niñas delante de los padres, como la médica de sus propias víctimas. Ella recrimina a los padres el haber dejado a unas niñas tan pequeñas solas al lado de un estanque lleno de agua.
Días después, la vieja Khadula junto a su hija  pequeña Krinyó, está lavando la ropa en el patio de un señor, en el cual hay un pozo; cerca juegan niñas y niños –una quincena–, la vieja Khadula está cansada de escuchar el ruido que hacen los niños con sus juegos del escondite, sus risas y gritas agudos. Al medio día, manda a su hija a buscar la comida a la casa de su hija mayor. Está sola, lavando la ropa del señor, a su lado dos o tres niñas juegan, hacen ruido y la Frangoiannú las riñe constantemente, pero las niñas no le hacen caso; dos niñas salen del patio a los campos, se queda una sola:

          I la Xenula, […] que amb prou feines tenia set anys, va començar a burlar-se de la vella    imitan-ne els gestos amb les mans i la boca.
          […] la Xenula s’havia quedat i, inclinan-se al pou intentaba arribar a l’aigua         amb una vara per agitar-la. S’hi anava abocant, però la vara era molt curta i no hi         arribava.
           – Ai, Déu meu, si caiguessis a dins, Xenula ! –va dira mb una rialla estranya la    Frangoiannú–. Com t’ho agrairia ta mare!
           – Ai, Uéu meu, xi Caiguéixix a dinx! –va tornar-s’hi la petita Xenula, estrafent   la veu de la vella–. Com t’ho aglailia ta mare !
          S’havia aixeca una mica, i tot seguit es va tornar a abocar, més que abans.
          […] Quan la nena es va abocar, va repenjar tot el pes del cos sobre el braç            esquerre, damunt el mateix tauló, va relliscar, el tauló va cedir, es desengaxá     d’un extrem, i la Xenula va caure de cap dins la boca oberta del pou. Es va sentir         un xisclet ofegat, un cop sec, i després un fort terrabastall d’aigua.
          […] Institivament, la Frangoiannú va voler cridar i córrer a auxiliar-la. Però ella   mateixa es va ofegar el crit a la gola, els moviments es van aturar, i el seu cos       restà glaçat[4].

Se siente extraña, como si Dios cumpliera sus deseos de que la niña cayera al pozo. Se acerca al pozo y ve la agonía de la niña y se dice así misma que aunque quisiera no podría salvarla, eran designios divinos.
Ella sabe que con esta muerte hay muchas posibilidades de que la acusen de asesina, de esta niña y de las otras, ya que tanta casualidad no se sostiene. Empieza a sentir miedo porque sabe que ya no se salvará de esta muerte, y de hecho las autoridades ya sospechaban de ella.
El juez después de esta última muerte decide interrogar a la vieja Khadula y a su hija y no le convence nada la declaración de la vieja, pero la deja marchar. Ella no está tranquila ha visto la cara del juez de paz y sabe que la vendrán a buscar, y en efecto por la tarde se presentan dos guardias en su casa, ella huye a las montañas. En su huida va a visitar a una conocida, a la cual con sus tratamientos le provocó un aborto de un embarazo adultero. Está mujer servía a un señor adinerado y aprovechando la ausencia de este la mujer le da cobijo por una noche pero la vieja no se siente segura del todo y al amanecer se va de camino a  un escondrijo en las montañas que conoce como la palma de sus manos.
  En su cabeza resuenan llantos de niño, como un remordimiento:

          I creía que fugia del perrill i de la desgracia, i la desgracia i la ferida les portava a dins. I    s’imaginava que fugia del soterrani i de la presó, i la presó i l’infer els portava dins.[5]

Piensa en su infancia y nota sobre su rostro el viento de tramontana, piensa en su madre bruja que le había enseñado todos los escondrijos de la montaña cuando huían de los bandoleros. Se mueve como un animal entre los riscos por donde hasta un joven habilidoso tendría problemas para no caer despeñado. Y ella lo hace de noche, descalza y cargada con un cesto.
Pasa la noche en una cueva, se duerme, le vienen recuerdos de juventud, de sus padres. Se acuerda del miedo que tenía de que su madre la descubriera robándole el dinero que ella ocultaba. Duerme durante horas, hasta que el sol está en lo más alto, pero no sale de la cueva hasta que el sol está prácticamente oculto.
Estaba segura que sus perseguidores no podrían llegar hasta ese sitio.
Se sienta y admira el mar bajo sus pies, la pared hasta el mar es tan escarpada que es prácticamente imposible que se pueda subir o bajar por ella, su posición solo era idónea para alguno que hubiese decidido acabar con su vida.
Vuelve al interior de la cueva, se adormece y cree estar en otro lugar cerca de San Juan el Oculto que le perdonará sus pecados no confesados. Sueña con el agua del pozo que le grita “asesina”, se despierta sobresaltada, y al volver en sí, eleva una plegaria a Cristo “Señor Jesús…” Entona un salmo: “¡Jesús, Cristo dulcísimo… Jesús magnánimo! Pero el sueño la vuelve a vencer y Escucha las voces de sus víctimas, de esas niñas inocentes que le piden besos y comida. Se despierta delirando, y decide marcharse de ese lugar con su bastón y su cesto.
Se va a la casa de una partera, mujer de un pastor que vive en las montañas, ha tenido una niña, el pastor se queja de su mala suerte pues ya tiene otras hijas y ningún varón. Vuelven a aparecerle a Frangoiannú pensamientos asesinos hacia la pequeña:

