La novela se desarrolla en un espacio rural de la
Grecia de posguerra de independencia o Revolución Griega del Imperio Otomano
transcurrida en 1821 y 1832.
Una Grecia rural llena de supersticiones y de
pobreza, donde el hecho de tener niñas podía significar la ruina para la
familia, ya que cuando llegado el momento de casarse los padres tenían que dotar
a sus hijas, mermando así el patrimonio de la familia. En este contexto la
novela nos relata como la vieja Khadula [una mujer que ejerce de curandera], se
convierte en una asesina de niñas pensando que hace un favor a los padres de
las niñas liberándoles de la carga de tener que dotar a sus hijas en el futuro
y con ello mermar la ya precaria fortuna familiar:
[…] ha de donar (el padre) casa, vinya,
camp, olivar, ha de manllevar diners comptans, ha
de córre cal notari per hipotecar els seus béns. […] cal que confeccioni o que esprocuri el dot (la madre), l’aixovar de la núvia:
llençols, bruses brodades, vestits de seda
amb volants de fil d’or.[1]
Khadula que
presta ayuda a sus vecinos con remedios de plantas, minerales, oraciones, etc.
Se cuestiona si vale la pena tener tantos hijos y sobretodo niñas, que parece
que las familias mientras más pobres más niñas tienen. Ella cuando fallece algún niño o niña muestra
su alegría, en contra posición al dolor de la familia del infante:
Quan la vella Khadula tornava a la
casa mortuòria per pendre part en la ceremònia de consolació, no va saber trobar cap paraula de consol; ella era
tota alegria i anomenava benaurats
l’infant innocent i els seus pares. I l’aflició era joia, la mort era vida, i
tot es tranformava.[2]
Se le ocurre una noche mientras cuida de su nieta
recién nacida que sería bueno para su hija, que esta muriera y así su hija no
tendría que hacer un esfuerzo para dotarla para la boda cuando llegara el
momento de casarla. La niña que tiene una salud delicada, está resfriada, tiene
tos y no duerme bien. La parturienta, la hija de Khadula, duerme y deja a la pequeña al cuidado de la abuela
por las noches, parece que la vieja ya está acostumbrada a dormir poco. En un
arranque de tos de la niña, la vieja Khadula decide poner los dedos en la boca
de la niña, para que no pueda respirar bien y se ahogue. Parece una muerte natural
y la vieja Khadula, cree haber recibido un mensaje divino, como una misión, la
cual será descargar a los padres pobres de la “maldición” de las niñas.
Días después de la muerte de su nieta y con la idea
de que estaba predestinada a llevar acabo esa labor de aligerar la carga a los
padres de las niñas y la vez mandar a las ni niñas al cielo para que descansen
de este mundo cruel e injusto. Va a visitar en el campo a una mujer enferma
para venderle sus remedios de hierbas medicinales, por el camino piensa en la
pobre mujer enferma, la mala suerte que tiene, cargada de cinco o seis niñas y ningún niño. Cuando se
va acercando a la casa de la enferma, ve a las dos hijas más pequeñas de esta
mujer, que están jugando junto a un estanque:
– Ve-tho aquí! Sant Joan m’ha enviat el señal!
–es digué a si mateixa la Frangoiannú, gairabé
involuntàriament, en veure les dues nenes–. Quina
llibertat no donarien a la pobre
dona d’en perivolàs si caiguessin dins la cisterna i nadessin una estona! A
veure, ¿hi ha aigua?
[...] –Com les pot deixar aquí son pare, petites com
són…–va dir-se la Frangoiannú–. Però
si poden caure, totes soles!
Va girar la mirada intranquil·la cap la cabana. Però
semblava que no hi havia ningú a dins.
[…] Va dubtar un moment. Va sentir que es lliurava una
lluita terrible dins seu. Després va
dir-se, gairebé en veu alta:”Coratge! La decisió està presa.”
I,
agafant les dues nenes amb les mans, les va empentar violentament.
[…] les dues criatures suraven suraven en el aigua de la
cisterna.
La més gran va fer un xiscle que ressonà en la solitud del
vespre.
Ella
se presenta como la que intenta salvar a
las niñas delante de los padres, como la médica de sus
propias víctimas. Ella recrimina a los padres el haber dejado a unas niñas tan
pequeñas solas al lado de un estanque lleno de agua.
Días
después, la vieja Khadula junto a su hija
pequeña Krinyó, está lavando la ropa en el patio de un señor, en el cual
hay un pozo; cerca juegan niñas y niños –una quincena–, la vieja Khadula está
cansada de escuchar el ruido que hacen los niños con sus juegos del escondite,
sus risas y gritas agudos. Al medio día, manda a su hija a buscar la comida a
la casa de su hija mayor. Está sola, lavando la ropa del señor, a su lado dos o
tres niñas juegan, hacen ruido y la Frangoiannú las riñe constantemente, pero
las niñas no le hacen caso; dos niñas salen del patio a los campos, se queda
una sola:
I
la Xenula, […] que amb prou feines tenia set anys, va començar a burlar-se de
la vella imitan-ne els gestos amb les mans i la boca.
