viernes, 20 de mayo de 2016

La palabra

La palabra, qué poder, qué peso, qué arma; melodía sonora en labios de los enamorados; qué  hiriente en manos de de nuestros enemigos; qué confor en la voz de mi madre. Qué esclavitud, para mí, soy preso de mis palabras, son mi penitencia, mí castigo. Quisiera permanecer mudo, que nadie me escuchará, para no herir, para no mentir. Quisiera hacer soliloquios, solo hablarme a mí, solo castigarme yo, solo torturarme yo. Solo elevar la voz para el rezo oculto, y llorar gritando.
Jorge

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