          “Tot nenes, la pobra, tot nenes!” I quin alleujament no seria ara per ell, i per a la seva        desgraciada dona, que el Tot poderós s’emportés la criatura! Petita com és, no deixarà             pas gaire tristesa si se’n va!
          [...] En un estat com de deliri, i portada per la il·lusió d’un somni, va allargar la mà capa    el bresol, dins el qual gemegava el nadó.. Va moure els dits com si fes el gest d’agafar,     prémer y escanyar. Llavors sentir una alegria salvatge d’ofegar la filleta… Li vingué al       pensament que no estava batejada i que si l’ofegava cometria un pecat doble.[6]

 Se lo piensa por un instante, pero decide ahogarla, es más importante el bien que hará, pero en aquel momento entra la abuela de la niña por la puerta, seguida de un guardia, la vieja interrumpe su asesinato al ver el peligro salta por una pequeña ventana abierta, se deja olvidado el bastón y el cesto huyendo despavorida.
En su huida se encuentra con un pastor que le cuenta que a su mujer le ha dado un ataque –posiblemente una embolia por los síntomas que describe– y está en la cama. Tiene el matrimonio, varios hijos pequeños y la vieja se ofrece ayudarles, a la vez que piensa que se puede esconder durante unos días ahí. Estando Khadula con los niños mientras el padre está ausente –seguramente recogiendo el ganado–, esta vuelve a sentir deseos de ahogar a la más pequeña de la niña… De repente el padre entra en la estancia y dice a la vieja que hulla, pues los guardias preguntan por ella. Vuelve a salir corriendo hacia los riscos de la montaña, se siente agotada por los varios días de poco sueño y los esfuerzos en su huida. Llega a la capilla de la Madre de Dios de la Fuente-de-vida,[7] que está en el camino a la montaña, quiere entrar pero se encuentra la puerta cerrada. Se va y piensa que podría tener alas como las palomas y volar, le viene una oración, la oración de la madrugada, piensa que ella por inspiración divina ha hecho lo que tenía que hacer, y era lo mejor para todos. Trepa por el sendero sin saber a dónde se dirige y sin darse cuenta llega al refugio de la noche anterior, donde la partera, donde se había dejado el cesto y el bastón. Entra en la casa y pide que le dejen dormir en un rincón, todos duermen y ella piensa de nuevo en los padres… pobres nada más que niñas, se acerca a la niña y le tapa la boca y le pone la mano en el cuello, pero hace ruido al querer dejar la niña en la palangana que le sirve de cuna, la abuela de la niña se despierta y ve como Frangoiannú retiraba las manos, le empieza a gritar, todos se despiertan, la vieja coge el cesto y se va corriendo de nuevo. Salen detrás de ella la abuela y la partera gritando que la detengan que les ha matado la niña. Consigue llegar a la montaña y a la cueva.
En la entrada de la cueva  y mirando al mar piensa en los barcos de pescadores, ellos podrían llevarla lejos.
Ve que abajo del acantilado se aproxima una barca con tres militares, ella se introduce en la cueva segura de que no la encontraran, y se pone a dormir vuelve a soñar contadas sus víctimas que parece que la vengan a buscar.
Piensa en la ermita donde hay un viejo que las mujeres del lugar dicen que es un hombre santo, severo con los pecados y capaz de leer los pensamientos y adivinar el futuro. La vieja Khadula quería confesarse con él y que la liberara de su terrible tormento. Cansada de la Cova fosca, decide ir a la ermita de San Salvador, para eso, salvarse.
Cuando se acerca a la ermita ve que hay varios guardias, y decide volver hacia su escondrijo, los guardias la ven y empiezan a perseguirla, ella corre animalizada, con los pies ensangrentados. Llega en su huida al “Caminito de la viña”,[8]unas rocas que bordeaban el precipicio, que caía al mar. Para pasar de un lado a otro de las rocas se tenía que coger con las manos a la roca y avanzar con los talones, había que ser un temerario. Khadula se santigua y lo hace con el cesto entre los dientes con éxito. Los perseguidores no se atreven a pasar. Se siente segura y al ver que los perseguidores no vienen, decide volver a intentar ir a la ermita de San Salvador. Baja por la ladera hasta el mar, la marea sube y se moja entera. Se da cuenta que vienen hacia ella dos hombres armados que no son los que la perseguían antes, sale a correr la arena de la playa cede bajo sus pies y la marea sube ella no se para la ermita está cerca en una pequeña isla formada por las rocas, está a pocos pasos ya el agua la cubre, y sus pies no notan suelo que la sostenga, muere mirando a su huerto, a su dote; muere entre la justicia divina y la justicia terrenal.
La novela está escrita de una forma donde los hechos transcurren casi de una manera sincrónica, no se suceden los hechos no hay una diacronía clara, lo cual dificulta el avance de la historia. Creo que la aparición de la novela en forma de folletín es bastante culpable de esta forma de narrar, ya que el alargar el desenlace hace que los lectores estén más pendientes de ir comprando periódicamente el diario, para poder leer los nuevos capítulos.
La obra me parece muy interesante y en ningún momento se hace monótona a pesar de la ya nombrada lentitud en el avance de los acontecimientos.










[1] Capítulo V, p. 47
[2] Ibíd., P. 49
[3] Capítulo IX, pp. 73,75
[4] Capítulo X, p. 85.
[5] Capítulo XII, p. 105.
[6] Capítulo XIV, p.126
 [7]Traducción mía del catalán.
[8] Traducción mía del catalán

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