[…] la
Xenula s’havia quedat i, inclinan-se al pou intentaba arribar a l’aigua amb una vara per agitar-la. S’hi anava
abocant, però la vara era molt curta i no hi arribava.
– Ai, Déu meu, si caiguessis a dins,
Xenula ! –va dira mb una rialla estranya la Frangoiannú–. Com t’ho agrairia ta mare!
– Ai, Uéu meu, xi Caiguéixix a dinx! –va
tornar-s’hi la petita Xenula, estrafent la
veu de la vella–. Com t’ho aglailia ta mare !
S’havia aixeca una mica, i tot seguit
es va tornar a abocar, més que abans.
[…] Quan la nena es
va abocar, va repenjar tot el pes del cos sobre el braç esquerre, damunt el mateix tauló, va relliscar, el tauló
va cedir, es desengaxá d’un extrem, i
la Xenula va caure de cap dins la boca oberta del pou. Es va sentir un xisclet ofegat, un cop sec, i després
un fort terrabastall d’aigua.
[…] Institivament, la Frangoiannú va
voler cridar i córrer a auxiliar-la. Però ella mateixa
es va ofegar el crit a la gola, els moviments es van aturar, i el seu cos restà glaçat[4].
Se
siente extraña, como si Dios cumpliera sus deseos de que la niña cayera al pozo.
Se acerca al pozo y ve la agonía de la niña y se dice así misma que aunque
quisiera no podría salvarla, eran designios divinos.
Ella
sabe que con esta muerte hay muchas posibilidades de que la acusen de asesina, de
esta niña y de las otras, ya que tanta casualidad no se sostiene. Empieza a
sentir miedo porque sabe que ya no se salvará de esta muerte, y de hecho las
autoridades ya sospechaban de ella.
El
juez después de esta última muerte decide interrogar a la vieja Khadula y a su
hija y no le convence nada la declaración de la vieja, pero la deja marchar.
Ella no está tranquila ha visto la cara del juez de paz y sabe que la vendrán a
buscar, y en efecto por la tarde se presentan dos guardias en su casa, ella
huye a las montañas. En su huida va a visitar a una conocida, a la cual con sus
tratamientos le provocó un aborto de un embarazo adultero. Está mujer servía a
un señor adinerado y aprovechando la ausencia de este la mujer le da cobijo por
una noche pero la vieja no se siente segura del todo y al amanecer se va de
camino a un escondrijo en las montañas
que conoce como la palma de sus manos.
En su cabeza resuenan llantos de niño, como
un remordimiento:
I creía
que fugia del perrill i de la desgracia, i la desgracia i la ferida les portava
a dins. I s’imaginava que
fugia del soterrani i de la presó, i la presó i l’infer els portava dins.[5]
Piensa
en su infancia y nota sobre su rostro el viento de tramontana, piensa en su
madre bruja que le había enseñado todos los escondrijos de la montaña cuando
huían de los bandoleros. Se mueve como un animal entre los riscos por donde
hasta un joven habilidoso tendría problemas para no caer despeñado. Y ella lo
hace de noche, descalza y cargada con un cesto.
Pasa
la noche en una cueva, se duerme, le vienen recuerdos de juventud, de sus
padres. Se acuerda del miedo que tenía de que su madre la descubriera robándole
el dinero que ella ocultaba. Duerme durante horas, hasta que el sol está en lo
más alto, pero no sale de la cueva hasta que el sol está prácticamente oculto.
Estaba
segura que sus perseguidores no podrían llegar hasta ese sitio.
Se
sienta y admira el mar bajo sus pies, la pared hasta el mar es tan escarpada
que es prácticamente imposible que se pueda subir o bajar por ella, su posición
solo era idónea para alguno que hubiese decidido acabar con su vida.
Vuelve
al interior de la cueva, se adormece y cree estar en otro lugar cerca de San
Juan el Oculto que le perdonará sus pecados no confesados. Sueña con el agua
del pozo que le grita “asesina”, se despierta sobresaltada, y al volver en sí,
eleva una plegaria a Cristo “Señor Jesús…” Entona un salmo: “¡Jesús, Cristo
dulcísimo… Jesús magnánimo! Pero el sueño la vuelve a vencer y Escucha las
voces de sus víctimas, de esas niñas inocentes que le piden besos y comida. Se
despierta delirando, y decide marcharse de ese lugar con su bastón y su cesto.
Se
va a la casa de una partera, mujer de un pastor que vive en las montañas, ha
tenido una niña, el pastor se queja de su mala suerte pues ya tiene otras hijas
y ningún varón. Vuelven a aparecerle a Frangoiannú pensamientos asesinos hacia
la pequeña:
“Tot
nenes, la pobra, tot nenes!” I quin alleujament no seria ara per ell, i per a
la seva desgraciada dona, que el
Tot poderós s’emportés la criatura! Petita com és, no deixarà pas gaire tristesa si se’n va!
[...] En un estat com de deliri, i portada per la il·lusió
d’un somni, va allargar la mà capa el
bresol, dins el qual gemegava el nadó.. Va moure els dits com si fes el gest
d’agafar, prémer y escanyar. Llavors
sentir una alegria salvatge d’ofegar la filleta… Li vingué al pensament que no estava batejada i que si
l’ofegava cometria un pecat doble.[6]
Se lo piensa por un instante, pero decide
ahogarla, es más importante el bien que hará, pero en aquel momento entra la
abuela de la niña por la puerta, seguida de un guardia, la vieja interrumpe su
asesinato al ver el peligro salta por una pequeña ventana abierta, se deja olvidado
el bastón y el cesto huyendo despavorida.
En
su huida se encuentra con un pastor que le cuenta que a su mujer le ha dado un
ataque –posiblemente una embolia por los síntomas que describe– y está en la
cama. Tiene el matrimonio, varios hijos pequeños y la vieja se ofrece
ayudarles, a la vez que piensa que se puede esconder durante unos días ahí. Estando
Khadula con los niños mientras el padre está ausente –seguramente recogiendo el
ganado–, esta vuelve a sentir deseos de ahogar a la más pequeña de la niña… De
repente el padre entra en la estancia y dice a la vieja que hulla, pues los
guardias preguntan por ella. Vuelve a salir corriendo hacia los riscos de la
montaña, se siente agotada por los varios días de poco sueño y los esfuerzos en
su huida. Llega a la capilla de la Madre de Dios de la Fuente-de-vida,[7]
que está en el camino a la montaña, quiere entrar pero se encuentra la puerta
cerrada. Se va y piensa que podría tener alas como las palomas y volar, le
viene una oración, la oración de la madrugada, piensa que ella por inspiración
divina ha hecho lo que tenía que hacer, y era lo mejor para todos. Trepa por el
sendero sin saber a dónde se dirige y sin darse cuenta llega al refugio de la
noche anterior, donde la partera, donde se había dejado el cesto y el bastón.
Entra en la casa y pide que le dejen dormir en un rincón, todos duermen y ella
piensa de nuevo en los padres… pobres nada más que niñas, se acerca a la niña y
le tapa la boca y le pone la mano en el cuello, pero hace ruido al querer dejar
la niña en la palangana que le sirve de cuna, la abuela de la niña se despierta
y ve como Frangoiannú retiraba las manos, le empieza a gritar, todos se despiertan,
la vieja coge el cesto y se va corriendo de nuevo. Salen detrás de ella la
abuela y la partera gritando que la detengan que les ha matado la niña.
Consigue llegar a la montaña y a la cueva.
En
la entrada de la cueva y mirando al mar
piensa en los barcos de pescadores, ellos podrían llevarla lejos.
Ve
que abajo del acantilado se aproxima una barca con tres militares, ella se
introduce en la cueva segura de que no la encontraran, y se pone a dormir
vuelve a soñar contadas sus víctimas que parece que la vengan a buscar.
Piensa
en la ermita donde hay un viejo que las mujeres del lugar dicen que es un
hombre santo, severo con los pecados y capaz de leer los pensamientos y
adivinar el futuro. La vieja Khadula quería confesarse con él y que la liberara
de su terrible tormento. Cansada de la Cova
fosca, decide ir a la ermita de San Salvador, para eso, salvarse.
Cuando
se acerca a la ermita ve que hay varios guardias, y decide volver hacia su
escondrijo, los guardias la ven y empiezan a perseguirla, ella corre
animalizada, con los pies ensangrentados. Llega en su huida al “Caminito de la
viña”,[8]unas
rocas que bordeaban el precipicio, que caía al mar. Para pasar de un lado a
otro de las rocas se tenía que coger con las manos a la roca y avanzar con los
talones, había que ser un temerario. Khadula se santigua y lo hace con el cesto
entre los dientes con éxito. Los perseguidores no se atreven a pasar. Se siente
segura y al ver que los perseguidores no vienen, decide volver a intentar ir a
la ermita de San Salvador. Baja por la ladera hasta el mar, la marea sube y se
moja entera. Se da cuenta que vienen hacia ella dos hombres armados que no son
los que la perseguían antes, sale a correr la arena de la playa cede bajo sus
pies y la marea sube ella no se para la ermita está cerca en una pequeña isla
formada por las rocas, está a pocos pasos ya el agua la cubre, y sus pies no
notan suelo que la sostenga, muere mirando a su huerto, a su dote; muere entre
la justicia divina y la justicia terrenal.
La
novela está escrita de una forma donde los hechos transcurren casi de una
manera sincrónica, no se suceden los hechos no hay una diacronía clara, lo cual
dificulta el avance de la historia. Creo que la aparición de la novela en forma
de folletín es bastante culpable de esta forma de narrar, ya que el alargar el
desenlace hace que los lectores estén más pendientes de ir comprando
periódicamente el diario, para poder leer los nuevos capítulos.
La
obra me parece muy interesante y en ningún momento se hace monótona a pesar de
la ya nombrada lentitud en el avance de los acontecimientos.
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